La era del entrenador-gerente
El domingo pasado contra Racing, Boca dejó de jugar muy mal, como lo venía haciendo, y pasó simplemente a jugar mal. ¡Un progreso! Eso hizo que bajara el nivel de la discusión sobre la eventual continuidad de Miguel Ángel Russo, acuciado por los malos resultados, el mal funcionamiento del equipo y los rumores sobre un deterioro en su salud. Si por alguna de esas tres razones –u otras– Russo se va de Boca, ¿quién vendría? O, dicho de otro modo: ¿quién es hoy un gran entrenador de fútbol? O, más aún: ¿qué es hoy un director técnico?
Russo, junto tal vez a Gareca y alguno más que ahora olvido, es el último de los entrenadores a la antigua, que toma mucho de los de la generación anterior, la de Bilardo, Veira, Basile o Menotti (con las obvias diferencias de estilo y capacidades). Esa figura de “gran” entrenador, de director técnico “sabio”, con inmensa ascendencia sobre el plantel, parece hoy estar en crisis. Tal vez Gallardo tenga algo de eso, aunque con los años (y en este segundo ciclo más que nunca) se fue convirtiendo en la figura del “entrenador-gerente”, sobre la que diremos unas palabras dentro de unos párrafos.
Ninguno de los técnicos (algunos mejores, otros peores) que circulan en la actualidad por el ambiente del fútbol local (o los argentinos que dirigen afuera) reúne las características de los de las generaciones anteriores. Quizás por eso sea tan difícil encontrar reemplazante a una eventual salida de Russo. Boca necesita un “gran” técnico y eso parece no existir más. No digo esto con melancolía por esos técnicos, de hecho, varios de ellos me parecen muy malos, empezando por Menotti. Pero sí es posible pensar que hoy a un director técnico se le pide más que sea un administrador que un líder, un coordinador que un estratega, un planificador que un guía. Por supuesto que hay en funciones entrenadores con más espaldas que otros, algunos que tienen más interés en el trabajo en el campo de juego y otros en la rosca con los dirigentes y los representantes, pero, en general, todos tienen una cosa “light”, leve, etérea, si se los compara con los de antes. Y también hay menos clivajes tácticos. Muchas veces se nombra al director técnico tal o cual, y no logro darme cuenta de qué los diferencia tácticamente. Se dirá que un técnico no dogmático (categoría que no integra, por ejemplo, Bielsa) tiene que adaptarse a los jugadores que tiene. Concedido. Pero también se le pide que imponga su impronta. Pero, ¿qué impronta tienen los técnicos hoy?
Entre tanto, en Europa sobre todo, se impuso la figura del entrenador-gerente. No es raro que algo así ocurra, finalmente su trabajo reside en administrar piernas que valen millones de dólares. Cuando tienen tiempo, los mejores también demuestran que saben hacer jugar bien a sus equipos, como el PSG de Luis Enrique. Aquí, el único director técnico que cumple al mismo tiempo un rol gerencial es Gallardo. El Muñeco ya no se conforma con lo que tiene, sino que contrata él mismo, pide cada vez más, busca un equipo supermillonario, nada en la abundancia. Pero, curiosamente, su equipo todavía no juega bien.
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