La rutina extrema de la primera ministra de Japón reabrió el debate por el mortal exceso de trabajo: "Duermo dos horas"
Sanae Takaichi generó una ola de indignación por obligar a su personal a trabajar a la madrugada en un país marcado por las muertes por exceso de trabajo, un fenómeno conocido como "karoshi".
La escena ocurrió antes del amanecer. Poco después de las tres de la madrugada, la primera ministra de Japón, Sanae Takaichi, salió de su residencia para encontrarse con su equipo y revisar los borradores de una intervención parlamentaria programada para las 9. La reunión, de unas tres horas, despertó una ola de críticas en un país donde los casos documentados de muertes por agotamiento obligaron al Estado a fijar límites estrictos de horas extra en 2019.
"Sesión de estudio a las 3 de la mañana", fue la manera en que la prensa local calificó el encuentro entre la jefa de gobierno y su equipo, una conducta alineada a su obsesión con el trabajo desde que se convirtió en la primera mujer en alcanzar el máximo cargo de gobierno en el país insular. "Duermo dos horas, cuatro como máximo", sostuvo.
Si bien a priori la mandataria conservadora intentó mostrar un valor "positivo" de la rutina "extrema", generó un aluvión de críticas de quienes sostienen que reinstala un modelo laboral dañino que se intenta desactivar hace años. Además, ocurrió en un contexto delicado a nivel local, marcado por la reforma laboral y las tensiones con China en torno al estatus de Taiwán.
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Críticas a la "rutina extrema" de la primera ministra de Japón
La flamante primera ministra de Japón, Sanae Takaichi, llegó al poder en octubre de este 2025 con una promesa que encendió luces amarillas desde el primer día: el trabajo como principal directiva. "Voy a trabajar y trabajar y trabajar y trabajar", repitió en varios encuentros. Conservadora, disciplinada hasta el extremo y reconocida por evitar cualquier actividad social, Takaichi construyó su carrera política sobre la idea de que la entrega absoluta al trabajo es la base de toda responsabilidad pública.
Pero incluso para los estándares de la líder del Partido Liberal Democrático (PLD), la escena que protagonizó hace unas semanas resultó sorprendente: salió de su residencia poco después de las 3 de la madrugada para reunirse con su equipo antes de una sesión parlamentaria. El encuentro, que se extendió durante tres horas, fue bautizado como "l", un gesto que para algunos refleja el compromiso casi obsesivo de Takaichi con la productividad y que reactivó un debate profundo en Japón: ¿qué costo tiene la cultura laboral del sacrificio?
Sanae Takaichi
El debate por la "muerte por exceso de trabajo"
El país no es ajeno al problema. Desde los años 80, Japón convive con una cultura de trabajo ardua que combina extensas jornadas laborales y las "nomikai", las cenas de empresa después del trabajo cuya asistencia puede afectar las oportunidades de ascenso profesional. Sin embargo, también dio lugar a casos de un fenómeno conocido como karoshi —la muerte por exceso de trabajo—, un fenómeno que llevó al Estado a reconocer oficialmente el término y a indemnizar a familias enteras. Por eso, la decisión de la primera ministra tocó un nervio sensible.
Entre los más críticos estuvo Yoshihiko Noda, exprimer ministro y referente de la oposición, quien calificó la decisión de "locura". "Está bien que trabaje, pero no debería involucrar a otras personas. A esa hora, todo el mundo está en la cama", señaló.
Ante el revuelo, Takaichi intentó aclarar lo sucedido. Alegó que el fax de su casa —una herramienta que aún domina la burocracia japonesa— "se había atascado". Como todavía no se mudó a la residencia oficial —explicó— decidió trasladarse allí para revisar documentos antes de la sesión presupuestaria de la Kokkai (el Congreso japonés). Ante el Parlamento, reconoció que su preparación a esa hora había "causado molestias" a su equipo, pero sostuvo que era necesario "reescribir los borradores de las respuestas" antes de las 9 de la mañana.
Desde el oficialismo, la defensa fue inmediata. Midori Matsushima, legisladora del PLD, publicó en X: "Incluso una adicta al trabajo como la primera ministra Takaichi no querría estar trabajando a las 3 a.m.", responsabilizando insólitamente a la oposición por "entregar tarde sus preguntas".
