“Esta frazada fue hecha por mi abuela, hace muchos años. Era danesa y escribía cuentos para niños. Que te abrigue y te caliente en los fríos del invierno. Buena suerte”. Un mensaje anónimo en una de las miles de frazadas que llegaron a River refleja el aluvión de solidaridad que se vivió las últimas semanas frente al drama de las inundaciones.
Y tanto impactó, que en algunas de las zonas más afectadas, como por ejemplo Luján, esta semana pedían derivar las donaciones a otras localidades, ya que habían superado la capacidad de almacenamiento y distribución en dependencias como la Municipalidad, la Universidad y la sede de los Bomberos.
Es que hasta allí llegó no solo la ayuda de organizaciones como Red Solidaria o Fundación Sí, sino también de autos particulares de personas que se acercaron por su cuenta.
“Es muy conmovedor ver cómo cada vez más la gente lava la ropa antes de traerla, la plancha, perfuma, y hasta le pone una carta al envío, pensando en los otros”, dice Juan Carr, de Red Solidaria, que con el hashtag “#NoEstánSolos”, convocó a donar con un mensaje esperanzador para los miles de afectados por la crecida del agua.
Desde esa organización contabilizaron 79 camiones de doble acoplado, que junto a 27 camionetas, salieron desde ocho clubes de fútbol que hicieron de centros de recepción de donaciones; con 325 mil litros de agua, 275 mil pañales, 155 mil litros de lavandina, ropa para 6.800 personas y cinco mil colchones.
En Palermo, la Fundación Sí también recibió miles de donaciones, y desde allí ya partieron 56 camiones con ayuda a distintos puntos de la provincia de Buenos Aires, como Quilmes, Tigre, Arrecifes, Campana, entre otros.
“En una catástrofe la ayuda siempre es mucha, y la sociedad responde muy bien. Lo que falta es que ese compromiso se extienda en el tiempo. Ese es nuestro desafío, que la gente no se olvide”, dice Manuel Lozano, su director, que ahora, junto a cientos de voluntarios, recorre casa por casa atendiendo necesidades más específicas, como la provisión de herramientas de construcción. “Es un trabajo que lleva meses”, sostiene.
Desbordados. En Luján, donde el río superó los cinco metros y llegó hasta la Basílica, fue tanta la ayuda que los vecinos se sorprendieron cuando comenzaron a ver carteles donde se llamaba a frenar temporalmente la recepción.
“Se agradecen las profundas muestras de solidaridad registradas en estos últimos días, ante la grave situación y ante los miles de vecinos lujanenses afectados. Debido a la gran cantidad de donaciones recibidas en las últimas horas, la UNLu solicita a la comunidad universitaria y a la población en general suspender temporariamente el envío de nuevos artículos, porque se ha superado la capacidad de almacenamiento prevista”, rezaba un cartel en la sede central de la universidad, que se repetía también en la Municipalidad y en la sede de los Bomberos Voluntarios.
Es que la cantidad de ayuda recibida fue tanta que generó complicaciones impensadas en el marco de la emergencia: desde la imposibilidad de revisar, seleccionar y distribuir de modo justo la ropa, hasta la falta de agentes para la distribución. Por eso, empezaron a repartirla también a otras zonas.
“Una vez que se agotó la capacidad física de almacenamiento en nuestro edificio, armamos un listado de sociedades de fomento y escuelas para que cada vez que llegara alguien con una donación poder derivarlo”, explicaron desde la Dirección de Entidades Intermedias.
En ese contexto, para Carr, esta vez hubo ciertos factores que hicieron que la respuesta de la gente llegara más rápido que en casos anteriores, como las tragedias de La Plata y Santa Fe, donde ya se había sentido una “explosión” de solidaridad. “La comunidad está vez más organizada, y además de los que están siempre, como los Scouts, Cáritas, Bomberos, Cruz Roja, atrás se montó el país; se unieron los clubes de fútbol y las agrupaciones políticas, como La Cámpora, los Jóvenes PRO y del radicalismo. Y el número de camiones que salieron fue algo que no hubo antes”, explica.
Ahora, todos coinciden en que el desafío es lograr que esa ayuda se mantenga en el tiempo, porque si bien el agua bajó, las consecuencias que deja tardan más en irse.
Informe: Horacio Papaleo.