En el último tiempo, antes de gatillar la pistola que la dejó presa, Susana Freydoz (61) estaba obsesionada con una sola mujer: Paula, una kinesióloga de 36 años, que ella sospechaba había conquistado a su marido, Carlos Soria. La voracidad de Freydoz por descubrir quién era la mujer que amenazaba su matrimonio había alcanzado un punto tal que llegó a pedir ayuda a sus amigas para espiarla. Pero como ninguna aceptó, fue ella sola a montar guardia a la casa de la supuesta amante para ver si los descubría. “Si los veo juntos, los reviento”, amenazó Freydoz, según la declaración de su amiga Elena Müller, que se conoció esta semana en el comienzo del juicio por el asesinato del gobernador de Río Negro.