Alberto Pérez es un joven de apenas 22 años, pero con el corazón de un hombre. A pesar de que su familia y amigos de entrada se opusieron a dejarlo marchar, él avisó que se iba igual, y a partir de ahí todos lo apoyaron. ¿A dónde se iba? A recorrer el país, cargando una cruz de madera, con la idea de que en el futuro esté enclavada en el cementerio Darwin, donde se hallan los restos de los argentinos caídos en la Guerra de Malvinas.
Así comenzó su travesía Alberto, hace apenas unos días: “Salí el domingo 17 de agosto desde la Catedral de la ciudad de Resistencia, en Chaco, y voy rumbo a la Basílica de Nuestra Señora de Luján, en la provincia de Buenos Aires. Un trayecto de mil y algo de kilómetros”, cuenta el viajero, oriundo de la capital chaqueña.
No fue por cumplir una promesa, ni por devoción a ningún santo que este joven decidió recorrer el país, solo y con la idea de “hacer todo el trayecto, o la mayor parte, caminando, que es lo que vengo haciendo hasta ahora”, se enorgullece de aclarar Alberto.
Su motivo fue algo mucho más fuerte, arraigado en su pecho: “La decisión la tomé hace tres semanas atrás, cuando me di cuenta de que tenía todo: una buena familia, buenos amigos, nunca me faltó comida, ropa, estudio, laburo, tuve todo. Y a partir de ahí decidí que iba a hacer un pequeño esfuerzo: pasar hambre, frío, sueño, cansancio. Hubo días que no comí, que no tuve agua”, relata el joven chaqueño, y resume: “Decidí hacer esto porque hay gente que no tiene nada y no tiene la posibilidad de decir 'bueno, mañana como algo', 'mañana me tomo una gaseosa', 'mañana viajo'. Hay gente que no tiene nada y se muere de hambre; y yo que tengo todo, necesito ser un poco agradecido y hacer esto”.
Solidaridad, valentía y humildad, son algunos de los adjetivos de esta aventura que, a 27 días de su comienzo, acercó a Alberto Pérez a la ciudad de Rosario. Desde ahí continuó su camino como uno más entre la multitud que peregrinó hasta la Virgen del Rosario de San Nicolás, el sábado pasado, para arribar luego a la ciudad de María.
Pero aún le quedará mucho camino por recorrer. De acuerdo al relato de Alberto, “la idea es estar en Luján el 5 de octubre, ya que el 4 se lanza la peregrinación desde Liniers, y mi idea es estar allá el ese domingo a la 5:30 o 6 de la mañana, entrar por el norte, y encontrarme a 7 cuadras de la basílica con toda la columna de peregrinos; llegar luego a Luján, hacer bendecir la cruz y desde ahí marchar rumbo a Capital Federal”.
Nada de hoteles, hostel o alquilar pensión. Alberto Pérez caminará hasta la capital de la Nación para “pasar la noche en Plaza de Mayo y el lunes 6, a primera hora, pararme en la puerta de Casa de Gobierno a la espera de que la Presidenta me reciba". "Y de no haber posibilidades ese día esperare hasta el martes o hasta cuando sea”, añadió.
¿Por qué esperar a que Cristina Fernández lo atienda? “La idea es comentarle a la presidenta que esta cruz deber recorrer todo el país y llegar a tantos jóvenes como sea posible. Y de acá a 5 años, si Dios lo permite, una vez que recorra todo el país, quede como cruz mayor en el cementerio argentino que está en Malvinas, en Darwin, junto a los jóvenes que no pudieron regresar a sus casas”.
Este es el primer objetivo de la travesía, pero no el único. En el camino, Alberto Pérez hará su mayor esfuerzo para “que se creen hogares para chicos de la calle”, y le entregará a CFK “un petitorio para reforzar el concepto de amor a la patria, hacerle frente a la desmalvinización, y pedir por un país mejor, y para que se termine un poco toda la corrupción y todas las cosas feas que están pasando”, explica Alberto a Perfil.com.
El viaje, además de las distancias, el frío, el hambre, el sueño y cualquier otro obstáculo que lo dificulte, tiene un valor agregado: Alberto carga con una cruz de madera, algo que “tiene un contenido espiritual bastante grande”, según nos cuenta. “Es como una materialización de la cruz que todas las personas tenemos que cargar. Por ahí me han dicho en el camino que no hace falta hacer mil y algo de kilómetros para ser solidario, y la verdad que es cierto. Pero ésta es mi manera de serlo, y considero que aquellas personas que tienen en claro que no hay que caminar tanto para ser solidario, puedan ser solidarios si todos los días, en el lugar dónde les toca vivir, comparten un pedazo de pan, dan un poco de agua al que lo necesita, le dan una ropa que les sobra. Pero hoy en día la sociedad está tan corrompida que se olvida de eso”.
¿Por qué semejante esfuerzo? “Si bien no tengo un familiar que haya participado en la Guerra de Malvinas, tengo padres de amigos que han ido, algunos han vuelto y otros no; pero mi apego por Malvinas lo tengo por lo que se denomina sentimiento nacional, sentido de pertenencia. Un sentimiento nacional que lo llevo muy adentro, de parte de mi familia que me ha educado y me ha formado de esa manera”. Esa es su explicación.
El camino recién comienza para este joven chaqueño cargado de ilusiones. Sabe que será difícil cumplir su deseo, pero no pierde las esperanzas: “Yo creo, humanamente, que mis posibilidades son limitadas, y creo que la señora presidenta también tendría posibilidades limitadas, porque es el gobierno británico el que tiene la última palabra. Pero aún así, considero que por sobre todo lo que el ser humano diga, existe alguien que está muy por arriba, que es quien dispone. Y en Él me reconforto, en Él busco fuerzas y creo que Él me va ayudar a que esto se cumpla”, sentencia Alberto.Suerte y buen viaje.
(*) especial para Perfil.com