Doctor y licenciado en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Rosario (UNR), magíster en Sociología y Ciencia Política por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), miembro de la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP) y director del Centro de Investigaciones de políticas Subnacionales (CIPS) de la UNR, Gastón Mutti se especializa en procesos electorales y en el estudio de boleta única de papel y esta semana participó de la Agenda Académica de Perfil Educación. “La boleta única de papel garantiza la totalidad de candidaturas en el cuarto oscuro. Este es el elemento más fuerte que uno tenga que plantear a favor de ese sistema electoral. Paradójicamente, se ha aducido que beneficia los partidos más chicos pero, en realidad, el elector vota lo que quiere votar. Cuando uno analiza las candidaturas a nivel provincial donde existe boleta única, los partidos políticos más chicos han tenido la misma performance que tuvieron cuando no se utilizaba este instrumento”, sostuvo.
Docente de Teoría Política I y Teoría de la Administración Pública II en UNR y de Problemática Política en la Universidad Nacional Entre Ríos (UNER), Mutti es coautor de “Boleta única. Estudio comparado de los casos de Córdoba y Santa Fe” y autor de “Los procesos electorales en perspectivas comparadas”, “La aceleración máxima de los peligros recurrentes en democracia” y “Los dilemas de las democracias en América del Sur y sus dilemas”. “El problema que uno está observando entre el Presidente y la vicepresidenta en la Argentina es una situación de poder bicéfalo, a pesar de que nuestro sistema constitucional, es un sistema evidentemente de carácter presidencialista. Esta situación de compartir una importante cuota de poder por parte de la vicepresidencia de la Nación lleva a que haya un cuestionamiento o una acomodamiento de las decisiones del Ejecutivo nacional también a ciertos posicionamientos de la vicepresidencia de la Nación”, agregó.
—“Boleta única. Estudio comparado de los casos de Córdoba y Santa Fe”, un gran trabajo editado por la Universidad Nacional de Rosario, es el ensayo académico más riguroso sobre el estudio de la implementación de boletas únicas de papel en la Argentina. El libro, que lo tiene a usted como uno de sus autores, plantea que se trata de una reforma que “permitió generar mayores niveles de transparencia e igualdad en la disputa electoral”, a la vez que “impidió la distorsión de la voluntad de los electores al dificultar notablemente conocidas prácticas como el voto cadena y la adulteración de boletas”. ¿Qué representó la implementación de la boleta única de papel en los casos que usted investigó?
—En primer lugar, habría que preguntarse por qué se empezó a discutir el problema de la boleta única en estas provincias. No podemos olvidar que son discusiones que se establecieron sobre finales de la década del 2000 y que los gobiernos provinciales, particularmente el caso santafesino, habían estado atravesando situaciones de modificación de sus sistemas electorales para dejar atrás la práctica de la ley de lemas y que se introdujera una nueva forma de discutir las candidaturas que fueron las PASO. Fue un proceso que también estaba muy marcado por las discusiones propias de la provincia en relación con los partidos políticos y su posibilidad de llevar adelante los procesos electorales. Junto a la Universidad Católica de Córdoba, nosotros investigamos desde la Universidad Nacional de Rosario ambos procesos electorales para tratar de compararlos. En el caso de Santa Fe fue una reforma impulsada por el Frente Progresista Cívico y Social y el entonces gobernador Binner y en el caso de Córdoba fue implementada por el oficialismo justicialista. Otra diferencia es que, mientras que en el caso cordobés se le entrega a cada ciudadano una sola hoja de papel en el cual tiene la totalidad de los cargos electivos para poder ser seleccionados y en el caso santafesino se le entrega una hoja de papel por cada uno de los cargos electivos a ser seleccionados. Eso abre la puerta a que la elección pueda ser mucho más personalizada en el caso santafesino que en el caso cordobés. Pero es importante destacar que no podemos culpabilizar a la boleta única de situaciones que son previas, son precedentes. Porque la personalización de la política no es algo que surja con la boleta única, sino que está en la política desde la década de los 90. La pregunta que podríamos hacer es ¿cuántos de los electores que votan con boleta sábana horizontal tienen conocimiento de la totalidad de los candidatos? Además, la ley incluye esta idea de que al ingresar al salón de votación se haya dispuesto previamente la totalidad de la difusión de las listas completas.
—En las últimas semanas se realizaron audiencias públicas sobre esta posible reforma en el Congreso. Los especialistas y académicos que cuestionaron la implementación sostienen que el sistema actual no presenta elevados índices de fraude y advierten que el sistema electoral argentino es uno de los más robustos y respetados de la región. De acuerdo a su experiencia, ¿por qué sería favorable realizar esta modificación a pesar de que no hay grandes denuncias de irregularidades?
