Alerta Climática

Los científicos advierten que una corriente atlántica clave está al borde del colapso

Investigadores de la Universidad de Exeter revelan que la corriente subpolar del Atlántico Norte ha perdido estabilidad desde la década de 1950 debido al cambio climático, aproximándose a un punto de inflexión que podría desencadenar un enfriamiento regional en Europa similar a una 'Pequeña Edad de Hielo'.

Imagen ilustrativa Foto: CEDOC

Un equipo de científicos de la Universidad de Exeter ha emitido una severa advertencia: un sistema vital de corrientes en el Océano Atlántico Norte, crucial para la regulación del clima en el hemisferio norte, está mostrando signos de inestabilidad y podría estar acercándose a un "punto de inflexión" catastrófico.

El estudio, basado en el análisis de archivos naturales de larga data, sugiere que la pérdida de resiliencia de este sistema podría desencadenar cambios climáticos abruptos y de gran alcance, desde inviernos mucho más duros en Europa hasta alteraciones en los patrones de lluvia a nivel mundial.

Este fenómeno puede causar fríos extremos 

La investigación se centra en la Circulación Meridional de Vuelco del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés) y en un sistema de corrientes giratorias relacionado conocido como el giro subpolar (SPG). La AMOC funciona como una gigantesca cinta transportadora oceánica, llevando agua cálida desde los trópicos hacia el norte y enviando agua fría y densa de vuelta hacia el sur en las profundidades. Este mecanismo es fundamental para mantener temperaturas relativamente estables en gran parte de Europa.

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Sin embargo, el calentamiento global está alterando este delicado equilibrio. El derretimiento acelerado del hielo de Groenlandia está vertiendo enormes cantidades de agua dulce y fría en el Atlántico Norte. Esta afluencia reduce la salinidad y la densidad del agua superficial, dificultando que se hunda y, por lo tanto, debilitando el motor que impulsa toda la circulación.

Derretimiento glaciares

"Nuestros resultados proporcionan evidencia independiente de que el Atlántico Norte ha perdido estabilidad, lo que sugiere que un punto de inflexión podría estar acercándose", afirmó en comunicados a la prensa la Dra. Beatriz Arellano Nava, investigadora de la Universidad de Exeter y autora principal del estudio. "Es muy preocupante", añadió.

Para llegar a esta conclusión, el equipo de Exeter no se basó únicamente en los modelos climáticos habituales, sino que analizó los registros contenidos en las conchas de almejas quahog, moluscos que pueden vivir más de 500 años.

Las capas de sus conchas actúan como un archivo anual de las condiciones oceánicas, permitiendo a los científicos reconstruir los patrones de las corrientes a lo largo de los últimos siglos. Descubrieron que, a lo largo de los últimos 150 años, el sistema de corrientes ha tardado cada vez más en recuperarse de las perturbaciones, un indicador clásico de que un sistema se está volviendo inestable y se aproxima a un umbral crítico.

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Las consecuencias de un colapso total o incluso de un debilitamiento drástico de la AMOC serían devastadoras. Los modelos predicen un enfriamiento profundo en el noroeste de Europa, con inviernos mucho más severos y tormentas más intensas, un escenario que algunos comparan con una "Pequeña Edad de Hielo". 

Océano Atlántico Norte

Al mismo tiempo, podría provocar un aumento acelerado del nivel del mar en la costa este de Estados Unidos y un desplazamiento hacia el sur de los cinturones de lluvia tropical, lo que afectaría gravemente la agricultura y el suministro de alimentos para miles de millones de personas en todo el mundo.

Aunque los científicos subrayan que es incierto cuándo podría alcanzarse exactamente este punto de no retorno, otros estudios recientes han sugerido que podría ocurrir en cualquier momento desde 2025 hasta finales de siglo, si las emisiones de gases de efecto invernadero no se reducen drásticamente.

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El profesor Tim Lenton, director del Instituto de Sistemas Globales de la Universidad de Exeter y coautor del estudio, señaló que un colapso en la formación de aguas profundas en el giro subpolar "podría verse como una alerta temprana de un punto de inflexión en la AMOC".

La advertencia del equipo de Exeter se suma a un creciente cuerpo de evidencia que indica que los sistemas climáticos de la Tierra se están acercando a umbrales peligrosos, lo que intensifica la urgencia de una acción climática global inmediata para reducir las emisiones y evitar los peores escenarios.

Océano Atlántico Norte corre peligro

¿Qué es la Corriente Subpolar del Atlántico Norte?

La Corriente Subpolar del Atlántico Norte, conocida como North Atlantic Subpolar Gyre en inglés, constituye un vasto sistema de corrientes oceánicas rotativas ubicado al sur de Groenlandia, en la región subpolar del océano Atlántico. Este giro se forma por la interacción de vientos dominantes y la rotación terrestre, creando un patrón circular que abarca miles de kilómetros cuadrados.

Como uno de los cinco giros subtropicales principales en el mundo, opera en una escala masiva, influyendo en la dinámica superficial del océano y actuando como un componente esencial para el transporte de agua marina en el hemisferio norte. 

Los científicos advierten que una corriente atlántica clave está al borde del colapso

Esta corriente forma parte integral de la Circulación Meridional de Vuelco del Atlántico, un complejo sistema global de corrientes oceánicas que funciona como una "cinta transportadora" para distribuir calor, nutrientes y dióxido de carbono a través de los océanos. El giro subpolar contribuye al hundimiento de aguas densas y frías en las profundidades oceánicas, un proceso impulsado por la salinidad y la temperatura, que permite el flujo de agua cálida desde los trópicos hacia latitudes más altas. Sin esta interacción, el equilibrio térmico de los océanos se vería gravemente alterado, afectando no solo la circulación marina sino también los patrones atmosféricos conectados.

Posibles inviernos crudos en Estados Unidos y Europa

La importancia de esta corriente radica en su rol regulador del clima en Europa y Norteamérica, donde mantiene temperaturas templadas al transportar calor equivalente a millones de gigavatios desde regiones ecuatoriales. Su debilitamiento podría interrumpir este flujo, generando cambios abruptos en el clima regional, como inviernos más severos y variaciones en las precipitaciones. Además, al estar vinculada con procesos globales, influye en la absorción de carbono oceánico, lo que tiene repercusiones directas en el ciclo del carbono y la acidificación de los mares.