Arturo Porzecanski: "El problema de la economía argentina es de la sociedad"
El economista uruguayo aseguró que la crisis económica actual "no es culpa solamente del equipo económico" y señaló la falta de consenso social como uno de las principales causas.
Arturo Porzecanski, economista uruguayo y experto en finanzas internacionales, sostuvo que “el problema de la economía argentina es de la sociedad”. En diálogo con Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190), explicó que la volatilidad financiera y la falta de confianza en las instituciones reflejan fallas que van más allá de la gestión del Gobierno. "En Uruguay es más fácil no meterse tan profundo en un pozo como lo es evidentemente en Argentina", aseguró.
Arturo Porzecanski es un economista uruguayo, investigador y profesor. Es experto en finanzas internacionales y mercados emergentes. Trabajó como economista internacional en el JP Morgan entre 1977 y 1989. Fue profesor de economía internacional en American University hasta 2021. Actualmente es investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos de American University.
Estamos absolutamente sorprendidos con el erratismo. Pasamos de un día que parece que todo está solucionado a otro en el que todo se cae. Anuncios de 20.000 millones de dólares, luego se duplican a 40.000.¿Cuál es su interpretación de qué es lo que está pasando? ¿Por qué se duplica la ayuda?
Una característica bastante inusual de la Argentina es que hay momentos de aparente normalidad donde los agentes financieros parece que son lógicos, operan con calma, miden los riesgos y las oportunidades, y no hay cambios violentos en variables como la bolsa, los bonos, las tasas de interés o la tasa de cambio. Pero esta no es la primera vez donde vemos una crisis de confianza que se refleja en el mercado financiero, donde de repente la demanda de pesos se evapora y todo el mundo quiere dolarizarse, especialmente cuando el precio luce barato. Esto es algo que el equipo económico debería haber sabido porque lo vivieron hace ocho años más o menos, y también en ocasiones previas. Deberían haber reforzado las reservas que no tienen hoy por hoy para no tener que estar dependiendo tanto de la ayuda del extranjero. Tampoco deberían haber permitido el atraso cambiario que utilizaron para bajar la inflación y las expectativas de inflación.
Entonces, hoy estamos aquí en medio de esta crisis de confianza y, evidentemente, incluso cuando el ministro de Hacienda de Estados Unidos dice que apoya a Argentina y muestra disposición a intervenir en el mercado cambiario, eso aparentemente no alcanza para tranquilizar las aguas. No es culpa solamente del equipo económico. Obviamente, la sociedad tiene un problema que este y otros equipos económicos no han podido manejar bien o manejar mejor. Así que es un momento para reflexionar realmente sobre dónde está la Argentina, para dónde va, de dónde viene, porque se ha vuelto inmanejable.
Usted, siendo uruguayo, está muy cerca de la Argentina, pero al mismo tiempo tiene la distancia de no ser argentino. Mencionaba la sociedad argentina. Acá nosotros nos referimos a ciertos paralelismos con el año 2001, donde también distintas formas de salvataje terminaron no dando resultado y saliendo de la convertibilidad. Y, al revés, Uruguay pudo lograr entre 2001 y 2002 una ayuda del Tesoro norteamericano y de esa manera no caer en la crisis que cayó la Argentina. Me gustaría que hiciera alguna comparación de la reminiscencia que usted encuentra entre el 2001 argentino y el actual y las diferencias entre los distintos rumbos que tomaron a partir de ese 2001 Argentina y Uruguay.
Le aclaro a la audiencia que yo vivo en la ciudad de Nueva York. Estoy radicado en Estados Unidos hace muchos años, pero obviamente me acuerdo muy bien de los años 2001 y 2002 en la Argentina y en el Uruguay, aunque lo viví desde afuera. Estaba trabajando en Wall Street en aquellos días, pero me acuerdo muy bien. Efectivamente, hubieron muchos contrastes.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) empujó al Uruguay a hacer lo mismo que hizo Argentina, es decir, a congelar depósitos, imponer controles de capital, reestructurar la deuda con una quita muy importante. Y desde el presidente del país en aquella época para abajo, hubo una determinación de seguir un camino diferente en los partidos políticos, uno mucho menos destructivo. En ese caso, ellos ya tenían un programa con el FMI, pero al contrario del caso de Argentina de hoy, no lo habían aumentado. Así que pudieron negociar un aumento de ese programa.