—El argumento que se utilizó para la presentación de la boleta única en Santa Fe, que fue el que esgrimió la entonces candidata Carrió en el año 2007, tiene que ver con algunas irregularidades. Lo que se planteó es que como todos los partidos políticos no pueden garantizar fiscales en todos los lugares de votación, si se le sustraen las boletas del cuarto oscuro no se puede emitir el voto para ese partido. Pero también hay irregularidades relacionadas a otro tema, que tiene que ver con el dinero para la impresión de las boletas, que es dado por el Estado a los partidos políticos. Los partidos políticos son los que se encargan de hacer imprimir las boletas y son los que se encargan de la distribución. Y allí aparecen cuestiones que pueden ser denunciadas como corrupción porque se da una situación donde la cantidad de boletas que se imprimen no necesariamente coinciden con las cantidades de boletas que fueron financiadas.
—De acuerdo al último sondeo de Poliarquía, el 67% de los encuestados está a favor de la boleta única de papel. El estudio indica que es respaldada por el 86% de los votantes de Juntos por el Cambio y por el 55% de los que votaron por el Frente de Todos. ¿Por qué cree, sin embargo, que se trata de una reforma que es rechazada por Alberto Fernández y por Cristina Kirchner?
—Los números de Poliarquía coinciden con aquellos que nosotros obtuvimos durante las primeras votaciones con boletas únicas que se hicieron tanto en el caso cordobés como en el caso santafesino. El equipo de la Universidad Católica de Córdoba llevó adelante encuestas que preguntaban cómo había sido el acto de votación, en el sentido de la practicidad o no del sistema. Porque si nos ponemos a pensar en la ejecución de un voto es un acto mecánicamente muy simple: es doblar un papel y ponerlo dentro de un sobre, o es marcar una cruz sobre un papel. Sin embargo, es un acto que implica todo otro conjunto de razonamientos, posicionamientos, ideologías, que se nos vuelve muy complejo, no en lo material no en lo mecánico, sino en lo identitario respecto de cómo nosotros nos observamos en tantos ciudadanos. Entonces lo que vemos en las encuestas que se han llevado adelante en las distintas provincias es una observación por parte del elector muy positiva respecto de la boleta única. Ahora bien, allí hay un caso que es interesante y es que respecto a esta diferencia de casi 30% entre lo que piensan los votantes de Juntos por el Cambio y los del Frente de Todos respecto a la boleta única de papel. Empiezan a jugar situaciones que están relacionadas con la afinidad partidaria de cada uno de esos electores y con respecto a la posición que ha defendido el Frente de Todos favoreciendo la boleta sábana de carácter horizontal y está en relación con ciertas prácticas y culturas partidarias. Una cultura partidaria muy arraigada es que el elemento de publicidad partidaria preelectoral son las boletas. Y eso no podría ocurrir con la boleta única porque la controla el Estado y porque es administrada por el presidente de mesa. En cambio, lo que ahora nosotros encontramos en cada campaña en el ingreso de nuestro edificio o debajo de la puerta a nuestra casa, son las boletas electorales sábanas que nos hace llegar el partido o la alianza electoral. La idea es que si yo te doy la boleta, vos vas a poder ir al cuarto oscuro y vas a colocar ese símbolo partidario y esa boleta en la urna. Es una forma también de cultura política muy propia de cómo se hacen las campañas electoral por parte de los partidos.
—A través de su experiencia en investigación académica sobre este instrumento electoral, ¿qué le aporta la boleta única a una elección?
—La boleta única de papel garantizala totalidad de las candidaturas en el cuarto oscuro. Este es el argumento más fuerte que uno tenga que plantear a favor de ese sistema electoral. Paradójicamente, se ha aducido que beneficia los partidos más chicos pero, en realidad, el elector vota lo que quiere votar. Cuando uno analiza las candidaturas a nivel provincial donde existe boleta única, los partidos políticos más chicos han tenido la misma performance que tuvieron cuando no se utilizaba este instrumento. La boleta única en papel también puede evitar el “voto cadena”, asociado con una práctica clientelar, que obliga a un elector a votar en función de lo que le indica un puntero político introduciendo el sobre que le dio antes de ingresar al lugar de votación. Pero en Santa Fe se demostró que algunos votantes tomaban una foto con su celular para mostrar qué estaban votando y eso también puede dar lugar a un sistema de contraprestación por lo que se prohibió ingresar al cuarto oscuro con celulares. La otra ventaja que puede presentar la boleta única es la forma de votación. Es una forma de votación muy ágil, es de más fácil visualización la totalidad de las candidaturas cuando uno ingresa a un cuarto oscuro.
—En una de sus investigaciones, usted demostró que la boleta única de papel permitiría terminar “con lo que se denomina «partidos de alquiler»: agrupaciones políticas que se presentan a los comicios, obtienen financiamiento para imprimir las boletas, lo hacen a menor calidad y la diferencia la usan con fines ajenos a su objetivo”. ¿Podría ampliar esa definición?
