La Iglesia expresó anoche su "total rechazo" al fallo de la Corte Suprema que resolvió que la tenencia de estupefacientes para consumo personal y privado no debe ser sancionada penalmente, al reiterar que hay que evitar lo que facilite el acceso y consumo por parte de los jóvenes. "El fallo puede leerse como que 'todo está bien' y ese es un mensaje contradictorio, perjudicial. No podemos decir, o que se interprete, que drogarse está bien", advirtió el obispo Jorge Lozano, responsable de la Comisión Nacional para la Pastoral de las Adicciones.
El prelado opinó que "todo lo que pueda acercar o facilitar el consumo de la droga en los jóvenes es pernicioso, porque hace daño, acerca a la muerte, limita la vida y cuanto más lejos, mejor". Lozano aseguró que "en el ideario social todo lo que es legal está bien, pero implica acercar un límite que después es cada vez más difícil dominar o controlar".
Tras reconocer que la problemática de las adicciones es "muy compleja", opinó que esta cuestión "no se resuelve con una decisión de la Corte o con un marco legal", y reclamó una "política de Estado integral que incluya tanto lo educativo, laboral, sanitario y preventivo, para entre todos apuntar a las causas del problema".
El lunes, en vísperas de una acordada del máximo tribunal, Lozano aclaró, en declaraciones a DyN, que la posición de la Iglesia no implica "criminalizar" al adicto. "Para nosotros el adicto es un enfermo, no un criminal, y como tal no tiene que estar en la cárcel sino en el centro de salud, para ser atendido y contenido", precisó.
Desde que comenzó a circular la versión de que la Corte Suprema podía emitir un fallo despenalizador los obispos expresaron su rechazo a la sentencia. Sin embargo, fueron los sacerdotes que trabajan en las villas de emergencias quienes instalaron el debate sobre las consecuencias de esta problemática. El pasado 3 de abril, presentaron un documento advirtiendo que en estos asentamientos urbanos el consumo "está despenalizado de hecho", sin que las autoridades hagan nada por estos adolescentes y jóvenes que tienen "veneno en sus manos".
Fuente: DYN