Hay erosión de Milei, pero probablemente ganará en octubre sin una oposición consolidada
El consultor Andrei Román adviertió que el gobierno enfrenta una creciente impaciencia social por la falta de resultados, pero que “la inercia opositora y el rechazo al pasado peronista” permiten a Milei conservar su base electoral.
“Milei todavía conserva su capital político”, señaló el especialista en opinión pública, Andrei Roman, que midió en su último informe de julio un aumento en la desaprobación hacia el presidente. Aunque detectó “una erosión lenta” en la imagen del gobierno, advierte que la falta de alternativas con “credibilidad, legitimidad y discurso” hace que “no vea otro ganador” en las elecciones legislativas de octubre. “Básicamente, Milei gana más tiempo”, sintetizó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Andrei Román es el fundador y CEO de Intel, la consultora de inteligencia de datos de alta frecuencia que desarrolla tecnología de big data, soluciones cuantitativas complejas que muchas veces se aplican a encuestas electorales, y que fue la consultora que más acertó en varias ocasiones en América Latina, especialmente en el caso nuestro de Argentina, en las últimas elecciones presidenciales. Nació en Rumania, se radicó en Brasil en el año 2006, es científico de datos, doctor en Gobierno por la Universidad de Harvard, fue consultor de gestión de ministros. Es fundador de Atlas Político, la mayor plataforma de transparencia política de Brasil. Trabajó en campañas presidenciales en Brasil desde el año 2010, la del 2014, y escribe columnas, como por ejemplo, para el diario El País de España.
El último informe publicado por tu consultora muestra que las curvas de aprobación y desaprobación de la opinión pública sobre el presidente se han cruzado varias veces desde que asumió. Por ejemplo, en junio pasado, las cifras eran prácticamente iguales: 44% aprobaba, 44% desaprobaba. Pero en julio, la desaprobación volvió a subir hasta casi el 48%. Y mi pregunta es: más allá de estas oscilaciones, si el aceleracionismo con el que estamos viviendo hoy, una realidad tan distinta de hace cinco años, no hace que el trabajo de ustedes, no sé si la palabra es que los vuelva locos, porque de aquí a dentro de dos meses podría cambiar todo. ¿Cómo resuelven ustedes el tema de la velocidad en el cambio de humor de las sociedades?
En nuestro caso, nuestra metodología es una metodología digital, con una recolecta de datos diarios. Así que es quizás una de las mejores maneras de entender, casi en tiempo real, el rumbo del humor en términos de opinión pública. Logramos hacer esto muy rápido. Es básicamente lo que diferencia nuestro trabajo de empresas con metodologías más tradicionales. Lo que yo diría, a partir de este tipo de estudio a lo largo de los últimos meses, es que siento que hay un poco más de volatilidad ahora que al inicio del mandato del presidente Milei. Me parece que hay un cansancio un poco mayor, en relación a expectativas que no necesariamente están siendo cumplidas dentro de un plazo razonable. Existen un número muy grande de reformas, principalmente económicas, con un control de la inflación hasta ahora con muchos sacrificios en términos sociales, bastante dolor entre los sectores más vulnerables de la sociedad, pensionistas; entonces, me da la impresión, por parte de la sociedad argentina, de que los sacrificios han sido hechos y estamos todos muy listos, preparados y ansiosos para ver también un inicio de una nueva era de prosperidad que no llega. Así que este sentimiento de frustración, de cansancio con una situación económica que debería mejorar, pero todavía no mejora, pienso que está creando de cierta manera una volatilidad mayor de la opinión pública, en relación a la percepción del gobierno y del presidente Milei. Y por cuenta de esto, cualquier tipo de noticia puede tener un impacto un poco más exagerado, porque hay una falta mayor de paciencia en relación a la situación de Argentina hoy.
Nuestra experiencia de décadas es que las sociedades le asignan a sus presidentes una esperanza porque hay una espera. Y eso dura un tiempo. Y si pasado ese tiempo esa esperanza no se confirma en hechos concretos, de manera muy rápida se produce un cambio de humor que fue siendo acumulado, como en las represas, que se acumula para producir la descarga en determinado momento. Entiendo bien lo que vos estás diciendo que empezás a percibir que estamos llegando a ese punto de inflexión, que todavía las encuestas no lo muestran, porque finalmente está bastante pareja la aprobación y la desaprobación ¿Sentís que estamos en un momento de cambio de ciclo en cuanto a la valoración de Milei por parte de la sociedad argentina?