—Los partidos de alquiler son los casos de candidatos a nivel nacional o a nivel provincial que están buscando partidos para poder presentarse. Eso lo podemos ver cuando se está hablando ahora de sectores libertarios o de algunos grupos de movimientos sociales que quieren llevar candidaturas en este momento y analizan cuáles son los partidos que podrían llegar a utilizar. Estos partidos de alquiler son partidos en los cuales ciertos personajes públicos intentan llevar adelante su candidatura pero necesitan de una estructura jurídica que es el partido político. En la provincia de Santa Fe hemos encontrado grupos antiaborto que terminaron consiguiendo bancas a partir de la sigla de un partido al cual ellos no pertenecían.
—En “La aceleración de los peligros recurrentes de la democracia”, usted sostiene que unos de los desafíos del sistema argentino es “presidencialización” de la democracia y, citando a Rosanvallón advierte que “no es más que la consecuencia de una evolución política más profunda: el enorme crecimiento del Poder Ejecutivo”. Sin embargo, lo que se observa en el gobierno actual es un crecimiento del poder de la vicepresidenta. ¿Cómo analiza este fenómeno desde la teoría y la filosofía política?
—El problema que uno está observando entre el Presidente y la vicepresidenta en la Argentina es una situación de poder bicéfalo, a pesar de que nuestro sistema constitucional, es un sistema evidentemente de carácter presidencialista. Esta situación de compartir una importante cuota de poder por parte de la Vicepresidencia de la Nación lleva a que haya un cuestionamiento o un acomodamiento de las decisiones del Ejecutivo nacional también a ciertos posicionamientos de la Vicepresidencia de la Nación. En ese sentido, lo que genera allí es que el problema está en cuán rápido o lentos son, o si se producen o no se producen. Lo que nosotros observamos, en líneas generales, es que desde las elecciones de 2019 esos acomodamientos se han dado más temprano o más tarde. La gran preocupación es sobre los costos que pueden llegar a tener realizarlos o postergarlos en el tiempo que generen falta de credibilidad por parte del Ejecutivo. Es difícil buscar ejemplos de este estilo. Uno puede encontrar en la historia argentina a líderes políticos que están debilitados en algún momento, como fue el caso de Alfonsín o De la Rúa. O también ejemplos regionales de tensión entre presidentes y ex presidentes, como sucedió en nuestro país o en Colombia con Uribe. Pero siempre son ejemplos por fuera del binomio presidencial que estaba gobernando. Siempre se ha encontrado en la figura de la vicepresidencia un rol mucho más secundario en el esquema presidencialista en el cual los vicepresidentes tienen como función generalmente la presidencia del Senado.
—En “Los procesos electorales en perspectivas comparadas”, usted advierte que “en muchos estudios el sistema de partidos ha sido considerado en su conformación como una variable dependiente de las variables institucionales”. En ese sentido, ¿cómo analiza el sistema de alianzas que se observa en Argentina: Juntos por el Cambio y el Frente de Todos lograrán institucionalizarse o son producto de una coyuntura que con el tiempo desaparecerán?
—Hay una idea muy fuerte de que las instituciones moldean a los partidos políticos. Pero no podemos pensar que siempre los partidos políticos van a tener una relación de espejo con las instituciones. Los partidos políticos moldean también las instituciones, las redefinen, las dotan de contenido o les quitan contenido y en algunos casos las reemplazan por otras. Vemos que hay reconfiguración permanente de esta situación. Pero es muy posible que mientras la situación en Argentina sea de bipolaridad, haya un incentivo para las que las alianzas se mantengan lo más unidas posibles.
—Esta sección se llama Agenda Académica porque propone brindarle a docentes e investigadores un espacio en los medios masivos de comunicación para que difundan sus trabajos. La última pregunta tiene que ver con el objeto de estudio: ¿por qué decidió dedicarse en procesos electorales y en el estudio de boleta única de papel?
—Siempre me interesó discutir colocando en la agenda de temas nacionales de la Ciencia Política aquellos aspectos que hacían a los casos provinciales. Partimos de una creencia, una percepción respecto de cómo observamos el sistema político argentino y es que hay que prestar atención a lo que sucede en las provincias también para entender lo que sucede en el ámbito nacional. Desde esa perspectiva nos encontramos que había no solamente que observar con mucha claridad el cómo se llevaban adelante las ofertas electorales, sino también como eran seleccionados los candidatos que luego se convertían en los gobernantes. Además, porque el impacto que los sistemas electorales tuvieron sobre la conformación de las discusiones y de las agendas políticas provinciales siempre fue muy alto. Pensar a los partidos políticos es pensar a la democracia y sabemos que en nuestro país se considera que es imposible ejercer las prácticas de la democracia sin los partidos políticos.
Producción: Narella Arienzo
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