Sentadas en un banquito rosa, diez nenas de 5 años miran atentamente a las cosmetólogas que les sumergen los pies en las tinas: en Nueva York, las fiestas infantiles en un salón de belleza son el último grito de la moda.
Para su cumpleaños, Jennifer se puso un vestido azul tipo "Alicia en el país de las maravillas" y por primera vez vino al salón "Dashing Diva" del barrio residencial de Upper West Side (noroeste de Manhattan), un local decorado como una caja de bombones donde se organiza fiesta tras fiesta.
En su "pedicure party" (fiesta en la pedicura), Jennifer elige para la pintura de uñas un azul nacarado "a tono con el vestido", alternado con un durazno anaranjado. Todo esto decorado con pequeñas margaritas autoadhesivas.
"No sé si hice bien. Yo quería un grupo reducido de niñas, pero en casa era difícil, y íella tenía tantas ganas!", admite su madre, Anne Levin-Nussbaum, una abogada en instancias de divorcio. "Tampoco quería gastar una fortuna, miré en internet y todo está tan caro... incluso aquí: 50 dólares por niño, sin contar los suplementos", agrega.
Efectivamente, los "pirate parties" (fiestas de piratas) a bordo del antiguo velero "Peking", amarrado en el sur de Manhattan, cuestan cerca de 2.000 dólares para unos 20 de niños.
Y el precio más barato de las "monkeymania parties" o fiestas educativas con monos en el zoológico del Bronx (norte de Nueva York), para los de 4 a 12 años, es de unos 1.200 dólares, incluyendo torta y gaseosas.
Mientras Jennifer y sus amigas se dejan decorar las uñas antes de calzar ojotas multicolores que les quedan grandes, Dominick Laracuente, empleado de 20 años, distribuye chupetines, firma recibos al mandadero que trae la pizza y pone un DVD de Walt Disney titulado "Disney Princess Party".
"Soy animador, organizo fiestas temáticas, a veces "Princesa" o "Diva", otras "Hada". De vez en cuando incluso las maquillamos, y yo me ocupo de todo", cuenta Dominick.
"No paramos nunca", dijo Steve Park, responsable del salón. "Desde hace dos años, el fenómeno está en constante aumento, hay nenas que llegan en limusina desde Connecticut (Estado de Nueva Inglaterra al norte de Nueva York)".
"El hermano de Jennifer, que tiene 9 años, no quiso venir. Se niega a pisar siquiera un lugar como este", dijo Anne Levin-Nussbaum. Otras dos madres --una sicoanalista y la otra directora de recursos humanos a la búsqueda de un empleo-- están más despreocupadas, y se dedican a sacar fotos a sus hijas.
Cuando se apagan las luces, Dominick trae una torta de crema decorada con flores de azúcar rosadas y verdes. Tras soplar las cinco velitas, los niños comienzan a meter los dedos en la torta. Jennifer llora porque tiene crema en la cara. Comienza luego una gira devastadora por todo el salón de belleza, sin preocuparse por la pintura de uñas, que por supuesto todavía no se secó.
Los niñas profieren en coro un oscuro grito de guerra "di-di a-wa", ante la mirada desesperada de las demás clientas adultas ajenas a la fiesta. El cumpleaños duró dos horas y ha terminado. La puerta del salón de belleza se abre y entra una docena de estudiantes de la Universidad Columbia (Nueva York): una de ellas acaba de graduarse y las chicas decidieron celebrar el acontecimiento con una "manicure party".
Fuente: AFP