A la luz de los debates que se están generando a partir del proyecto de ley de creación de una universidad bajo la cual se disuelvan los institutos de formación de docentes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, nos parece oportuno señalar que algunos de los ejes ineludibles de la reflexión deberían ser las características de un proyecto universitario que se proponga una verdadera transformación de lo que ocurre en las aulas. Ese ha sido el objetivo de la Universidad Pedagógica Nacional (Unipe), la primera universidad nacional especializada en la problemática y centrada en la jerarquización de la formación de docentes y agentes del sistema educativo. Creada en 2006 como universidad provincial y nacionalizada en 2017, sus carreras de grado y posgrado están orientadas a docentes del nivel inicial, primario y secundario, y a formadores de nivel terciario que se desempeñan en los institutos de formación docente. En el camino recorrido en estos años se han atravesado experiencias y se han realizado investigaciones que permiten reflexionar con fundamento acerca de los rasgos de la educación superior dedicada a la formación docente.
Enfoque. ¿En qué debe centrarse una universidad que se proponga transformar la educación?
En primer lugar, los conocimientos de las disciplinas o las áreas deben vincularse estrechamente con los problemas de enseñanza correspondientes. El marco conceptual propio de la profesión docente necesita articularse con una reflexión sistemática sobre las prácticas, con el objetivo de construir capacidades profesionales para comprender y problematizar la mediación docente en las instituciones y en las aulas.
Por otra parte, se debe fortalecer la formación general, a través de materias que pongan a los futuros docentes en contacto con los textos fundamentales de la cultura, que les permitan dominar marcos conceptuales e interpretativos para el análisis, comprensión y participación en los debates contemporáneos. A través de estas intervenciones, se buscará problematizar y contextualizar los saberes a transmitir a partir de una pluralidad de enfoques y de una historicidad respecto a los problemas y a las metodologías de investigación que organizan los campos disciplinares.
Se debe complementar la propuesta con el uso de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) –a través del trabajo con software específico para el desarrollo de algunas disciplinas, como es el caso de Matemática o de las Ciencias Naturales– y la necesaria reflexión sobre sus aplicaciones pedagógicas, como la enseñanza a distancia y las aulas virtuales.
Algo a destacar, que en Unipe es fundamento del proyecto institucional, es la reflexión sobre el sentido ético-político de la formación, colocando en un lugar central el deseo de saber y enseñar; la responsabilidad por la transmisión; la conciencia de pertenencia a un sistema formador estatal y el desenvolvimiento de una mediación institucionalizada, orientada a la subjetivación ciudadana. Asimismo, es clave asumir la perspectiva de construcción de la docencia en su carácter de profesionalismo colectivo. Esto es, apuntando a la formación de sujetos capaces de manejar con solvencia un campo del saber trabajando en forma cooperativa, asumir posiciones distintas en las jerarquías institucionales en función de la naturaleza de las tareas a realizar con otros e integrar la dimensión laboral y gremial en un sentido grupal.
De manera sucinta, a partir de la experiencia de la Unipe, el aporte a la profesionalización docente se propone en dos niveles:
1. En el nivel de la formación, colocar en el centro la necesidad de construir una relación distinta con el conocimiento. Se trata de superar la vieja dicotomía sobre la que se construyó la escuela moderna: la separación entre quienes producen conocimiento y quienes lo transmiten. Para avanzar en la recomposición de esta unidad se requiere dotar a los futuros docentes no sólo de una base sólida de conocimientos sino de un andamiaje para la investigación. Por una parte, la vinculación entre formación e investigación hace que la enseñanza se base sobre la indagación, lo que promueve un posicionamiento y un vínculo productivo con todos los saberes constitutivos de una profesión. Por la otra, recompone la mediación pedagógica como capacidad de discernimiento a partir de la cual construir los puentes necesarios entre los conocimientos y aquello que los alumnos traen consigo, haciendo frente a las situaciones complejas y variadas que se viven en las escuelas. En ese circuito que va de la producción a la transmisión se debe incluir el conocimiento que se produce en las aulas durante la interacción.
2. En el nivel de la investigación, una universidad para los docentes debe potenciar la producción de conocimiento pedagógico, que es hoy un déficit no sólo en la Argentina sino en toda América Latina. Si bien la investigación en las áreas de las humanidades y las ciencias sociales se ha ido recomponiendo, resta mucho por hacer y en particular por comprender el rol estratégico que estas revisten para el desarrollo del país. Un recorrido por la historia de la investigación en nuestro país permite identificar que las fortalezas estuvieron largamente orientadas al despliegue de las ciencias básicas y aplicadas.
Profesionalización. Un mayor desarrollo del campo pedagógico comienza con la formación de perfiles altamente especializados, se continúa con un incremento de las investigaciones y publicaciones científicas de calidad y se extiende a la construcción de bibliotecas temáticas. Cabe recordar, aunque pueda parecer una verdad de Perogrullo, que la innovación a la que hoy le rendimos pleitesía no puede ser sino el producto de un proceso de profesionalización creciente. Entendiendo por profesionalización el alto nivel de especialización en la investigación y no una relación inmediata con el mercado de trabajo. En ese camino, como suele ser habitual, la innovación no queda estrictamente vinculada a “lo nuevo” sino que comienza por la puesta en valor y la reconstrucción de una rica y prolífica tradición pedagógica que nos caracteriza como país y a nivel regional.
Espacios de estudio
En cuanto a la formación de docentes en universidades, hay dos datos significativos para tener en cuenta. Por una parte, consignar que la formación docente inicial o de base en Argentina, se desarrolla, mayoritariamente, en institutos de formación docente (IFD). De los casi 600 mil estudiantes de formación docente, el 80% está matriculado en IFD y el 20% restante, en universidades. Por otra parte, y ya para el caso de los docentes en ejercicio, los que tienen trayectos formativos en la universidad alcanzan al 22%, siendo esta cifra variable según regiones del país: mientras en el NEA y el ,NOA, los docentes con formación universitaria representan el 17%, en el resto del país la cifra asciende al 23%. También hay que aclarar que, en el nivel secundario, los docentes con formación universitaria son una categoría mucho más importante que en el primario (datos provistos por el Observatorio Educativo de la Unipe).
*Rector de la Universidad Pedagógica Nacional.