También hubo respaldo desde el sector empresarial a la actitud de la primera ministra. Kenji Koshio, director ejecutivo de la firma de electrónica Shindenki, fue categórico en su blog." ¿Por qué no la primera ministra de Japón?", escribió en un texto que fue viral en redes, comparando su rol con soldados o bomberos que trabajan 24/7. "¿Por qué no dejan de ser tan patéticos y agradecen a quien trabaja duro por el pueblo de Japón?", continuó.
Una cultura laboral que no da respiro
El debate en Japón se produce en un momento en que Japón discute relajar los límites de horas extras, fijados en 45 horas mensuales desde 2019. La medida surgió tras el suicidio de Matsuri Takahashi, una empleada del gigante publicitario Dentsu, que llegó a registrar más de 100 horas extra al mes.
Por su parte, Takaichi respalda flexibilizar el techo de horas trabajadas, argumentando que para muchos japoneses las horas extra son una fuente vital de ingresos. Sin embargo, debió moderar su discurso luego del desenlace fatal de Takahashi. "No apruebo las horas extraordinarias que conducen a la muerte por exceso de trabajo", dijo ante la Dieta. Le preocupa, en tanto, que una reducción del pago por extra horas empuje a los trabajadores "a aceptar empleos secundarios que dañen su salud".
Pero en Japón la preocupación no es menor. El país asiático tiene uno de los índices más altos de estrés laboral del mundo, con una población agotada, baja natalidad y jornadas que muchas veces superan las 12 horas reales. El teletrabajo nunca terminó de consolidarse tras la pandemia, y la idea de "dedicarse por completo" al empleador sigue culturalmente arraigada.
Según datos del Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón, el país atraviesa un deterioro sin precedentes en su salud laboral. En el año fiscal 2024, los casos reconocidos oficialmente como accidentes de trabajo vinculados al exceso de horas y al estrés alcanzaron un récord histórico de 1.304, es decir, 196 más que el año anterior.
En tanto, la cifra revela una tendencia alarmante: 247 fueron enfermedades cerebrovasculares o cardíacas asociadas a jornadas extenuantes, mientras que 1.057 correspondieron a trastornos mentales, principalmente depresión. Por primera vez, los casos psiquiátricos superaron la barrera de los mil, e incluyeron 89 suicidios o intentos de suicidio, un dato que reaviva la discusión sobre el impacto estructural de la cultura del sacrificio que domina el mercado laboral japonés.
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El doble desafío de Sanae Takaichi
Como primera mujer en ocupar la jefatura del gobierno japonés, Takaichi enfrenta un doble escrutinio. Sus detractores la acusan de reforzar un modelo laboral extremo que afecta con especial dureza a las mujeres, quienes ya cargan con la mayor parte del trabajo doméstico. Además, luego del incidente "de las 3 de la madrugada", familiares de víctimas de karoshi criticaron su mensaje: una líder que asegura dormir "dos horas, cuatro como máximo", según admitió, transmite un estándar inalcanzable y peligroso.
El equilibrio trabajo-vida privada —concepto que Takaichi llegó a calificar de "innecesario" en campaña— es una de las discusiones pendientes de la sociedad japonesa. Y la figura de una primera ministra que parece replicar el modelo de "sacrificio absoluto" incomoda incluso a sectores que celebran su llegada al poder como un avance histórico en términos de igualdad de género.
Desde que asumió hace apenas tres semanas, Takaichi tuvo una agenda vertiginosa: recibió al presidente Donald Trump en Tokio, asistió a reuniones en Corea del Sur y Malasia, y debió enfrentar un Parlamento cada vez más fragmentado. Además, en el frente externo sumó nuevas tensiones con la China de Xi Jinping, luego de afirmar que el uso de la fuerza militar en un eventual conflicto en Taiwán (la línea roja de Beijing) podría considerarse una "situación que amenaza la supervivencia" de Japón.
En paralelo, sus aliados aseguran que su ritmo es temporal; sus críticos creen que está consolidando un estilo de gobierno que podría profundizar la cultura del agotamiento.Shigeaki Koga, ex funcionario del Ministerio de Economía, lo sintetizó: "Un primer ministro no puede relajarse", admitió. "Pero lo mejor es trabajar duro en secreto. Las 3 a.m., pase lo que pase, es demasiado temprano".
cd cp