"Cráneo destrozado" y "un fusil entre las piernas", así encontraron muerto a Salvador Allende
El periodista Carlos Tromben publicó "Allende, una novela en cinco actos", donde mezcla ficción y realidad para contar la vida del presidente socialista de Chile, a 50 años de su derrocamiento.
A 50 años del golpe que derrocó a Salvador Allende, los homenajes, las revisiones y las críticas están a flor de piel en Chile y en el resto del mundo que recuerda aquel intento socialismo democrático que el salvaje golpe militar perpetrado por Augusto Pinochet puso fin y abrió una dictadura de 17 años.
El periodista y escritor Carlos Tromben publicó Allende, una novela en cinco actos, que está a mitad de camino entre la literatura y la historia. Anticipamos un fragmento del final del presidente chileno que había ilusionado a tantos y que terminó de la peor manera.
"El cuerpo de Salvador Allende fue encontrado en el salón Independencia de La Moneda, en un sofá rojo, con el cráneo destrozado y una ametralladora AK-47 entre sus piernas. A un lado había una máscara antigás y al otro un casco inútil. Detrás, en un contraste absurdo, colgaba un gobelino con una escena pastoril. A su alrededor todo se derrumbaba, todo ardía, los militares subían por las escaleras y se escuchaban tiroteos dispersos, inútiles, todavía mortales. Sus colaboradores más leales y cercanos habían bajado, se estaban entregando a los militares y a la muerte. Todo ocurrió muy rápido o muy lento, en cualquier caso, el tiempo se bifurcó en un interior y un exterior, el de Allende en el momento de tomar el arma y apuntársela, y el del mundo que a su alrededor se derrumbaba como en una tragedia griega.
"Esto ocurrió en un país mórbido y violento, que llevaba años naturalizando la muerte como un trámite más, ventilándola en los diarios a través de titulares y fotos explícitas. Violencia contra las mujeres, los niños y los ancianos, violencia gratuita, tribal, ideologizada. Violencia sin razón, violencia contra sí mismos. Esto le ocurrió a un hombre que de joven hizo decenas, cientos de autopsias en cuerpos fallecidos de manera violenta, que lidió con locos peligrosos, que vivió con extraordinaria intensidad y que huyó del tedio como si fuese un veneno mortal. Un hombre que sedujo a muchas mujeres y a millones de personas con un relato y una épica. Un hombre que olvidaba nombres propios y letras de canciones, pero que se sabía de memoria todas y cada una de las partes del cuerpo humano.
"Hallado el cuerpo de Allende por un colaborador y luego por los militares, periciado por un equipo de policías de la brigada de homicidios, fue sacado del palacio ensangrentado para ser sometido a la autopsia de rigor. Establecida su identidad y la causa de muerte (solo quedó la duda de si fueron una o dos balas las que le destrozaron el cráneo), descartada la presencia de alcohol en su organismo, se procedió a levantar un acta. Según esta Salvador Allende traía consigo apenas dos objetos: un reloj y una llave. Qué cajones abría o cerraba, qué secretos íntimos encerraba, nunca se sabrá”.