Que pena la premura de Dios. Unos pocos días más de trabajo y evitaba la chapuza. Y ahora ¿cómo va y encara la reparación del Génesis? Ni pensarlo. Cambiaron los tiempos. Hoy Adán sospecharía de paraíso regalado y Eva lo pensaría dos veces antes de aceptar ser cómplice del Diábolo. A la baqueteada pareja mundana aquella oferta mítica sonaría a propuesta de Disney. A simulacro. Adán se echaría a reir. Y Eva con él. Por lo demás, ambos encontrarían desdibujada la coreografía que Dios ambientó entre el Tigris y el Eufrates. De aquel vergel, uno de los más antiguos sitios simbólicos de la especie, poco queda. Obispos canónicos, obispos electrónicos, guionistas de Hollywood y chistes verdes, arrasaron con su sacralidad. Y cientos de miles de esqueletos provistos por el encono iraní-iraquí convirtieron el Jardín en Osario de caínes y abeles de tan feraz geografía. Manzana, serpiente y esa parafernalia que milagreó en los ojos de la infancia occidental desapareció bajo un hojaldre milenario de huesos. ¿Quién va a creer que allí estuvo el Paraíso?
Entraditos en el tercer milenio y de abordar Dios una versión corregida (como Steve Jobs con su fallido iPhone 4) debería ponerse al día con lo que sucedió con la anterior. Por empezar tendría que considerar que por el mundo pasó Shakespeare, un competidor de tal calibre que le exigirá, al menos, mayor control de calidad a la hora de montar Obra semejante. Nada menos que estrenar un Génesis que resulte práctico, nada enigmático y sobre todo sustentable. La añosa fabulita no alcanza hoy para motivar a una pareja y hacer que ella se arroje a poblar nada menos que un planeta. A este Adán y a esta Eva hay que tratarlos de igual a igual. Ni premio ni castigo. Mucho amor. Poco consejo. Acaso algo tierno y bien amplio. Por ejemplo: "Id y multiplicaos y hacerlo como queráis"
Hace frío, y dados a imaginar, sigamos. Al Adán 2010 no se le podría ofrecer un Paraíso que recordase al que acabó en el mundo tal cual es hoy. La serpiente no habla. La manzana gravitó sobre Newton. El Cielo perdió Su Celeste. Y del Arbol del Conocimiento nadie quiere comer demasiado. Adán se avivó. Poco le importa si comienza o concluye algo. Si es el fin de la historia, del verso o del mundo. Todo intento de leyenda para generar sentido y conseguir adeptos, fracasa bajo el régimen que sea. Solo permanece vivo el refranero universal, única biblia en la que los adanes y evas de la tierra confían todavía. Si algo tienen claro, es que "no hay mal que por bien no venga". Y por eso lo siguen esperando. Ese "mal" pierde el poder absoluto que tenía. Ni revolucionarios ni papábiles ni banqueros dan con la nueva adormidera que les permita seguir contanto el cuento. Hay que barajar de nuevo. Y sin comodín. La rayuela del mundo se mueve y sobrevivir es intuir donde mejor caer. En Europa hay más pobres becados que pobres trabajando. Y más ricos inquietos que ociosos. Los suizos dicen que ser suizos ya no les cunde. Los franceses, que el musulman abandona su carpa a medianoche para incendiarles el renault. USA está nerviosa. China se avecina. El talibán es duro de roer. Y se acabó "el Fulbo". Se lo vea desde la moraleja o desde el teorema, la amenaza es clara: un tornado mundial puede llevarse puesto al Génesis I.
Es que Adán se avivó. Eva también. Han recogido alguna experiencia y cada día son más los dispuestos a no tragarse un sapo, sino a contárselo a otro. Es por la insistencia de mensajeros así, que la verdad oral llegó al papiro, al palimpsesto, al libro, al diario, a la radio, a la pantalla, a la pecé. Cada día será más difícil escamotearle la verdad al refranero mundial. O la habrá para todos o revienta con todos. Habitamos en un Titanic, pero no en barco, sino en época. Echemos la mirada donde queramos, el fracaso es el mismo: infancia, hambre, ecología, salud, regiones, mares, políticas, trabajo, educación, etnias, solidaridad. Los protocolos de la Creación incluían la dicha. Nunca arribó. Aguante Génesis II.