“Estamos en la calle, no estamos libres todavía, tiene que seguir el proceso”. Con esas palabras, Hernán Pérez Orsi (40), uno de los activistas argentinos de Greenpeace, celebraba ayer su liberación bajo fianza en un mensaje filmado en las calles de San Petersburgo, a horas de haber abandonado el centro de detención.
Abrazada a él, Camila Speziale (21), la otra argentina, sonreía y agradecía. Ella obtuvo la libertad el jueves. Estuvieron dos meses detenidos (junto a otros 28 activistas), primero en una prisión en la ciudad portuaria de Murmansk, por su participación en la campaña Salven el Artico. Ayer por la noche (hora rusa) pudieron encontrarse con los familiares que viajaron especialmente hasta allá.
“Es un paso muy importante en lo personal, volver a estar en la calle, respirando aire libre, sintiendo y apreciando un montón de cosas; pero en lo procesal es chiquito, no cambia nada porque estamos afuera bajo fianza, con la precaución de que esto se puede dar vuelta en cualquier momento”, sostuvo Hernán, en declaraciones a la radio Vórterix.
Y se refirió a lo que vivió durante su detención: “Estaba sentado en una cama en una celda, con gente que no habla mi idioma, con incertidumbre, desconocimiento, sin saber si en cualquier momento me iban a sacar o si me iba a quedar veinte años adentro”.
Camila se encontró con su mamá, Paula Boscaroli, tras dos meses; mientras que Hernán, oriundo de Mar del Plata, donde vive, pudo ver a su mujer, Margarita Malig, y a su hija Julia de un año, a quienes no veía desde hacía cinco meses.
En principio, ellos no podrán abandonar la ciudad durante tres meses (al igual que todos los activistas), mientras esperan el inicio del juicio que tiene fecha para el 24 de febrero. En tanto, siguen vigentes los cargos de piratería y vandalismo que les impusieron por trepar a una plataforma petrolera de la empresa estatal Gazprom (socia de Shell); por los que podrían llegar a enfrentar penas de hasta quince años.
“Cuando sean declarados inocentes y retiren todos los cargos absurdos que tienen, sólo por defender el medio ambiente, podremos celebrar”, dijo Martin Prieto, director de Greenpeace Argentina, que viajó hasta Rusia para acompañarlos.
Ayer, se reencontraron con el resto de los activistas. “Están cayendo en la cuenta de todo lo que se generó alrededor de su detención. Camila se sorprendió mucho al ver todas las fotos y notas que hay sobre ella en internet”, agregó. Por su parte, el cónsul argentino en Moscú, Jorge Zobenica, manifestó su satisfacción por la liberación y remarcó a PERFIL que “Argentina se preocupó mucho por ellos”.
Además, dijo que “la buena sintonía que los funcionarios (de todos los países de los activistas) tuvimos con las autoridades rusas permitieron que el trato fuera dentro de todo bueno, que pudiéramos verlos, llevarles cosas” (ver recuadro).
Por la liberación de los activistas, la ONG pagó una fianza de 46 mil euros, el precio que fijó la Justicia rusa. Sólo a uno de los miembros del barco le fue negada la libertad bajo fianza, sin razón aparente.
Se trata de Colin Russel, de nacionalidad australiana. Pérez Orsi es marino mercante y trabaja en Greenpeace hace dos años, como miembro de la tripulación. Speziale es voluntaria hace cuatro años, y participó de varias acciones, aunque ésta era su primera misión en el exterior. Ahora, mientras dure el proceso, estarán en un hotel con sus familiares.
“La sociedad rusa se dio cuenta del absurdo”
Jorge Zobenica, cónsul argentino en Moscú, contó a PERFIL cómo fue el contacto que mantuvo con los activistas durante los dos meses que estuvieron detenidos. “Intentaba verlos una o dos veces por semana, darles ánimo, conseguirles los llamados y alcanzarles cartas de sus familiares”, sostuvo.
Además, contó que en un primer momento los medios rusos aprobaron los cargos impuestos (el gobierno hizo encuestas), pero luego “se dieron cuenta de lo absurdo de la causa penal”.
“Yo creo que se demostró que no quisieron hacer daño”, dijo.
Ahora, las expectativas están puestas en el cierre de la causa. En tanto, el Tribunal Internacional del Mar ordenó a Rusia devolver bajo fianza el barco de Greenpeace, Arctic Sunrise, y permitir que los activistas puedan salir del país.