Nuestro sistema universitario se caracteriza por su baja graduación, incluso comparada con otros países latinoamericanos. Por esa razón, dichos países tienen menos estudiantes respecto de la proporción de población, pero muestra más graduados universitarios. En el total de las universidades argentinas, de cada cien ingresantes en 2010 se graduaron apenas treinta en 2016. En Brasil esta proporción llega a cincuenta; en Chile, a sesenta, y en México, a 61 graduados. En muchos países industrializados, esta proporción supera el 70%. Los registros más altos, según la Unesco, corresponden a Japón (91) y Dinamarca (81).
En la Argentina, la eficacia en la graduación en todo el sistema universitario viene disminuyendo en los últimos años. En las universidades estatales, se pasó de una relación de 30% en el período 2008-2014 a una de 26,3% en 2010-2016, según los últimos datos disponibles. En el sistema universitario privado, la relación de 43% de egresados en 2015 bajó a 41,7% en 2016.
Datos que preocupan. En las universidades estatales, en 2016, el 50,8% de los estudiantes no aprobó más de una materia después de un año de permanencia en la universidad. Pero estos promedios encubren grandes diferencias ya que, por un lado, hay universidades estatales con valores inferiores al 35% mientras, en el otro extremo, se encuentran 24 universidades en las que los coeficientes son más altos que la media.
En cuanto a las universidades privadas, el promedio alcanzó al 30,7% de los estudiantes. Debemos destacar que, tal como ocurre con las universidades estatales, este promedio oculta grandes diferencias entre universidades, porque existen instituciones, en las que menos del 5% de los estudiantes no aprobó más de una materia. Pero también hay 23 universidades privadas cuyo coeficiente se encuentra por encima de la media. Este indicador se deterioró entre el 2003 y el 2016 tanto en las universidades estatales como las privadas. Se trata de un dato preocupante.
Con relación a la cantidad de materias aprobadas, el artículo 50 de la Ley de Educación Superior N° 24.521 establecía que: “Cada institución dictará sobre regularidad en los estudios, que establezca el rendimiento académico mínimo exigible, debiendo preverse que los alumnos aprueben por lo menos dos materias por año, salvo cuando el plan de estudio prevea menos de cuatro asignaturas anuales, en cuyo caso deben aprobar una como mínimo. En las universidades con más de 50 mil estudiantes, el régimen de admisión, permanencia y promoción de los estudiantes será definido a nivel de cada facultad o unidad académica equivalente”.
Al observar las cifras suministradas por el Anuario de Estadísticas Universitarias, se pone de manifiesto que este artículo no se estaba cumpliendo, debido a que existen universidades nacionales con menos de 50 mil estudiantes que, a la vez, tienen muchos estudiantes que no aprobaron más de una materia en el año.
Pero este artículo 50 de la Ley de Educación Superior fue derogado en noviembre de 2015, tras la aprobación de la ley N° 27.204, que en su artículo 5 establece que: “Cada institución universitaria nacional dictará normas sobre regularidad en los estudios que establezcan las condiciones académicas exigibles”. Es decir que, ahora legalmente, puede continuar el bajo nivel de aprobación de materias sin comprometer la matrícula del estudiante. No se presentaron argumentos razonables para esta nueva norma legal.
Qué hacer. Nuestras universidades, sean estatales o privadas, enfrentan un claro desafío: disminuir la deserción estudiantil para incrementar nuestra escasa graduación universitaria. No se trata de alcanzar los niveles de graduación de Japón, Dinamarca o Alemania, pero sí los de Colombia, México, Chile y Brasil.
Todos los países latinoamericanos que registran una mayor graduación universitaria que nosotros aplican exámenes generales al finalizar el ciclo secundario. Mejorar la graduación en nuestras universidades exige, como paso previo, fortalecer la escuela secundaria. Para eso, es importante perfeccionar el actual
Operativo Aprender, que debería formar parte del proceso de ingreso tanto a las universidades estatales como a las privadas.
*Director del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Universidad de Belgrano.