El colesterol elevado es uno de los factores de riesgo que, como la hipertensión arterial, el tabaquismo o la presencia de diabetes, incrementan notoriamente el riesgo de desarrollar aterosclerosis, la que se puede manifestar en infartos y ataques cardíacos. En particular,
entre los varones mayores de 45 años y las mujeres luego de la menopausia, cuando se presentan juntos en un mismo individuo, como
lo observamos en el Síndrome Metabólico; o cuando le sumamos la presencia de obesidad, sedentarismo o factores psicosociales
como la depresión.
El estudio REDIFA, realizado en 187 localidades de todo el país, detectó que la población de 18 a 65 años que dijo tener colesterol elevado
es del 16 por ciento. Pero 10 millones de argentinos no conocen su colesterol en sangre.
La identificación de los pacientes vulnerables, que tienen colesterol alto y otros factores de riesgo, es una obligación. La acción eficiente y agresiva para el control de estos factores es una necesidad, ya que demostró ser altamente costo-efectivo para prevenir un gran número de casos. En colesterol, cuanto más bajo, mejor. Hay muchos estudios que lo prueban.
Los médicos llamamos a esta aglomeración de factores de riesgo en una misma persona como "riesgo global". Cuando es elevado decidimos intervenir, o sea, indicar desde cambios del estilo de vida hasta medicación especifica para intentar corregir los factores de
riesgo. Esta intervención debe ser precoz y enérgica. No hay que ser timoratos. Es injusto y caro que llegue primero la enfermedad.
Los medicamentos suelen ser de costo elevado para gran parte de los individuos en riesgo. ¿Pero qué cuesta más? ¿Darle a la población
estos medicamentos o pagar las consecuencias de las secuelas de las enfermedades cardiovasculares?
* Miembro del Consejo de Epidemiología y Prevención Cardiovascular de la Sociedad Argentina de Cardiología.