Adolescentes que agreden a compañeros o profesores y suben el video a youtube. "Pisteros" que publican records de velocidad en avenidas. El novio despechado que publica fotos de su ex en un sitio de contactos. Internet pareciera ser tierra liberada a la impunidad para estos casos, pero lo cierto es que cada vez más delitos se castigan gracias a la red.
"En las webs hay cosas que han pasado toda la vida, como los críos que se pegan en el colegio. La diferencia es que, ahora, eso se difunde por puro exhibicionismo", opinó el abogado Carlos Sánchez Almeida al diario español El País , agregando que: "Una paliza puede ser un delito de lesiones. Pero si esa paliza se publica en Internet, se convierte en un delito de incitación a la discriminación".
"Al usar Internet, la gente cree que todo vale. Y ocurre lo contrario: se persigue cualquier delito", afirmó al medio español Jordi Bertomeu, abogado experto en la materia. Algo así debe haber creído Renzo Giménez, hijo del árbitro Daniel "el sargento" Giménez, acusado degolpear a cintazos a ciclistas humildes desde una 4x4 y luego subirlo a YouTube.
La policía secuestró la computadora de Giménez, pero los investigadores tienen otros métodos para averiguar la identidad de una persona que publica un crimen en la red. Los forenses pueden, por ejemplo, averiguar a qué lugar pertenece una foto o un video mirando el contexto de la escena, como los relojes, o hasta analizar la forma de escribir de los usuarios para verificar sus identidades.
La mejor forma de identificar a un criminal es obtener la dirección IP de su computadora, una especie de DNI asignado a cada conexión. No siempre es fácil lograrlo: las proveedoras se lo dan a las autoridades en casos graves, como pornografía infantil, pero es más difícil que lo entreguen en cuestiones relacionadas a invasión a la privacidad. La IP, además, sirve poco si el agresor se conecta desde una red wi-fi, ya que cualquiera puede acceder a ellas y queda bajo el mismo identificador.
Pero además de ubicar al criminal, hay que retirar el contenido ofensivo de la red: las empresas, los sitios y el mismo Google también colaboran si se trata de crímenes graves, pero no tanto en cuestiones relacionadas a la imágen personal. Los contenidos se replican rápido, y a veces resulta imposible borrar una foto de todos los servidores en los que queda guardada.