Ni bien se conoció el nombre del nuevo pontífice comenzó la búsqueda de características que lo diferencien de los anteriores papas: que es latinoamericano, jesuita, hincha de San Lorenzo y que le falta parte de un pulmón. Esta última característica, según los especialistas consultados, no es un motivo que impida tener una vida normal.
De acuerdo a los voceros del Vaticano, Jorge Bergoglio sufrió una cirugía a los 21 años por una infección, que no especificaron, en la que le extirparon parte de un pulmón. “En los casos en que no alcanza con el tratamiento antibiótico para controlar la infección es necesario completar el tratamiento con la remoción de un área dañada del pulmón. Aparentemente este fue el caso de Bergoglio, según los datos que aparecen en su biografía se le debió extirpar el lóbulo superior del pulmón derecho”, explicó Alejandro Videla, neumonólogo del Hospital Universitario Austral. Y agregó que “si efectivamente lo que se le extirpó es el lóbulo superior del pulmón lo que perdió es entre un 15 y 20% de función respiratoria que es perfectamente compensable por el tejido pulmonar que le resta”.
Operación. La lobectomía es una cirugía que consiste en la remoción de un lóbulo del pulmón y se diferencia de la neumonectomía que es la extirpación completa. El ser humano cuenta con cinco lóbulos pulmonares en total, tres en el pulmón derecho y dos en el izquierdo. “Es posible que haya sido una lobectomía que se realizaba muy frecuentemente para el tratamiento de la tuberculosis, de los abscesos pulmonares infecciosos o bronquiectasias graves cuando no había o había pocos antibióticos. Argentina está llena de personas que viven durante décadas con estas intervenciones a cuestas y muchas de ellas sin grandes problemas por muchos años”, aclaró Daniel Flichtentrei, cardiólogo y director editorial del portal médico Intramed.
Eduardo Giugno, director del hospital del Tórax Doctor Antonio Cetrángolo y de la carrera de médico especialista en Neumonología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, coincide en que la infección que sufrió Bergoglio de joven podría haber sido tuberculosis, enfermedad que en Argentina siempre tuvo un impacto alto y que en las ciudades se contagia fácilmente de persona a persona. En el libro El Jesuita, de Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti se habla de una pulmonía.
La otra posibilidad que estimó Giugno, al igual que Flichtentrei, es que haya tenido un cuadro de bronquiectasia, una enfermedad frecuente en los jóvenes que genera dilataciones en los bronquios que pueden producir infección y hemorragia si está muy diseminada. “Hoy estas enfermedades se puede controlar por otras vías pero años atrás no había estudios diagnósticos y ante la duda y el miedo a una hemorragia se operaba el pulmón”. En la actualidad la cantidad de antibióticos y procedimientos disponibles hacen que el paciente quirúrgico sea algo excepcional, salvo en el tratamiento del cáncer.
El cáncer de pulmón en personas fumadoras de más de 45 años es ahora la causa más frecuente de cirugías pero no es el caso del Papa, quien se operó por una infección hace más de cincuenta años.
“Con un lóbulo menos, se pueden hacer deportes, no hay una limitación física importante. Al Papa no se lo ve con una respiración dificultosa. Si podía tomar el colectivo y el subte o subir tribunas para ver un partido quiere decir que tuvo una buena adaptación. Los primeros años pudieron ser difíciles pero eso no lo sabemos”, señaló Giugno.
Para cuidar la salud del Papa, la recomendación médica es la misma que la de cualquier persona de su edad: vacunación contra la gripe y contra el neumococo, bacteria causante de neumonías.