“Mi hija desapareció, así de simple. Salió a cenar un 27 de octubre a la tarde en Guangzhou y no regresó más”, escribió, desesperado, Juan Carlos Tosi a Perfil desde China.
Guangzhou, antes conocida como Cantón, es una metrópolis en el sur del gigante asiático. Allí, el vertiginoso crecimiento económico atrajo a hombres de negocios de todo mundo. Buena parte de los argentinos que viven allí trabajan en el cuero y Tosi es uno de ellos.
Lucía Tosi Cilley, de 22 años, viajó para sumarse a su empresa, Topquin, porque “por referencias de gente allegada, estaba en ambientes no muy adecuados, con consumo de marihuana, éxtasis y reuniones extrañas”, según su padre.
Lucía había dejado la carrera de economía en la UADE y el empresario de 67 años pensaba que en China, donde hay pena de muerte para los traficantes, estaría a salvo de esas tentaciones.
Al día siguiente de la desaparición, Tosi hizo la denuncia en una comisaría cerca de las principales discotecas. “Después de esperar dos días sin ningún resultado, me enteré de que estaban pasando el expediente de un lugar a otro y nadie lo quería tomar,” explicó a Perfil en su oficina frente al parque Renmin de la ciudad china. Perdió peso, ganó ojeras y su voz tiembla por momentos. ”Entonces me comuniqué con la embajada argentina en Beijing que rápidamente se puso en campaña y presionaron a la Policía”.
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