No, no diría esto. La principal razón siendo la falta de alternativas. Cuando se trata de una solución para la economía de Argentina, no hay hoy un actor político con mayor credibilidad que el gobierno actual, liderado por Milei, en términos de mostrar cuál sería la alternativa, cuál sería un camino para esta prosperidad, diferente de lo que Milei ha prometido. Entonces, existe un patrón de espera, donde aquellos que piensan que Milei tenía buenas ideas y buenas intenciones están cansados, están frustrados, que las cosas se están tardando en llegar, pero no tienen otras alternativas viables en el campo político de Argentina hoy. Y esto, de alguna manera, ayuda a Milei en términos de conservar su capital político, en un momento delicado, complejo. Si el desgaste del peronismo no fuera tan grande, por cuenta del pasado de los últimos 10, 20 años, principalmente en el campo económico, pero también en la cuestión de la corrupción, quizás este cambio de humor sería más rápido, este punto de inflexión llegaría más temprano. Pero, como las alternativas no son tan claras, tan viables, entonces, con esto, básicamente Milei gana más tiempo.
Esto tiene implicaciones bastante importantes, por ejemplo, en términos electorales, pensando en las próximas elecciones legislativas. De un lado, no podrá más contar el gobierno con la misma ola de entusiasmo o de movilización política que en las últimas elecciones presidenciales. Pero, del otro lado, opositor, también es difícil convencer a electores de Milei. Así que veo una situación en Argentina de mayor polarización, de una cierta inercia de competición política, donde el gobierno, poco a poco, tiene una erosión en términos de capital político, pero es muy lento. Y esta lentitud se debe principalmente a las debilidades históricas acumuladas en el tiempo de la oposición actual.
Claudio Mardones: Estamos ante un gobierno que busca revalidar los títulos en las elecciones del 26 de octubre, con una oposición que no tiene programa. Pero en el medio los sacrificios fueron hechos y están esperando los resultados. Pero ahí hay un tema con la agenda positiva del gobierno, que es muy acotada, y uno está vinculado al control del dólar. Y empieza a surgir una volatilidad, en donde el gobierno aparece enredado con su propio discurso político, sin poder explicar que, además de que los sacrificios fueron hechos, la única agenda positiva es el control del dólar.
Y empieza a entrar en un proceso de fragilidad que nadie se esperaba. ¿Esto puede configurar una nueva fragilidad para el oficialismo, más allá de la inercia opositora?
Pues, de hecho, algo muy peligroso para el gobierno hoy es la cuestión del control del cambio, e, implícitamente, el control de la inflación. Quizás el mayor logro del gobierno hasta ahora es haber logrado, con sacrificios muy altos, controlar la inflación. Si esto se descontrola hasta la elección, evidentemente será un golpe político muy muy grande. Mismo así, cuánto es que la oposición logra capitalizar arriba de esto, es una cuestión que veo en abierto. Pero sí, no pienso que podremos tener algo peor, en términos de un golpe político relevante para el gobierno, que el descontrol inflacionario, sin duda. Ahora sí, mismo con esto, probablemente este descontrol es menor que la situación anterior, en el gobierno de Alberto Fernández o los anteriores de Cristina Kirchner. Así que es relativo.
O sea, vos das ganador al gobierno en las elecciones estas de octubre y que el desgaste se va a ir produciendo progresivamente, pero más adelante, después de la elección de octubre.
Sí, veo una erosión. Una erosión lenta. Pienso que la pregunta sobre el cambio es muy buena, porque puede acelerar este proceso de erosión. Mismo así, no veo a otro ganador en las elecciones legislativas. No pienso que la oposición todavía se haya reconfigurado en términos de discurso, de propuesta política, de credibilidad, de legitimidad, para que pueda realmente ganar las próximas elecciones. Si hay una crisis, evidentemente este diagnóstico necesitará una revisión.
Me gustaría que nos contaras si es correcto que Lula estaba perdiendo apoyo progresivamente, esa erosión que vos marcás del apoyo, pero que, a partir de las sanciones que el presidente de Estados Unidos tomó tanto contra miembros del Supremo Tribunal, como con los impuestos que se le colocan a las importaciones brasileñas, los aranceles, la suerte de Lula cambió. Y que hasta Tarcísio, quien sería su opositor probable en las elecciones, cuando tenga que intentar renovar su mandato Lula, se ve obligado a apoyarlo.Y que Lula volvió a crecer gracias a Trump. Me gustaría una síntesis tuya de cómo es la situación de Lula y de sus competidores de cara a dentro de dos años, en función de lo que está haciendo Trump.
Sí, sin duda Trump resucitó la popularidad de Lula y sus chances en la próxima elección. Antes de este conflicto entre los dos gobiernos, Lula estaba en una situación de erosión estructural de su base de apoyo político.
