Caminar por Ciudad de Buenos Aires conlleva, a veces, ciertos riesgos. El peatón presuroso y no muy atento se puede encontrar en cualquier momento con varios peligros que no siempre están a la vista. Desde veredas angostas y rotas, cables que cuelgan por doquier, mampostería floja hasta pozos de obra sin tapar, acondicionadores de aire con sus bases rotas y que sobresalen, y más, mucho más. PERFIL recorrió las callecitas porteñas y se encontró con varias sorpresas, desagradables, por cierto, que se suman a la creciente inseguridad urbana.
Horacio Civelli, urbanista y profesor en la UBA, dio detalles. “Los splits de aire acondicionado no tienen drenajes acordes, gotean sobre los peatones, hay elementos extraños en el frente de los edificios, no se respeta el soterramiento de cables y las paradas de colectivos no protegen ni de la lluvia ni del viento pero sirven para pegar publicidad. En varias plazas, el polvo de ladrillo dificulta el acceso a personas con movilidad reducida, los caniles son enormes, sucios, la forestación está descuidada, no hay luz y los enrejados son salida fácil ante el avance del vandalismo”, remarcó. Un paseo con ojos atentos evidencia el problema.
En la plaza Barrancas de Belgrano, entre Juramento y La Pampa, hay faroles rotos y un pozo de hasta un metro de profundidad sin tapa. Sobre Santa Fe al 3900, en la vereda del Botánico, siempre hay materia fecal de animales que podía provocar accidentes.
Desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires dijeron que la vereda del Botánico se hidrolava los lunes, jueves y sábados, lo que se suma al servicio de higiene regular, y que en Barrancas de Belgrano, la puesta en valor está prevista para 2010, y comprendería caniles y monumentos.
Peligro. En el microcentro las veredas son angostas, el tráfico intenso y los espejos de los colectivos están a baja altura, un peligro inminente ya que pueden golpear a los peatones, como ha sucedido más de una vez.