“ Nuestro edificio tendrá el privilegio de indicar a primera vista su propio destino”, aseguraba poco antes de su inauguración el arquitecto Víctor Meano, uno de los creadores del teatro Colón.
Cien años después, el destino de esta joya arquitectónica y monumento histórico nacional desde 1989, parece correr peligro.
Con un presupuesto millonario, un Master Plan a cargo de la Dirección General de Infraestructura, del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad, trabaja en el teatro, con el objetivo dejarlo como nuevo para celebrar su centenario, el 25 de mayo de 2008.
Pero un grupo de legisladores, especialistas en restauración, melómanos, directores de orquesta y trabajadores del teatro advierte que muchas de las tareas no se están realizando como debieran. El riesgo es altísimo y los daños pueden resultar irreparables.
“ Resulta evidente que el Master Plan no tiene idea de cuestiones de conservación y restauración, que no puede articular un plan de intervención coherente y sostenible, que siguen perseverando en su ignorancia, necedad y soberbia”, advierte el arquitecto Fabio Grementieri, dedicado hace más de 20 años a la conservación del patrimonio arquitectónico.
También hay quienes temen que las modificaciones pretendan convertir al Colón en una sala multipropósito, desvirtuando su proyecto cultural. Así lo explica Máximo Parpagnoli, uno de sus históricos empleados: “ Si quieren un salón multi-evento para realizar presentaciones de perfumes o cenas con bagna cauda para empresas, que construyan un teatro nuevo. Pero por favor, dejen al Colón en paz”.
Un proyecto que desafina. Además de su valor arquitectónico, cultural e histórico, el Colón se destaca por sus insuperables condiciones acústicas. Es el mejor teatro para ópera del mundo y figura tercero en el ránking de los auditorios para música sinfónica.
“ No hay director que toque en el Colón y no se vaya maravillado. Es algo casi inexplicable. Uno puede dirigir la misma orquesta en varios teatros, pero en el Colón el sonido es mucho más hermoso”, asegura Oscar Castro, director de la Orquesta de Vicente López, y miembro de la Comisión de Defensa del Teatro Colón.
Si bien la acústica es un aspecto medible científicamente, sigue resultando imprevisible desde el punto de vista arquitectónico. Para Grementieri “ la acústica en los teatros es algo mágico, azaroso, que la arquitectura no logra terminar de controlar”.
Por eso no son pocos los especialistas que aseguran que si se decide reemplazar los materiales originales del Colón, no es posible saber cuál será el efecto sobre la acústica.
“ La acústica del Colón es un patrimonio intangible excepcional y su preservación tiene que ser el objetivo principal. La implicancia en la acústica del cambio de materiales, las modificaciones estructurales y reformas escenotécnicas no ha sido debidamente estudiada. Encima se deja en manos de los adjudicatarios la evaluación del impacto que pudiera producir”, advierte Teresa Anchorena, presidenta de la Comisión Especial de Patrimonio Arquitectónico y Paisajístico de la legislatura porteña.
En los pliegos originales del Master Plan se estipulaba que la acústica debía ser “ similar” a la actual. Recién después de la intervención de los legisladores se estableció que deberá ser “ equivalente” a los valores originales.
Si bien el arquitecto Alvaro Arrese, director general de la Dirección General de Infraestructura, del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad, asegura que se realizarán mediciones para garantizar los valores, él mismo desmerece la cuestión al decir que “ la acústica es un problema psicológico, no es una ciencia exacta. Es una sensación que tiene que ver con la memoria”.
Se baja el telón. Otro de los temas polémicos es qué elementos serán restaurados y cuáles deben ser reemplazados por completo. Muchos especialistas explican que si bien todo podría reconstruirse imitando los originales, se perdería la valiosa pátina del tiempo, el patrimonio histórico que sólo un edificio centenario como el Colón puede brindar.
“ Desde el Master Plan se quiere volver al original sin dejar la traza del paso del tiempo. Eso es un disparate inadmisible. No entienden que el tiempo ennoblece un edificio. Además hay cosas que no van a poder limpiar a cero, como es el techo, que es una tela pintada por Soldi. Con elementos nuevos y otros envejecidos la sala va a ser un mamarracho, como esas caras arrugadas que intentan arreglarse con botox”, advierte Grementieri, quien tuvo a su cargo la restauración de Villa Ocampo.
Frente al telón del Colón (realizado en la década del 20 en terciopelo de algodón francés) han saludado los más grandes artistas del siglo XX. Sin embargo este importante testimonio histórico será reemplazado por uno totalmente nuevo, al igual que los cortinados de los palcos y los tapizados.
Algunos analistas advierten que esto podría afectar la acústica de la sala. Otros señalan que es un grave error no intentar restaurarlo, si es posible. Desde el Master Plan aseguran que los expertos consultados comparten esta postura. Sin embargo el informe de Jean Francois Lesage, que envió gente para evaluar las condiciones del telón, no dice lo mismo: “ No estoy excluyendo la posibilidad de la restauración, pero ésta deja una cuota de incertidumbre. Dejo a su comité la alternativa de tomar la opción de una eventual restauración. Si se optase por esto, yo estaría en condiciones de enviar especialistas de nuestra empresa para encargarse de este trabajo”.