Hay cuestiones hasta demográficas y regionales: una penetración mucho mayor del bolsonarismo, del movimiento conservador, en regiones que antiguamente eran muy claramente hegemónicas para la izquierda, principalmente en el nordeste de Brasil. Y hay un gobierno que no tiene muchas cosas para mostrar después de tres años. No tiene grandes campeones de popularidad, no tiene nuevos programas, nuevas ideas. Básicamente, el proyecto político de Lula hoy es muy semejante al proyecto político que tenía más de diez años atrás. Y en este tiempo, Brasil cambió. La estructura de ingresos, las perspectivas de la clase media baja cambiaron.
FMI: perdón por la falta de reservas, cambios poselectorales y un aviso por la fragilidad monetaria
Entonces, la propuesta política necesitaba de una revisión para adecuarse a los nuevos tiempos, y esto no sucedió. Y es por esto que, hasta este evento de Trump y los aranceles, desde el inicio de su gobierno hasta este momento muy reciente, la aprobación de Lula estaba cayendo en una trayectoria muy estable y clara. Y realmente, Trump, con su postura, que a la gran mayoría del público brasileño le parece muy agresiva, demasiado agresiva, autoritaria, injusta, logró activar un sentimiento de patriotismo y de defensa de la soberanía nacional, donde hasta sectores del empresariado, que antiguamente eran completamente opositores a Lula, ahora se ven en una alianza necesaria para entender cómo navegar estos nuevos tiempos.
Piensan, por ejemplo, en el empresariado, que ahora está completamente debilitado por los aranceles, sin entender cuál es su culpa, o la culpa de Brasil de manera más general, y solo tienen al gobierno brasileño como punto de contacto para, de alguna manera, entender cuál será una solución viable a partir de ahora.
También es un hecho que el hijo de Bolsonaro se encuentra en los Estados Unidos, que tiene contactos muy cercanos con la familia de Trump, con uno de los hijos de Trump, y que, de esta manera, la percepción que se queda es de que contribuyó directamente a las sanciones. Básicamente son sanciones, no son aranceles justificados por la misma lógica de competición comercial que Estados Unidos ha utilizado con China o con otros países con los cuales tiene un déficit comercial.
En el caso de Brasil, los Estados Unidos siempre han tenido un superávit. Y mismo así, ahora están adoptando aranceles con una lógica de retribución, por cuenta de cuestiones políticas. O sea, son sanciones. Es muy tóxico entonces, para la derecha brasileña, que el hijo del expresidente Bolsonaro, un diputado federal de los más votados en el Congreso Nacional, esté en los Estados Unidos articulando con el gobierno americano sanciones contra su propio país. No hay cómo no tener un costo político relevante por cuenta de esto.
Y el costo político está llegando. Está llegando también en las métricas de desaprobación de los liderazgos de derecha, y de una nueva envergadura, en términos electorales y de popularidad, para Lula y su gobierno, que no ha hecho básicamente nada. Es un momento de mucha suerte. Un gobierno que estaba en una crisis de proyecto, de discurso, de retórica, de no tener muchas cosas para mostrar después de tanto tiempo, ahora, por una lógica de conflicto con el gobierno americano, donde la mayoría de los brasileños se quedó completamente chocada con la injusticia de esta situación, pues disfruta de un rédito político relevante por cuenta de esto.
La Argentina está en una situación opuesta. O sea, Trump seduce a los argentinos, promete que no va a ser necesario más visa para entrar a los Estados Unidos, le pone menores aranceles. Es decir, demuestra exactamente la situación opuesta con Lula. Sobreactúa como un espejo invertido, de que Milei es su aliado y que Lula es su adversario. ¿Esto puede significar algo en las elecciones argentinas futuras si a Trump, por ejemplo, le fuera mal?
Depende mucho también de cuáles son los resultados tangibles.Si la economía de Argentina no mejora, si la exención de visados no es efectivada, si todo se queda solo en discurso y no hay cosas tangibles, principalmente como Trump no es una figura tan popular, tan querida en Argentina. También pienso que la posición de los argentinos en relación a Trump es mucho más utilitarista. Queriendo aprovechar esta aproximación y amistad entre los dos presidentes. Pero no pienso que la mayoría de los argentinos tiene una muy buena idea o un gran amor por Trump. Entonces, si los logros no aparecen, no veo mucho que ganar con esto. Por el contrario, podemos pensar que podremos tener más expectativas creadas, que no son en la misma línea de expectativas de prosperidad económica, que, al no concretarse, generan más frustración.
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