La ciudad balnearia no es más el destino exclusivo de otros tiempos. Si bien sigue siendo el lugar preferido de aquellos que tienen un presupuesto más holgado, los precios se han ido acomodando a las realidades de cada visitante. No sólo los grupos de jóvenes han impuesto una moda de austeridad, cada vez más las familias buscan alternativas económicas para afrontar la temporada.
Pinamar se adaptó a la realidad de todos. Desde el turismo “high class” que busca comida gourmet hasta los jóvenes que comen en pizzerías al paso. A la hora de salir a cenar, los turistas de paladar exigente tienen excelentes opciones en los tradicionales restaurantes de la avenida Bunge donde una cena para dos personas, con bebida y postre ronda los $160. De allí, para arriba.
Una parada obligada para los amantes del café es Insbruck (cortado en jarrito, $9, tostado mixto con una gaseosa, $25) o la tradicional casa de té, Tante (desde $12 se puede tomar de los más variados sabores de té, acompañado con exquisitas tortas que arrancan desde los $14 la porción).
Para después de cenar, los que opten por un helado tendrán que pensar en $10 para un cucurucho de dos gustos o entre $45 y $60 el kilo dependiendo la marca. Eso sí: si se elije salir un fin de semana, las colas para tomar un helado pueden llevar entre veinte minutos y media hora.
Para los bolsillos más flacos los menúes son una excelente opción tanto para el mediodía como para la cena. Desde $35 se puede comer una entrada de cornalitos, un bife de costilla a la parrilla y papas como plato principal y una bebida a elección (agua, gaseosa o vino de la casa). Y para los que prefieren no invertir tanto en comida, está la opción de pizzas ($28, la simple de muzarela) empanadas ($30 la docena) o lomitos ($24, con papas fritas). Estas promociones son las más elegidas por los jóvenes que vienen a vacacionar con un presupuesto acotado.
Si el día acompaña y da pereza irse de la playa, existen dos formas de darle el gusto al cuerpo. O se lleva una vianda con conservadora incluida (una de las vedettes de la temporada sobre todo en las playas públicas, donde no se paga carpa ni sombrilla) o se pide un delivery de platos fríos o calientes y te lo llevan sin cargo hasta el lugar donde se encuentre el cliente. Esta modalidad, que se implementa por primera vez en Pinamar, ya cosechó bastante éxito.
Cala piza Beach se promociona diciendo que “ahora, podés hacer tu pedido de almuerzo desde la playa o el lugar donde estés, sin costo alguno. Porque hacer vida sana, además de disfrutar de la comida más rica, también es disfrutar del mar”. Las alternativas son varias y a un precio accesible: una ensalada a elección de cuatro gustos (individual, $15; grande, $26), una porción de tarta a $8 o sándwiches desde $14. Y para aquellos paladares tradicionales y de poco presupuesto el típico choclo playero es una buena elección: por $6 se llevan uno pintado con manteca y sal.
Pero los precios en la playa también pueden dispararse si hay margen en la billetera. En Ufo Point, uno de los paradores de moda entre los jóvenes, tomarse una cerveza tirada cuesta $18, un plato de rabas mediano $35 y un licuado de frutas $16. Si bien el acceso a las reposeras y poofs que allí se despliegan es libre y gratuito, cuando la garganta empieza a picar hay sólo dos opciones: o se recurre a la billetera o se retira, sin más, del exclusivo parador. Una música electrónica de fondo nos recordará dónde estamos.
* Especial para Perfil.com