La pérdida de contacto con el submarino ARA San Juan, de la Armada Argentina, motivó una operación de búsqueda y rescate a la que ya se sumaron aportes internacionales de Chile, el Reino Unido y los Estados Unidos. Sin ningún contacto por más de 48 horas, se teme por la situación de los 44 tripulantes de la embarcación ante la falta de resultados en los primeros esfuerzos para localizarla.
En la Armada, insisten en que cuentan con víveres para 15 días y destacan que no se han disparado los sistemas de alerta previstos en caso de hundimiento. Pero el ministro de Defensa Oscar Aguad suspendió una visita a Canadá para acompañar a los familiares de los tripulantes en Mar del Plata.
El vocero de la Armada, Enrique Balbi, intentó llevar tranquilidad al indicar que “no hay ningún indicio que diga que el submarino se haya hundido” y que sólo se había podido relevar una parte limitada de la zona de búsqueda. Más temprano, fuentes de esa fuerza habían dejado trascender que el incidente involucró un “incendio en tanque de baterías de proa”. El vocero se limitó a hablar de “una falla de la que aún no se conoce la magnitud”. También indicó que la última posición conocida del buque era a 240 millas náuticas del Golfo de San Jorge, unos 420 km de la costa.
En un primer momento, la situación fue mantenida en reserva, a tono con el tradicional hermetismo de esta fuerza. Sin embargo, las insistentes informaciones públicas, el rumor (luego desmentido) de que ya había sido hallado y los reclamos de los familiares obligaron a un comunicado oficial. Ayer por la tarde, también se informó que el ministro Aguad se trasladó a Mar del Plata para supervisar las operaciones de búsqueda y acompañar a los familiares de los 44 tripulantes.
La búsqueda del submarino se inició el jueves a las 22, informó la Armada. Según datos de la fuerza, el último contacto con la embarcación fue a la hora cero del jueves. Según la rutina establecida, se debía volver a contactar a las 8 de la noche, algo que no hizo y motivó el inicio del protocolo de búsqueda. Un dato alentador es que no se activó la baliza satelital de emergencia (conocida como Epirs, por sus siglas en inglés), un sistema que se dispara automáticamente en caso de hundimiento.
Cancillería confirmó que se recibieron ofertas de asistencia desde el Reino Unido, Chile y los Estados Unidos. En este último caso, PERFIL pudo confirmar la información con fuentes de la embajada norteamericana que precisaron detalles sobre el aporte concreto que realiza la marina de ese país, en conjunto con la NASA. Un avión con equipamiento de última generación de la marina norteamericana que se encontraba desplegado en Ushuaia, para estudios científicos en la Antártida, fue trasladado ayer a la zona de búsqueda.
También participan de la búsqueda un avión Tracker desde la Base Comandante Espora y una de la Escuadrilla de Vigilancia Marítima B-200, desplegada desde la Base Punta Indio. Además, se incorporó el destructor ARA Sarandí, que cuenta con un helicóptero embarcado, y las corbetas ARA Rosales y ARA Drummond. Y ayer por la tarde se sumó un avión Hércules a la búsqueda.
Llevó siete años reacondicionarlo
El submarino ARA San Juan fue desarrollado por la firma alemana Thyssen. La orden original para su construcción fue realizada en 1977, durante la dictadura militar. El pedido era por seis unidades, de las cuales sólo se construyeron dos, el San Juan y el ARA Santa Cruz, que se incorporaron a la fuerza en 1984. Es un submarino con motor diésel y baterías de energía. Tiene capacidad de navegar sumergido cerca de 70 días y hasta 300 metros de profundidad. Cuenta con una velocidad máxima de 15 nudos (28 km/h) en la superficie y 25 (46 km/h) sumergido. Entre 2007 y 2014, fue reacondicionado para extender por 30 años su vida útil en los astilleros de Tandanor. Su gemelo, el Santa Cruz, había sido reacondicionado en los 90 en Brasil y actualmente se encuentra en reparaciones en el mismo astillero.