La peregrinación a la ciudad de La Meca, al oeste de Arabia Saudita, para adorar la Mezquita Sagrada o el Hach –según distintas denominaciones- está teniendo lugar en este momento, como suele suceder en el duodécimo mes del calendario musulmán, pese a los estrictos controles sanitarios a los que obliga la pandemia.
Arabia Saudita, con poco menos de 34 millones de habitantes, declaró 268.934 casos de coronavirus y 2.760 fallecidos a causa de la enfermedad. Por lo tanto, extremó todos los cuidados para evitar contagios. Según estimaciones oficiales, sólo fueron acreditados mil fieles (a cada uno se le dio una identificación que debe ser exhibida) y todos son residentes árabes. En caso contrario, de haber podido llegar, tendrían que guardar cuarentena previa y posterior.
Esa cifra es infinitamente menor a la que el destino suele recibir año tras año; en 2019, por ejemplo, fueron 2,5 millones de musulmanes. El cronograma de actividades comenzó con las tradicionales siete vueltas a la Kabaa, el edificio rectangular cubierto de seda negra bordada con versos del Corán, que es el centro neurálgico de la ceremonia. En uno de sus extremos pende la “Piedra negra”, una joya musulmana que debe besarse, un rito que este año se omitió deliberadamente.
Esta vez, se tomó la fiebre, se repartió alcohol y fue obligatorio el uso de barbijos y la distancia de un metro entre peregrinos. Las fuerzas de seguridad de la Gran Mezquita monitoreaban de cerca todos los movimientos y no se registraron incidentes.
Los fieles replicaron siete veces el trayecto de 400 metros que había hecho la esposa del profeta Abraham, Hajar, entre dos promontorios rocosos de la Kabaa.
Finalmente, caminarán cinco kilómetros hacia el este, hasta llegar a la localidad de Mina, en donde pasan la noche. La cadena de televisión nacional El Ekbariya informó que toda la ceremonia tuvo lugar hasta ahora con gran rapidez, "en un tiempo récord y con total fluidez". "No nos preocupa la seguridad este año, se trata de proteger a los peregrinos de los peligros del coronavirus", declaró a esta señal estatal el director de Seguridad Pública, Jaled bin Qarar al Harbi. En las proximidades de todo el itinerario habrá varias ambulancias y clínicas móviles para cubrir cualquier imprevisto.
Al amanecer del siguiente día, sobre el monte Arafat, alabarán al profeta Mahoma en una jornada enteramente dedicada a la oración. Luego irán a Muzdalifa, harán rezos nocturnos y buscarán las piedras que utilizarán al día siguiente en la Lapidación en la que blasfeman contra un demonio simbólico, recordando las tentaciones que tuvo que soportar el profeta Abraham. De regreso a la mezquita de La Meca, se vuelven a repetir las siete vueltas en torno a la Kabaa, se pide perdón a Alá y el Hach llega a su fin, hasta el año próximo.
El hach o la peregrinación es el quinto de los pilares del islam y el Corán reza que un musulmán debe peregrinar a la casa de Abraham, en la ciudad de La Meca, al menos una vez en la vida si dispone de medios económicos y salud para hacerlo. Los otros pilares del Islam son profesar la fe, rezar cinco veces al día, hacer una donación anual a los pobres y practicar el ayuno durante Ramadán.
Asistir no es gratis (cuesta unos 20 mil euros) y requiere gastos que este año estuvieron a cargo del gobierno, al menos el alojamiento y las comidas. Para algunos, hubo disponibles unas cabinas de fibra de vidrio apilables en las que puede dormirse. Son similares a los hoteles ambulantes que hay en algunos aeropuertos de Japón.
El impacto económico del coronavirus también es alto en este país ya que sus ingresos turísticos son en promedio de 17.000 millones (datos de 2018), en gran parte gracias al turismo religioso. La Meca pasó a ser un punto sagrado desde el año 628, cuando Mahoma peregrinó allí junto a 1.400 hombres para valorizar las enseñanzas del profeta Abraham.