Como cuando uno negocia con el FMI todas las cosas demoran porque es una burocracia, apelaron al Tesoro americano y a la Reserva Federal a ver si le podían dar un préstamo puente. Y eso es lo que se efectivizó porque había una corrida bancaria. Comenzó con los argentinos que sacaban su dinero de los bancos y los uruguayos empezaron a darse cuenta de que mejor se tenían que avivar porque si no se iban a quedar sin nada. Y se anunció un préstamo durante un fin de semana, se efectivizó el crédito un lunes y se paró la corrida cambiaria y el dinero se devolvió con intereses ese mismo viernes. Ahí vemos la gran diferencia.
La diferencia se ve porque las variables económicas ya estaban saneadas y porque había un compromiso político de todos los partidos de apoyar un programa de ajuste adicional. Y entonces la palabra del Tesoro y esa ayudita calmó las aguas y se acabó el problema. Pero sí hay muchas diferencias en la trayectoria histórica del Uruguay y la de Argentina. Y yo creo que en Uruguay es más fácil no meterse tan profundo en un pozo como lo es evidentemente en Argentina.
Usted se refiere a que había un acuerdo de todos los partidos políticos, y antes habló de la sociedad argentina. Podríamos decir que los partidos son representantes de una sociedad. ¿Usted cree que los argentinos son más indisciplinados, más transgresores, y los uruguayos tienen una actitud más estoica, más responsable?
Los uruguayos no somos ningunos santos. Nosotros también pasamos en los sesentas y los setentas por una cuasi guerra civil y una hiperinflación y muchos problemas, pero nos curamos en salud. Y lo mismo pasó en Chile, y lo mismo pasó en Perú, y lo mismo pasó en México, y lo mismo pasó en muchos otros países en Europa y en Asia. Filipinas tuvo hiperinflación, como Indonesia. No hay santos. Pero se curaron en salud. Llegó un momento donde la gente se dio cuenta de que una polarización hundía a la sociedad y no le daba el apoyo político necesario a los gobiernos para hacer las cosas bien y con horizonte.
Y ciertamente, desde los ochentas para acá ha habido tal consenso social en Uruguay, en Chile, en otros países y parece que no lo hay en Argentina. La sociedad argentina se mantiene muy dividida en cuanto a diagnósticos y en cuanto a medios y alternativas y lamentablemente lo estamos pasando en Estados Unidos. Ahora también la sociedad americana está muy dividida, como ustedes sabrán, y hay casos de violencia y todo. Así que hoy por hoy en Estados Unidos tenemos también problemas de ese tipo de falta de consenso social.
Scott Bessent anunció que la ayuda total para Argentina alcanzaría los US$ 40.000 millones
Mencionó al secretario del Tesoro traduciéndolo como ministro de finanzas, que es distinto a ministro de Economía. ¿Scott Bessent es representante de alguna manera de esta época de la financiarización del mundo, en el cual se elige un trader financiero? Uno intuye que la economía es mucho más que las finanzas. Y entonces supone que quien está al frente del Tesoro no solamente cuidaría las finanzas, sino la economía en su conjunto. Pero, ¿cuál es la diferencia entre finanzas y economía? ¿Cómo lo ve a Scott Bessent?
Lo bueno de Estados Unidos es que el sector privado es el que lleva el país hacia delante y en general el clima de negocios. El clima de inversiones ha sido muy liberal, donde la gente que quiere contratar, despedir, invertir, cerrar una fábrica o mudarse a otro país, lo puede hacer sin problemas y sin costos mayores. En cierto sentido, en Estados Unidos nos podemos dar el lujo de tener ministros que no sean necesariamente los más competentes o los más amistosos o los más predecibles. En general han sido gente de bien, pero la economía marcha y lo estamos viendo ahora.
Hay una parálisis del gobierno por falta de acuerdo presupuestario y todo el mundo va a trabajar, todo sigue igual y los servicios públicos esenciales continúan. Si uno precisa un pasaporte o si uno precisa un trámite urgente, se puede hacer. Y entonces realmente no importa mucho que pudiera ser mejor o menos financista y más economicista. Hoy por hoy, para estar en el gabinete de Trump la principal calificación es ser obediente al Presidente. Él no se rodea de gente que le dice que no. Bessent es un hombre de Wall Street, no es el primero, no será el último, pero aquí el que manda es Trump y es él el que le ha dicho que hay que apoyar a la Argentina.
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