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La fiesta de San Fermín fue sin corridas ni toros, pero con miles de visitantes

La tradicional fiesta de Pamplona se vivió entre lágrimas y tapabocas. Ya se lanzó la convocatoria para el 2021 para dar una señal de esperanza.

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La tradición de San Fermín este año sin toros. | Agencia Afp

“Las razones de que San Fermin ocupe un lugar entre las siete fiestas con más fama mundial es que hay mucha juerga ininterrumpida durante nueve días, del 6 al 14 de julio. La fiesta no se detiene”, reza la página oficial de Pamplona, en España, y es cierto: en 2020 el jaleo no se detiene, pero esta vez fue diferente.

No se escuchó el tradicional “chupinazo” (o txupinazo) del mediodía del 6 de julio, el estruendo que se dispara desde el balcón de la casa consistorial de Pamplona, en Navarra, para anunciar que la fiesta ha comenzado. Tampoco hubo corrida de toros, ese “encierro” de 875 metros desde la cuesta de Santo Domingo, en el que los más cojonudos corren, sin aliento y con el corazón en la mano, delante de seis toros guiados por seis cabestros hasta la plaza de toros. Aunque a ojo de buen cubero no den las cuentas (¿9 cuadras en dos minutos?) nunca puede durar más de tres minutos, porque los toros se estresan –más aún- y podrían desorientarse, aunque los callejones estén demarcados y preestablecidos.

Fotos | Catorce personas heridas durante los encierros de San Fermín

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Participar es gratis y no hay que inscribirse, sólo es requisito ser mayor de 18 años y no haber bebido previamente. Y el Ayuntamiento de Pamplona, que organiza San Fermín, no anda con vueltas: el que se sale de la raya, cárcel o multa. Lo más obvio, es que se prohíbe hostigar o maltratar animales, llamar su atención, esperarlos en ángulos o recovecos y abrir puertas a su paso. La práctica ya tiene cuatro siglos, cuando los carniceros llevaban a los animales a la plaza y esa era la manera más práctica, vistosa y popular de hacerlo. 

A falta de toros, los más desorientados fueron los novatos que no sabían qué hacer con sus pañuelos rojos, enseña emblemática del encuentro, siempre sobre atuendo blanco. Los que tienen muchos 'sanfermines' en su haber aseguran que hay que llevarlo en la muñeca, el bolsillo o la mano hasta que el maestro de ceremonia dispare el chupinazo y grite a voz en cuello: “Viva San Fermín, Gora San Fermín”. Ahí es cuando se anuda al cuello hasta que termine la fiesta.

Y aunque sin toros ni corridas, cuesta repetir con otros “que fue la no fiesta”, porque sólo poder salir a las calles de España a celebrar la vida bajo el sol, promediando un año de tantas muertes y dolor, fue para los españoles y los miles de visitantes, una celebración con euforia, barbijos y lágrimas. “Amanece, que no es poco”, decían a coro con José Luis Cuerda, en 1989; y vuelve a ser actual. 

Sin embargo, hay planes, hay futuro. Bajo el hashtag #LosViviremos, un enorme pañuelo rojo invitaba desde la ochava del Ayuntamiento a la convocatoria del año próximo. Porque esta fiesta ya se acaba, y arriba en la calle, ya van dando vuelta a la cuesta.

CP