La limpieza de las fachadas ya está en marcha, y hay quienes advierten que debería utilizarse limpieza a seco en lugar de la de hidrolavado elegida, porque detrás de la capa de simil piedra hay hierros que se oxidan con el agua. Desde el Master Plan aseguran que están asesorados por expertos. Sin embargo hay quienes cuestionan por qué no tienen en cuenta el informe que realizó a fines de los 90 el Instituto Centrale Per Il Restauro de Roma, con expertos que trabajaron casi dos años en el Colón. La respuesta oficial fue que el informe se había perdido y recién este año consiguieron una copia.
“ Enviamos fotos de las tareas de la fachada al Instituto del Restauro. Nos respondieron que ellos jamás hubieran aconsejado este tipo de intervención. Si siguen así la vieja piel del teatro estará perdida para siempre. Ya no hay vuelta atrás”, se lamenta Parpagnoli.
Otra de las reformas problemáticas es la incorporación de un sistema nuevo de refrigeración en el Salón Dorado. “ No estudiaron bien cómo reaccionarán las centenarias decoraciones en estuco y yeso ante el tremendo impacto del frío. Si ponen aire como si fuera una sala de computación puede empezar a resquebrajarse todo. Llegaron a decir la barbaridad de que iban a prenderlo durante un mes, para ver qué pasaba”, comenta Grementieri.
Pura escenografía. Los folletos a todo color con mapas y fotos explican que la remodelación del Colón cuenta con una inversión de 25 millones de dólares para 42 obras de restauración y renovación tecnológica, que los trabajos empezaron en el 2003 y se extenderán hasta mayo de 2008.
Sin embargo la realidad está lejos de los papeles. El presupuesto ya aumentó 15 millones de dólares. “ El incremento de 25 a 40 millones de dólares es un hecho. Y va a seguir aumentando, hay cuatro obras que ni están presupuestadas. La propia gente del Master Plan me dijo: ‘no podíamos poner todo lo que se iba a gastar, porque sino Educación y Salud nos sacaban del cogote’”, advierte el diputado Héctor Bidonde.
Las irregularidades en los informes del Master Plan son varias, algunas más notorias que otras, como es el caso de una evaluación de gastos en la que se presentan tres costos finales diferentes. “ En 17 meses se va hacer una inversión de más del 50%. Hemos visto incrementos muy pronunciados en algunas obras que no se pueden justificar. Hay costos que suben año a año, y no se comparecen con la inflación”, comenta Bidonde.
Lo que más cuestionan los empleados del Colón es el manejo de los fondos. Consideran que están siendo destinados para remodelaciones “cosméticas”, obviando reformas más urgentes. “Tenemos vestuarios y baños destruidos, que dan vergüenza. Hay talleres que se llueven permanentemente, sectores donde ya no se puede trabajar porque los pisos están podridos. Falta ventilación en el tercer subsuelo y una iluminación decente en las salas de ensayo”, afirma Parpagnoli, miembro del cuerpo escenotécnico.
“ Nadie nos consulta nada, a pesar de que este debería ser un trabajo interdisciplinario. Quieren armar un centro de documentación en los subsuelos, un verdadero despropósito. No se puede conservar estos materiales en zonas con tanta humedad. Pero siguen en la suya, hay mucha soberbia”, agrega Diana Fasoli, jefa de la biblioteca del teatro, con 32 años de tareas en el Colón.
Tampoco las fechas parecen poder cumplirse. Hay tiempo desperdiciado: la sala se cerró en noviembre pasado y los trabajos recién empezaron en abril. Y plazos que quieren acortarse, corriendo el riesgo de que se produzcan daños irreparables si se trabaja contra reloj. Algunos especialistas aseguran que como van las cosas, los plazos de fin de obra deberían ser 2010 y hasta 2016.
Master en improvisación. Para muchos uno de los mayores pecados del Master Plan es la improvisación con la que se están encarando las obras: “ Para el techo de zinc eligieron una empresa sin experiencia y después tuvieron que llamar al arquitecto de la competencia, para resolver los problemas técnicos. En otro pliego hablan de artefactos de iluminación de bronce bruñido cuando en realidad son dorados al mercurio. ¿Piensan limpiarlos con virulana? Es evidente que no tienen experiencia, pero la necedad de no pedir ayuda es imperdonable”, aclara Grementieri.
Además ya hay problemas con algunas obras terminadas. Con las últimas fuertes lluvias de marzo se filtró agua por los vitrales recién instalados. “ Hasta se mojaron las alfombras, algo que en 20 años jamás había ocurrido. Ahora entra más luz, pero también más agua. Algo similar sucede en los subsuelos de escenografía donde siguen las goteras. En la zona inteior de la terraza arreglada, ya hay rajaduras pronunciadas”, denuncia Parpagnoli.
Los especialistas coinciden en que el hermetismo y la falta de información son dos fallas imperdonables de los responsables de esta obra. Los trabajos comenzaron a hacerse casi en secreto y los primeros pliegos ni siquiera fueron presentados a la Comisión Nacional de Monumentos. “ Desde el Master Plan han considerado las opiniones de quienes hemos intervenido como intromisiones, y sólo a fuerza de denuncias han aceptado modificar algunas cuestiones”, explica Anchorena.
Para Castro, de la Comisión de Defensa del Teatro Colón, la clave para un buen final es la participación directa en el control de las tareas: “ Avanzan en la medida en que el escándalo no estalla. Ante cualquier cuestionamiento se ponen nerviosos y ahí sí llaman a reuniones. Por eso depende de todos nosotros cómo termine todo esto. Ojalá lo podamos parar a tiempo. Hasta ahora no podemos estar tranquilos”.