La tarjeta SUBE, que llegó para beneficiar a los usuarios de transporte público solucionando la falta de monedas, genera problemas a los comerciantes encargados de efectuar las recargas de saldo.
Los quiosqueros coinciden en que es una pérdida de tiempo, deja solamente el 1 por ciento de ganancia y se debe abonar por anticipado el monto que después cargarán los clientes.
Por otra parte, teniendo en cuenta que en la mayoría de los quioscos no se mueven sumas de dinero muy abundantes, el importe que el comerciante carga es, por lo general, bajo. De esta manera, si paga 300 pesos por anticipado, una vez que lo recupere habrá ganado únicamente 3 pesos.
Es decir que para generar una rentabilidad mensual de 200 pesos se deberán efectuar recargas por 20 mil pesos mensuales. Esto no genera un problema para los maxi quioscos ubicados en los principales puntos de la ciudad donde el tránsito peatonal es constante y pero sí para los quioscos barriales.
Algunos comerciantes prefieren no brindar el servicio a pesar de que esto ocasione una pérdida importante de clientes. En otros casos, optan por cobrar un adicional de un peso por cada recarga, aunque esto pueda generar un enojo por parte del cliente que en muchos casos cree que el quiosquero está intentando sacar un provecho extra del servicio.
Una situación similar se produce con la recarga virtual de celulares, la venta de cigarrillos o el pago de facturas que dejan ganancias ínfimas para el vendedor.
Si bien el comerciante puede optar entre ofrecer o no el servicio, la decisión se torna complicada teniendo en cuenta que a pesar de no generar ingresos significativos, la recarga de la tarjeta SUBE es una forma de captar clientes.
(*) Especial para Perfil.com.