Todo comenzó a las 14 del pasado 24 de diciembre en el barrio de Pompeya, cuando Gastón Avalos, un chofer de la línea de colectivos 42, se vistió de Papá Noel y realizó su recorrido habitual por las calles de Buenos Aires.
Expresiones de asombro, sonrisas y alegría se fueron dibujando en los rostros de los chicos y grandes que de repente se encontraban pidiéndole a Papá Noel un pasaje de 75 u 80 centavos.
Cada viaje desde Pompeya hasta Ciudad Universitaria, ida y vuelta, que es el recorrido tradicional del 42, se transformó en "un mágico sueño para los niños", contó el ingenioso chofer del interno 49 de esa línea de colectivos, sensible ante la ilusión infantil de la fiesta navideña.
Avalos contó que una nena "llamada Cintia que subió al colectivo, me dijo ’Papá Noel, te quiero, yo me porto bien’, y me emocionó".
"Los chicos te piden cosas y se sienten felices, eso me encanta", dijo tras añadir que trata de que los chicos "todavía crean en algo, de ilusionarlos con algo por lo menos ese día".
Desde la cabina del colectivo rojo y amarillo, Avalos al igual que sus pasajeros, disfrutaba de su viaje bajo el caluroso traje de Papá Noel.
"Esta vez me compré todo el traje completo, dije ’me voy a morir de calor’ pero vale la pena", expresó el chofer tras añadir que en esta ocasión "fue más lindo que otros años en que salí medio disfrazado, ahí los chicos no te creen mucho".
Todos los 24 de diciembre, desde hace unos 15 años, Avalos se viste de Papá Noel, esté donde esté, y desde hace 3, cuando comenzó a trabajar de chofer, lleva su disfraz arriba del colectivo.
"Estas cosas valen la pena; la recompensa es la alegría de los chicos", dijo este hombre de 34 años que día a día, durante 8 horas, da tres vueltas de sur a norte por la ciudad.
Ese día, los comentarios de la insólita experiencia fueron excluyentes arriba de aquel colectivo, y también desde los autos que miraban asombrados a ese feliz y trasgresor conductor.
Avalos se viste de Papá Noel, regala golosinas y juguetes a los chicos, y lo hace por su cuenta, "y como no me sobra el dinero, junto y compro juguetes pequeños durante todo el año", enfatizó.
El chofer añora "tantas cosas que se perdieron, por eso hago lo que puede para que esta ilusión de Papá Noel no se pierda".
Y también lo hace "por una cuestión personal, porque yo no tuve la oportunidad de tener un Papá Noel que me regale algo, mi vieja no podía con todo, por eso trato de que los chicos no pasen lo que pasé yo, y que ese día haya algo lindo, que sea mágico",
dijo.
Contó que vive en Lomas de Zamora, en el conurbano bonaerense, y tiene un hijo, de 8 años, Dylan, con quien se divierte también disfrazándose de Papá Noel, y además, Martina, que tiene cinco meses en la panza de su mamá. Otra hija, Valentina, falleció el año pasado, siendo bebé.
Avalos no pierde la ilusión de disfrazarse también para el festejo de Reyes, y recuerda que "alguna vez lo hice, me disfracé de Gaspar, pero es más complicado porque esa fecha se caracteriza por regalar juguetes, en cambio con Papá Noel yo repartí golosinas y juguetes chiquitos".
Fuente: Télam