Las Smart Cities son una realidad y un concepto que nos desafía a múltiples actores, también a las Universidades y, en forma particular, a sus Escuelas de Gobierno.
Como modelo de gestión urbana, pretenden aprovechar todos los medios tecnológicos disponibles para mejorar la calidad institucional y de gestión de una ciudad de modo de hacerla más humana, participativa, eficiente, sustentable, inclusiva e integrada.
Ser el nexo. La Universidad, entonces, se convierte en un ámbito adecuado para el encuentro de los diversos actores involucrados en dicha problemática: gobierno, sociedad civil, empresas, ciudadanos, etc., en un clima de apertura, diálogo e intercambio de experiencias e ideación de propuestas innovadoras.
Las soluciones que demandan este tipo de ciudades requiere una mirada, reflexión y debate objetivo, interdisciplinario y transversal, realizado de modo conjunto y compartido por todos los actores involucrados. La Universidad ofrece un entorno adecuado para ello, siempre y cuando supere la tendencia natural a la fragmentación de los saberes.
Este año se cumplen los quinientos años de la muerte del creativo e innovador, tal vez más notable de toda la historia, Leonardo Da Vinci. Entre los múltiples temas y áreas de conocimiento que desarrolló figura lo que él denominó “Ciudad Ideal”, hoy la llamaríamos Smart City, por pedido del Duque Ludovico Sforza de Milán. Allí, Da Vinci propone el concepto de ciudad ideal reuniendo armónicamente pautas del urbanismo, la salud pública, el arte y la tecnología disponibles por entonces. Su figura y su obra pueden ser una clara fuente de inspiración para quienes trabajan en esta temática.
Pensar en la persona. En nuestros días, una Escuela de Gobierno está llamada a centrar su proyecto educativo en lo que hace a la gestión pública en la formación de un policy maker, para que pueda moverse con soltura en el ciclo de las políticas públicas. Ello precisa nutrirse de los conocimientos y herramientas que pueden proveerle
las distintas disciplinas científicas (política, derecho, economía, sociología, comunicación y metodología social) y las nuevas tecnologías hoy disponibles: Big Data, Inteligencia Artificial, Blockchain, etc.
En nuestros días, aunque las ciudades solo ocupan el 3% de la superficie de la tierra, en ellas viven 3.500 millones de personas –más de la mitad de la población mundial– y se estima que en 2050 esa cifra llegará a 6.500 millones, dos tercios de la población mundial de ese momento.
Las ciudades del futuro deben ser inclusivas, sustentables, tecnológicas, guiadas siempre por el fin último, las personas. Afirmaba Jorge L. Borges que “futuro no es lo que va a pasar, sino lo que juntos vamos a realizar”. Por ello, las Universidades deben actualizar continuamente los contenidos de sus enseñanzas –estando al tanto de las prácticas más avanzadas de gobierno–, para formar policy makers urbanos que tengan las convicciones, capacidades y conocimientos técnicos para mejorar permanentemente la calidad del gobierno de nuestras ciudades.
El principio, sujeto y fin de las Smart Cities es siempre la persona humana, su igual e inviolable dignidad. Por ello, hay que tener siempre presente este principio antropológico, ético, político y jurídico a la hora de diseñar cada una de sus soluciones. Es la tecnología la que tiene que estar al servicio de la persona humana y no al revés. Todo proyecto de una Smart City tiene que ser necesariamente inclusivo de todas las personas y grupos sociales.
No somos víctimas de una marea tecnológica que nos arrasa, sino constructores lúcidos de ciudades que nos ayuden a mejorar la calidad de vida de todos sus integrantes. Eso precisa una combinación inteligente de múltiples factores y la Universidad hoy está llamada a contribuir decisivamente a esa sabia alquimia.
Alfonso Santiago, Director de la Escuela de Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Austral.
Oficios digitales
La Argentina tiene un déficit de formación en oficios digitales que impide a decenas de miles de jóvenes acceder a empleos y ofertas laborales. Paradójicamente la generación de nativos digitales no puede aprovechar la demanda del mercado de uso de la tecnología y la transformación digital que crece exponencialmente. Aprovechar estas oportunidades de trabajo no requiere necesariamente una carrera universitaria sino de una adecuada formación técnica. Potrero Digital es una Red de
Escuelas de oficios digitales totalmente gratuita, que funciona en organizaciones sociales localizadas en comunidades de fragilidad socioeconómica, orientada a la integración social a partir del acceso al conocimiento y a la inserción laboral articulando con empresas que demandan los servicios tecnológicos. De esta manera, Potrero Digital abre en el presente el camino que recorrerán las escuelas del futuro.
Juan José Bertamoni, Director General de Potrero Digital.