SOCIEDAD
una ong contra la impunidad

"Se debe proteger a las víctimas en lugar de librarlas a su suerte"

Carolina Píparo, Franklin Rawson y Diana Cohen Agrest, entre otros, integran una asociación que lucha por los derechos de las víctimas. Hablan de sus objetivos y de los casos de justicia por mano propia.

"Se debe proteger a las víctimas en lugar de librarlas a su suerte"
Usina de justicia: "Se debe proteger a las víctimas en lugar de librarlas a su suerte" | Cedoc
La inseguridad marcó sus vidas para siempre y les arrebató lo más preciado: un hijo, un padre o un hermano. Por eso crearon una ONG que apuesta a un cambio de paradigma: que el sistema se centre en la víctima y no en el delincuente. Piden abogados gratuitos y cambios en los tiempos judiciales. “Cuando las instituciones fracasan, cuando el ciudadano damnificado desconfía del peso de la ley, se cae en el lamentable ejercicio de la justicia por mano propia”, alertan.


Usina de Justicia fue el nombre que eligieron para darle entidad a la ONG que nuclea a familiares de víctimas, y está presidida por Diana Cohen Agrest, madre de Ezequiel, asesinado a tiros por un delincuente en 2011. De la asociación también son miembros Carolina Píparo (la joven embarazada de nueve meses que fue baleada en una salidera y perdió a su bebé), Franklin Rawson (papá de Angeles, la adolescente de 16 años asesinada por el portero de su edificio en Palermo), otros familiares, jueces, abogados e intelectuales.

“Desde Usina de Justicia planteamos un cambio de paradigma legal y judicial: cuando se produce un delito, es porque el Estado no protegió a la víctima. Y a partir del delito, el derecho penal debe privilegiar a la víctima en el proceso penal y en las sentencias. Una vez que un delito quiebra el equilibrio de las dos balanzas de la justicia, el Estado debe actuar a favor de la víctima para volver a poner en equilibrio ambos platillos”, explica la filósofa y aclara: “Por eso planteamos que el Estado debe ir en busca de la víctima para proteger sus derechos, en lugar de dejarla librada a su suerte”.

Por su parte, Píparo sintetiza en diálogo con PERFIL: “La ONG es muy importante en mi vida y es el lugar que tenemos como víctimas para hacer catarsis judicial, porque ahí nos reunimos para hablar sobre todos los problemas judiciales que tuvimos que atravesar. Ahora buscamos contrarrestar la teoría abolicionista que entiende que el delincuente es un sujeto al que el Estado le debe porque no le ha dado las mismas oportunidades que a todos. Por lo tanto la Justicia lo que hace es liberarlo casi asumiendo que no hay otra manera de pagar la deuda”.

Desde la entidad denuncian que el proceso judicial para las víctimas es extenso y que el derecho penal gira en torno al autor y no a la víctima. “Con Angeles actuaron con mucho profesionalismo, compromiso y celeridad, pero no es lo que pasa en el común de los casos”, destaca Rawson. “Nosotros pedimos que la víctima tenga voz en todo el proceso penal y patrocinio gratuito de un abogado, como pasa con el delincuente, al cual le proporcionan un defensor oficial”. 


Justicieros. El caso del carnicero de Zárate que persiguió, atropelló y mató al ladrón que robó en su local centró el debate nuevamente en la “justicia por mano propia”.

“Este último tiempo hubo casos de defensa que generaron todo un debate que hay que darlo y que desde Usina no apoyamos porque creemos que la solución está en la Justicia, no en hacer justicia por mano propia. Pero por inseguridad fallece gente todos los días y, estos últimos casos fueron excepcionales porque  generalmente el que muere es la víctima del delito y no el ladrón”, opina Carolina Píparo.

Por su parte, Agrest, autora del libro Ausencia perpetua. Inseguridad y trampas de la (in)justicia, destaca: “Cuando las instituciones fracasan, cuando el ciudadano damnificado desconfía del peso de la ley, se cae en el lamentable ejercicio de la justicia por mano propia. Justicia salvaje, si la hay, que promueve la portación y el empleo de armas por los particulares con las consecuencias por todos conocidas: sociedades donde el delincuente se apropia de la vida del prójimo y la víctima se siente con derecho –y a menudo, porque reacciona en defensa propia, hasta con la obligación– de ajusticiar al agresor”. “Pero siempre –agrega– debemos distinguir entre el delincuente que comenzó la cadena causal y la víctima, cuya vida –aun cuando sea un sobreviviente– fue destruida para siempre a partir de esa agresión sufrida”.