Durante el terrorismo de estado en Argentina se instaló en la localidad de Plátanos, perteneciente al partido de Berazategui, provincia de Buenos Aires, un Centro Clandestino de Detención (CCD) denominado “El Castillo”, llamado así por su estructura edilicia singular, propia de un castillo de cuentos de hadas. Se encontraba ubicado a cien metros de la estación Plátanos del ferrocarril Gral. Roca, al este de la Av. Mitre.
Los gritos de terror y sufrimiento que se escuchaban desde su interior hicieron que, por mucho tiempo, los vecinos y vecinas aledaños de la zona, creyeran que aquel “Castillo” era un sitio embrujado y abandonado. Lo cierto fue que funcionó como un espacio de tortura y secuestros durante la última dictadura militar. Sin embargo, a contracorriente de lo sucedido con otros CCD ya en democracia, el “Castillo” terminó siendo abandonado por el estado municipal, llevando a su olvido e invisibilización como sitio de memoria.
El CCD “El Castillo”, es un sitio hasta el momento inexplorado por los estudios académicos. Tan sólo hay conocimiento de que en él funcionaba el Comando radioeléctrico de la policía federal, en donde antes se encontraba la Planta Transmisora de la compañía CIDRA, por eso en el Informe Nunca Más aparece señalado como Planta Transmisora de Plátanos / Radiocomunicaciones de la Policía Federal. Su funcionamiento comenzó en 1976, pero no hay datos acerca del momento en que dejó de ser utilizado. El personal militar que se desempeñaba en el lugar pertenecía a la policía federal de la provincia de Buenos Aires.
Gracias al testimonio de algunas personas detenidas allí, hoy sabemos que este CCD fue un sitio “de paso”, es decir, que las personas trasladadas a este lugar permanecían un tiempo y luego eran llevadas a otros centros de detención. Esto no resulta llamativo si tenemos en cuenta el modus operandi de la dictadura militar argentina: los centros clandestinos eran destino final del proceso de desaparición, pero también funcionaban como engranajes del aparato represor que conectaba la cárcel con los CCD y otras dependencias clandestinas.
En el año 1998, antes de que se aprobara el proyecto que declararía a El Castillo como un sitio de interés histórico, cultural y provincial, fue enviado a demoler por medio de una ordenanza municipal, bajo la gestión Mussi. La demolición se justificó aduciendo que se trataba de un sitio marginal, que “apandillaba las malas juntas del barrio, basura y alimañas”.
En el año 2010 una pequeña organización local denominada El Encuentro por la Memoria, la Verdad y la Justicia de Berazategui, formada por militantes y familiares directos de las víctimas del Terrorismo de Estado, por primera vez llevó a cabo la señalización de “El Castillo” a pocos metros de donde se encontraba el lugar. Luego tras haber sido quitada por orden municipal, en el año 2017 dicha organización volvió a colocar la señalización.
Mientras tanto, en el año 2011, sobre las ruinas del ex CCD, se creó el Centro de Atención Primaria de Salud (CAPS) N° 33. Recientemente, en el marco del último acto de conmemoración del golpe militar, el municipio de Berazategui rebautizó a este centro de salud bajo el nombre “La Noche de Los Lápices”. Este cambio de nominación se propuso para recordar a las víctimas de la última dictadura, reconociendo por primera vez que allí funcionó un centro clandestino de detención, aunque sin llamarlo por su nombre. Asimismo, bajo la consigna de “plantar memoria”, plantaron ocho árboles: seis en referencia a los jóvenes estudiantes desaparecidos la noche del 16 de septiembre de 1976 tras el reclamo por la implementación del boleto estudiantil, otro árbol en homenaje a Alicia Lisso (detenida en “El Castillo”), y otro en memoria de los 30 mil desaparecidos/as. Este inesperado y sorpresivo accionar local, nos invita a cuestionar seriamente los largos años de silencio por parte del estado municipal acerca de este sitio de memoria que durante tanto tiempo fue silenciado y permaneció oculto, sin reconocimiento alguno en Berazategui. ¿Cómo reconstruir un sitio de memoria desde sus cenizas? ¿No es este un logro de las luchas por la memoria que muchos actores del movimiento de derechos humanos vienen propiciando? ¿o será que este acto de memoria emergente por parte del estado municipal es sólo una estrategia política? ¿Qué factores llevan a reconocer públicamente la existencia de un ex CCD que antes se negaba?
La memoria del terrorismo de estado es necesaria, y en muchas partes aún es una deuda.
Por Micaela Fernanda González
*Trabajo presentado en curso Las dictaduras del Cono Sur, a cargo de la Dra Soledad Lastra en el marco de las Clases Magistrales de Perfil Educación.
(La nueva oferta educativa de Clases Magistrales para julio está disponible aquí)