SOCIEDAD
heroísmo en primera persona

Voluntarios, enfermeros y médicos: los héroes que cada día enfrentan cuerpo a cuerpo al Covid-19

Trabajan en las villas, en los hospitales públicos y en el SAME. Narran su experiencia: convivir con el dolor, acompañar a los que sufren, brindar todos los recursos posibles.

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Voluntarios Villa 31. | gcba

El sociólogo Francois Dubet señaló que una de las enseñanzas de la crisis sanitaria es el rol esencial de personas que normalmente no salen en los diarios: médicos, enfermeros y voluntarios son los verdaderos héroes en este contexto tan complejo. En Argentina también hay héroes que pusieron literalmente el cuerpo para enfrentar a la enfermedad. Personas que hace seis meses no imaginaban cómo sería su vida tal como siguió y que aún sigue en la primera línea. 

Sus narraciones, en primera persona, son un documento clave para comprender cómo fue la lucha de un país y una ciudad contra la pandemia.

Voluntarios del Barrio 31. Fue uno de los primeros barrios populares en comenzar con una curva ascendente de casos.

Emilio tiene 24 años y hace seis se considera a sí mismo promotor de salud. Comenzó a los 18 años en el programa Médicos Comunitarios, la iniciativa del gobierno nacional para fomentar la capacitación y educación de agentes de salud de la comunidad. Ahí conoció a Telma, una salteña recién llegada a Buenos Aires que tenía 22 años. Emilio explica: “Lo que nosotros aportamos no es solo la accesibilidad del vecino al centro, sino la del médico al vecino. Que el médico pueda detectar cosas que no podía detectar antes. No solo con la parte médica de la enfermedad, sino las condiciones de vida, el porqué. Por qué tiene un brote en la piel, cuál es su estilo de vida. Les facilita un montón que los promotores estén ahí, primero porque somos vecinos y sabemos cómo vivimos, y nos conocemos”. 

Dice: “Había un señor de 60 años y su empleada, que tenían Covid, los vecinos querían echarlos. Nosotros tuvimos que darles una charla a los vecinos, por ahí nosotros teníamos que ver al paciente e irnos, pero nos tomamos el trabajo de explicarles que por más que vivieran al lado de la pieza o departamento de un positivo, no se iban a contagiar, porque no compartían nada, no era que estaban hablando con él, no estaban en contacto, ni mucho menos. El riesgo es bajo. También ver el lado de la solidaridad, lo que necesita es que lo apoyen, no que lo escrachen”.

Silvia López, enfermera. A los 20 años comenzó a trabajar como enfermera en el Hospital Durand, uno de los 34 hospitales del sistema público de salud porteño. “No me siento una heroína, sí a veces me pongo a pensar y creo que estamos haciendo historia y no nos damos cuenta, somos protagonistas al cien por cien del cuidado de cada paciente. A veces es una tarea invisible la que nosotros tenemos y me pregunto cómo hacer visible esto, el trabajo que nosotros realizamos todos los días”, cuenta.

Pese a todas las complicaciones, cree que hay cambios positivos: “Los cambios que se generan para mejor, uno de mis objetivos es controlar y prevenir las infecciones asociadas al cuidado de la salud, para eso trabajamos en un grupo interdisciplinario que se llama Comité de Control de Infecciones y cuando logramos bajar las tasas de infecciones, es muy reconfortante porque detrás hay todo un gran esfuerzo del equipo para poder obtener esos logros”.

Diego Slipak, médico. tiene 34 años y desde 2017 es médico del SAME, el Sistema de Atención Médica de Emergencias de la Ciudad, donde ingresó ocho meses después de graduarse en la Facultad de Medicina de la UBA. Cuando decidió especializarse en emergentología lo hizo para sumar la “adrenalina” que no le daba el consultorio. En su trabajo busca ofrecerle al paciente “el mismo trato que uno tiene en una consulta médica, brindar la misma calidez humana”.

Cuenta que los primeros días de la pandemia el entusiasmo lo mantenía activo y “a full” pero con el paso de los meses el desgaste en el cuerpo se empezó a sentir. No tiene miedo de contagiarse pero nota que algunas medidas de cuidado en la sociedad se relajaron. “Uno tal vez lo siente lejano pero cuando le pasa a un familiar o a alguien cercano se empieza a tomar más conciencia, pero no deberíamos llegar a eso. Si no quieren cuidarse por ellos, es importante que piensen en el resto de las personas. El mensaje es cuidarse y cuidar al otro porque vacuna no hay, entonces el cuidado es la única cura”.

La emergencia lo transformó: “Hay situaciones que por más que estudies, no estás preparado para ver”. Para él la cuarentena va a ser diferente en lo emocional y en lo afectivo. “Algunas cosas me van a repercutir a favor, pero el cansancio te juega una mala pasada, a la larga uno tiene un estrés bastante contenido”.