Francisco oró por la paz en su primer Vía Crucis después de la pandemia
Ante miles de personas alrededor del Coliseo romano, el Papa pidió a Dios “desarmar la mano armada del hermano que se levanta contra otro hermano”. Dos amigas, una ucraniana y otra rusa, cargaron la cruz en una estación, una iniciativa que Kiev criticó porque no es tiempo aún de “reconciliación”.
El papa Francisco oró ayer en Roma por la paz en el mundo durante el sugestivo Vía Crucis nocturno alrededor del Coliseo, marcado este año por la guerra entre Ucrania y Rusia.
“Señor, desarma la mano armada del hermano que se levanta contra otro hermano, para que donde haya odio florezca la concordia”, clamó Francisco tras la ceremonia.
El Papa llegó hacia las nueve de la noche locales al célebre monumento romano, en donde miles de personas, turistas y religiosos, la mayoría con antorchas, lo esperaban.
Después de haber sido suspendida dos años por la pandemia de coronavirus, el Papa volvió a presidir la ceremonia, transmitida en directo por televisión a numerosos países.
Francisco, de 85 años, vestido con un abrigo blanco, asistió al tradicional rito desde la terraza del Palatino, bajo un toldo instalado frente al imponente anfiteatro romano y no recorrió a pie las 14 estaciones que conmemoran el calvario de Cristo hasta su crucifixión.
El Vía Crucis es un rito antiquísimo, que el papa Juan XXIII organizó en el Coliseo en 1959, y que fue retomado por Paulo VI en 1965. Desde entonces, todos los Pontífices han presidido siempre el rito, confiando las meditaciones de las cartorce estaciones a sacerdotes, religiosos, laicos, padres y madres de familia, teólogos y escritores.
Este año la redacción de las meditaciones fueron encargadas a varias familias, debido a que la Iglesia Católica celebra el año de la Familia.
En ellas se habló de las enfermedades, de los ancianos, de la soledad, de la precariedad laboral, de los padres que adoptan hijos.
El Papa escuchó concentrado las meditaciones que hablaban también de los males que aquejan el mundo de hoy.
La meditación preparada por dos mujeres de Ucrania y Rusia, invitadas a llevar la cruz en la penúltima estación, generó polémicas en la comunidad ucraniana y fue sustituida por un largo silencio.
“Ante la muerte el silencio es más elocuente que las palabras. Oremos en silencio y cada uno rece en su corazón por la paz en el mundo”, pidió el orador.
Pocas horas antes, el Pontífice había reconocido en una entrevista a la televisión pública italiana “que el mundo está en guerra” y lamentó que se haya elegido como modelo “el cainismo, es decir matar al hermano”, explicó.
El Jueves Santo, Francisco volvió a reiterar su mensaje de solidaridad y misericordia con los que sufren y se desplazó a una cárcel a 80 kilómetros de Roma para lavar los pies a doce detenidos, en una ceremonia que rememora la última de cena de Jesús con los doce apóstoles.
Mañana culminarán las celebraciones de Semana Santa con la misa de Resurrección y el mensaje “Urbi et orbi”, a la ciudad y al mundo.
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