Una estudiante de Derecho suele mezclar agua con cloro para arrojar en la ingle de los hombres en los subterráneos de Rusia con el fin de enfrentar el "manspreading". La joven asegura que en todo el mundo las mujeres luchan con esta práctica pero que en Rusia "se calla".
El ataque es "para que todos puedan comprender de inmediato qué parte del cuerpo controla el comportamiento de los hombres", dice ella.
Anna Dovgalyuk, 20, de Rusia, acusa a los hombres que abren las piernas en el metro por "agresión de género" al tiempo que afirma que su país es lento para contrarrestar el problema. La joven activista decidió entonces tomar cartas en el asunto y mojar a los hombres sentados con las piernas abiertas en el transporte público en San Petersburgo.
La feminista calificó como un "acto repugnante" la costumbre de sentarse con las piernas abierta y molestar, de esta forma, a las mujeres que se sientan junto a ellos. Ante la pasividad de la sociedad con respecto a esto, comenzó a hacer mezclas de 30 litros de agua y seis litros de cloro en las áreas de la ingle de hombres que ella considera que están sentados de una manera ofensiva.
"Esta solución es 30 veces más concentrada que la mezcla usada por las amas de casa cuando lavan la ropa", explicó. "Come los colores en la tela en cuestión de minutos, dejando manchas indelebles". Mostrando algunos de sus ataques en metro de la vieja cuidad imperial rusa, Dovgalyuk dice estar actuando "en nombre de todos los que tienen que soportar esas manifestaciones machistas en el transporte público".
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