En la actualidad, finalizar la escuela secundaria y encarar los procesos de transición constituyen, para los jóvenes, situaciones de gran incertidumbre. La velocidad con la que transcurre la vida humana es la antítesis de la regularidad y estabilidad de la vida social en otras épocas. Terminar la escuela secundaria implica pensar más que la elección de una carrera. Es transitar un momento de reacomodamiento que supone la reestructuración de representaciones vinculadas al presente y al proyecto futuro, cuyos efectos tienen fuertes implicancias en la constitución subjetiva.
El proceso de transición no deja de ser una oportunidad para recrearse a uno mismo, incluso en tiempos en los cuales se vive bajo amenaza de exclusión. Terminar la escuela, entonces, es una experiencia crítica con potencialidad creativa, pero atravesada por el riesgo de perder un lugar material y simbólico en la trama social. (...)
Bajo el rótulo orientación vocacional se encaran acciones muy diferentes, por lo que resulta necesario organizar de algún modo el campo de las intervenciones. En general, se trata de prácticas no excluyentes, más bien complementarias.
En nuestro medio, hace algunos años, hemos distinguido tres tipos de intervención en el campo de la orientación vocacional: pedagógica, psicológica y sociocomunitaria. Didácticamente, podríamos afirmar que las cualidades de los tres tipos de intervenciones están relacionadas con la posición del profesional, pero también con los sujetos a los que va dirigida. De este modo, podríamos caracterizar las intervenciones de la siguiente forma:
• Las pedagógicas, dirigidas a los que están ahí en las instituciones educativas (escuelas, universidades, etc.).
• Las psicológicas, dirigidas a los que nos consultan dentro o fuera de las instituciones educativas.
• Las sociocomunitarias, dirigidas a los que no están (en las instituciones educativas) porque terminaron y/o abandonaron. Hay que ir a buscarlos.
• Intervención pedagógica. Es aquella que se realiza en las instituciones educativas. Su principal finalidad es promover el conocimiento –crítico y valorativo– de los objetos a elegir y la problematización sobre el contexto sociohistórico que elegimos.
Intervenir pedagógicamente en orientación vocacional quiere decir promover procesos de enseñanza-aprendizaje con los que “están ahí” –los estudiantes– que favorezcan la comprensión de la nueva realidad social: los profundos cambios tecnológicos y económicos junto con sus implicancias en la subjetividad.
Hablar de intervención pedagógica en orientación vocacional significa marcar la necesidad de que ciertos contenidos relacionados con las problemáticas psicosociales en la construcción de proyectos futuros no sigan marginados de la vida escolar. (...)
La intervención pedagógica presupone también abrir espacios de trabajo con los alumnos para analizar el conjunto de factores intervinientes al momento de tomar decisiones sobre trayectos futuros al finalizar la escuela. La intervención pedagógica deberá proponerse, pues, ser lo más subjetivante posible, es decir, promover la implicación subjetiva de los estudiantes sin que ello suponga transformarse en una intervención de otro tipo. (...)
Esta inclusión requiere necesariamente de la participación activa de los protagonistas del proceso: los propios estudiantes. No se trata de contenidos que “serán bajados” por los adultos responsables del espacio curricular, sino de una experiencia pedagógica que favorezca la elaboración colectiva de los procesos de transición. (...)
De este modo, se apunta a estimular el armado de dispositivos que promuevan en los jóvenes una actitud crítica y comprometida con la realidad social y cultural en la que viven y vivirán. Así, la escuela podrá seguir siendo un ámbito de encuentro, de aprendizaje significativo, de construcción creativa de proyectos y de vida.
Intervención psicológica. Tradicionalmente –al menos en la Argentina de los últimos sesenta años–, la práctica de la orientación vocacional se asociaba exclusivamente a quienes consultaban.
Podríamos sostener que la intervención psicológica es aquella que hace hincapié en el sujeto que elige. Como sabemos, hay muchas formas de intervención psicológica (psicotécnica, clínica). Por nuestra parte, nos inclinamos por una intervención psicológica que implique crear condiciones para que el joven –que demanda ser escuchado en su singularidad– pueda encontrarse consigo mismo y con su historia personal y colectiva, su particular ubicación familiar, sus deseos, sus limitaciones y sus recursos personales y materiales.
La indagación sobre los aspectos personales estará centrada en la exploración de las identificaciones, en la elaboración de los conflictos que obstaculizan la toma de decisión y en el análisis de la forma particular que el sujeto-consultante tiene de “ver” o pensar la realidad social y cultural. De esta manera, se busca favorecer cierta elucidación de los condicionantes subjetivos y sus determinaciones inconscientes.
Intervención sociocomunitaria. Se trata de la intervención con quienes no están ahí (en las instituciones) ni tampoco nos consultan. Hay que salir a buscarlos.
La intervención sociocomunitaria se asemeja en los contenidos a las llamadas intervenciones pedagógicas subjetivantes, pero se diferencia de ellas en tanto se lleva a cabo con una población que terminó o abandonó la escolaridad y que no está incluida en el mundo del trabajo. Por un lado, es una intervención posescolar y, por otro, una práctica destinada a aquellos que quedaron fuera del sistema educativo (recordemos que un número muy significativo de jóvenes en edad de cursar la escuela ha abandonado antes de finalizarla). (...)
En este sentido, vale aclarar que la necesidad de diseñar e implementar políticas públicas en el área de orientación vocacional no procura limitar la libertad individual sino alterar un camino de reproducción acrítica de las situaciones sociales vigentes. Tampoco busca que las políticas públicas impidan a los sujetos elegir sus caminos libremente, sino garantizar su inclusión social. Que una sociedad tenga lugar para todos.
Reconocer potencialidades
La orientación vocacional –término que seguramente algún día será reemplazado por otro que exprese de manera más palmaria su cometido–, pensada y ejercitada como una experiencia subjetivante, supone una ética centrada en el reconocimiento de las potencialidades de los sujetos, en el respeto por sus singularidades, en la inexistencia de un saber certero sobre el enigma de la vida y las vicisitudes del elegir. Una orientación vocacional subjetivante será posible desde una perspectiva crítica en tanto invite a pensar los temas y problemas en términos de entramados complejos, recurriendo a la lógica transdisciplinaria y promoviendo articulaciones intersectoriales en los abordajes e intervenciones.
*Autor de La orientación vocacional como experiencia subjetivante, Paidós. (Fragmento).