El Placer está ahí, pero con poco para disfrutar. Casi como una postal, el humilde asentamiento aparece entre los faraónicos planes de emprendimientos inmobiliarios de Punta del Este como una cachetada de realidad.
A un costado del camino Aparicio Saravia, que desemboca en la entrada a los puentes de La Barra de Maldonado, una de las zonas más exclusivas del Este, descansa la villa que contrastan con el glamour y el jet set. Sólo a cien metros de ahí, se levanta uno de los complejos más caros de Punta del Este. Riqueza y marginalidad, a pasos de distancia.
Somos más. La villa viene creciendo a pasos agigantados: al compás de la crisis, las 150 familias que había en 2003 ya son más de 700, y así El Placer parece haber pagado el derecho a su lugar. Con disputa judicial de por medio, las familias del asentamiento pelean contra el desalojo y la marginalidad.
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