En la Argentina, durante los últimos diez años, los casos de niños que nacen con el Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH) se redujeron en un 75%. Sin embargo, y a pesar de que se trata de un logro importante, las estadísticas se basan en los casos informados, por lo que queda un universo de mujeres que no logran acceder al sistema de salud, que no saben que padecen del virus del sida o que, pese a que existe un tratamiento con alta efectividad para parir hijos sanos, dan a luz a chiquitos infectados porque no se realizaron los análisis correspondientes a tiempo.
“De los niños positivos, el 95% se contagia a través de la mamá”, explica Jorge Lattner, médico de planta del servicio de infectología del Hospital Fernández. Según el titular de la Dirección de SIDA e ITS, en el país han sido notificados en el Ministerio de Salud de la Nación 3.700 casos de menores de 14 años infectados de VIH. Además, se estima que otros 1.500 niños de ese mismo grupo de edad no saben que padecen el virus, agrega un informe de la ONG Fundamind, un espacio creado en 1990 para atender, educar y asistir socialmente a niños, adolescentes y familias afectadas por la pobreza y el VIH.
La transmisión vertical, una vía de contagio controlable. Se designa transmisión vertical del virus del sida a al situación en la que el niño es contagiado durante el embarazo, en el momento del parto o en la etapa de lactancia. Según coinciden los especialistas, resulta fundamental para evitar el riesgo de transmisión al bebé que todas las mujeres embarazadas que hayan transitado una situación de riesgo se realicen un chequeo a tiempo.
“La diferencia entre hacerse y no hacerse el test en cualquier persona implica la diferencia entre la vida y la muerte, porque hoy no debería morirse nadie de VIH con los tratamientos que hay y el acceso que existe a los mismos”, explica el doctor Arnaldo Casiró, jefe de infectología del hospital Álvarez.
Padres infectados, hijos sanos. Para que el niño se contagie del virus del sida durante el embarazo existen dos escenarios posibles, relata Casiró: que el padre sea positivo o que la madre sea positiva. “Lo primero que hay que aclarar es que si la madre no es positiva, el bebe no puede ser nunca positivo, salvo que la mama se infecte durante el embarazo”.
En el caso en que el padre sea positivo, hay tratamientos especiales para eliminar el virus del semen del paciente, y la fecundación se da por medio de una inseminación. En el caso de que la mujer padezca el virus, el hombre sea negativo y quieran tener un bebé, también se recurre a algún método de inseminación para evitar el contagio del padre. Cuando los dos miembros de la pareja son VIH positivos, la vía para tener un hijo sano –siempre se realiza cuando la madre está infectada- radica en un tratamiento denominado profilaxis peri embarazo.
En qué consiste el tratamiento. “Durante el embarazo, la mamá empieza a tomar medicación preventiva independientemente de si la necesita o no por su tratamiento. Si esta tomando medicación, se le adapta el tratamiento al embarazo para que no afecte al bebe. Si no esta tomando medicación porque el tratamiento no lo requiere, llegado un punto del embarazo -14 semanas- debe empezar a tomarla”, asegura Casiró.
“En el momento del parto o la cesárea, se le efectúa a al embarazada un goteo con AZT. Durante 45 días después del nacimiento, el bebe también recibe AZT como parte de la prevención. En ese período, se le realiza al niño un estudio cualitativo de HIV que se repite a los dos meses y a los seis para asegurarse que sea negativo. Se trata de un estudio de certeza porque lo que se esta estudiando es el virus y no los anticuerpos que le pueden pasar de la mama al bebe”, explica Lattner.
Efectividad. En la ciudad de Buenos Aires, el porcentaje de transmisión vertical durante el 2008 fue del 2,2%. “Si bien la cifra es baja no es la ideal, que debería ser muy cercana al cero”, asegura Lattner. “Desde noviembre de 2007 hasta la actualidad no tenemos en el Hospital Fernández ningún bebe contagiado por transmisión vertical y tenemos aproximadamente 250 embarazadas atendidas hasta diciembre. Hemos tenido 300 embarazadas que hemos seguido hasta la fecha y no tenemos casos de transmisión vertical”, agrega el especialista.
El panorama, de llegar el tratamiento a todas las mujeres embarazadas con riesgo a padecer el virus o ya infectadas, es alentador. De todos modos, hay miles de mujeres que, marginadas del sistema de salud por la pobreza, la desinformación, la falta de un censo médico y la segregación social, viven la enfermedad sin saberlo y sin que las políticas de salud hagan foco en ellas.
Desafíos. Si bien las estadísticas invitan a pensar en el control de la enfermedad a futuro, el diagnóstico es parcial. “Hay todo un universo de mujeres que no se hacen los controles prenatales y de toda esa gente no tenemos datos. No hay un censo médico, existen graves falencias en lo que es la información, así que a las estadísticas hay que tomarlas entre pinzas porque están basadas en los casos informados y detectados”, analiza el presidente de Fundamind, Gerardo Mitre.
*Redactora de Perfil.com.