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Pilar Rahola: "Hay más militantes y clientes que pensadores en este mundo, porque pensar es más difícil que creer"

Pilar Rahola
Pilar Rahola | Elespañol.com

“El eslogan es que los Kirchner eran de izquierda, pero de esa izquierda que yo huyo, y, en un primer momento, Mauricio Macri era más conservador y me pareció lo más progresista que había. Luego la cosa se torció”, afirma la periodista española Pilar Rahola.

La escritora, que acaba de publicar en su país su nueva novela “El espía del Ritz”, sueña con poder dejar alguna vez todas sus luchas para dedicarse por completo a la literatura, su gran pasión.

“Si no tuviéramos tantos problemas en el mundo, Israel viviera en paz, no mataran a los toros, Cataluña fuera independiente y en la Argentina no hubiera corruptos, sólo escribiría ficción. Sería muy feliz haciendo esto solo, inventando mis historias, mis personajes, rescatando momentos históricos y dándole un poco de brillo”, resalta.

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Sin embargo, destaca que eso le resulta imposible por el compromiso que tiene con las causas que ha abrazado a lo largo de su trayectoria como periodista y política, que la llevó a ser diputada y vicealcaldesa de Barcelona.

“Cada día me pregunto: ¿qué hago yo en este lío? Pero el mundo me apela, tengo hijos, nietos y gente que me importa. El mundo me importa y sería incapaz de vivir a espaldas de los problemas que soy capaz de ver. Si no los viera, pero los veo, sino tuviera opinión, pero la tengo, si no quisiera implicarme, pero me implico. Soy como el escorpión de la fábula: va en mi naturaleza”, señala.

Esta postura, especialmente su combate contra el terrorismo y su apoyo al derecho a existir del Estado de Israel, le valió amenazas, al punto de que durante varias temporadas tuvo que desplazarse con custodia personal para cuidar de su seguridad y la de su familia ante el temor de que pudiera recibir ataques de extremistas.

Situaciones como esta son las que hicieron que muchas veces se replanteara si seguir adelante con su lucha o abandonarlo todo y volcarse nuevamente a la literatura. Una de ellas la recuerda en detalle, porque ha quedado marcada en su mente: cuando se enteró de la muerte del fiscal Alberto Nisman, el 18 de enero.

“He tenido momentos de mucha rabia, por ejemplo, cuando mataron a Nisman, porque había hablado con él dos días antes, cuando estaba viajando por España. Le tenía una profunda estima. En ese momento, recordé una frase que durante unas semanas me persiguió mucho – detalla -. Un día estábamos merendando en el Hotel Alvear, él ya estaba con todo el lío de la acusación contra la presidenta y con todo el tema de Irán, estaba muy enfadado, muy dolido de la enorme vergüenza que todo aquello representaba, y en un momento determinado me dijo: ‘Estos tipos me van a matar, ya verás”. Esa frase la decimos mucho los que nos dedicamos a estos temas, porque al final cuando hablás de terrorismo, es una idea que alguna vez se te pasa por la cabeza. No le di ninguna importancia y al cabo de poco lo mataron. Esa frase me creció en el cerebro, en el corazón y me angustió. Durante un tiempo, fue de esos días que dije: ¡puf! me siento cansada, pero luego empecé a luchar para que alguien recordara que lo habían matado”.

Rahola está acostumbrada a las luchas quijotescas. “Soy una antitaurina en un país taurino, una mujer en un país machista, una republicana en una monarquía”, resalta, a lo que habría que agregarle que es una defensora a ultranza de la independencia de Cataluña. Sin embargo, prefiere evitar los encasillamientos ideológicos a la hora definirse en política.

“Siempre fui eclética en política. Nunca fui dogmática. No quiero partidos que me digan lo que tengo que pensar, ni me quiero recostar en ninguna ideología. En derechos civiles, estoy en posiciones de izquierda, en materia económica, soy una liberal, en luchas contra las ideas totalitarias, podría ser una conservadora – concluye -. Todo lo que era el pensamiento más dogmático de la izquierda me pareció siempre un punto religioso, me preocupaba, porque no tenía cabida la libertad de pensamiento, la disidencia. Los partidos de izquierda llevaban puntos de sectarismo, dogmatismo y muerte de pensamiento. Se sustituía el pensamiento por el dogma, el debate por la pancarta y no me sentía cómoda. En este mundo, más hay militantes y clientes que pensadores porque pensar es más difícil que creer”.

 

Entrevista concedida al programa “Voces y memorias” de  Hernán Dobry, que se emite los martes a las 20 por Eco Medios AM 1220.