Matías Kulfas y la convertibilidad abreviada: “Esta estabilidad de cotillón evita estallido pero no logra reelección"
El exministro de Desarrollo Productivo advirtió que el Gobierno de Javier Milei sostiene una estabilidad "con dificultades de sostenimiento" y problemas en los sectores productivos. “El peronismo tiene que plantear una solución superadora”, afirmó.
Matías Kulfas, exministro de Desarrollo Productivo, sostuvo que la “estabilidad de cotillón” del gobierno de Javier Milei “evita un estallido pero no logra reelección”. En diálogo con Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190), el economista cuestionó la falta de un plan productivo y de empleo y advirtió que el esquema actual “repite una receta viejísima” basada en atraso cambiario y endeudamiento, que “ya fracasó". Al mismo tiempo, reclamó que el peronismo debe proponer una alternativa con "una mirada productiva, centrada en el empleo y en las posibilidades de progreso social".
Matías Kulfas es un académico, investigador, escritor, docente, licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires, director del Doctorado en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de San Martín y profesor de la UBA. Fue ministro de Desarrollo Productivo de la Nación entre los años 2019 y 2022, en la gestión de Alberto Fernández.
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¿Qué sentiste cuando se armó todo alrededor de la declaración de José Natanson, planteando que el peronismo tenía que tener un economista que fuera razonablemente aceptado por los mercados y que, junto con Emmanuel Álvarez Agis, colocó a Matías Kulfas?
Mi preocupación no es tanto de nombres. Obviamente, la mención que hace José Natanson, que es un periodista a quien respeto mucho, en lo personal me halaga, pero más allá de esa cuestión, mi preocupación central es que al peronismo lo veo todavía un poco extraviado. Le falta modernizar, ayornar su propuesta, dejar de estar haciendo referencias al pasado, que siempre puede ser una referencia, pero lo que hoy está pidiendo el pueblo argentino, es una propuesta de futuro. Me parece que un componente tiene que ver con la credibilidad, no específicamente la credibilidad respecto de los mercados, sino más que nada la credibilidad del pueblo argentino.
Es decir, lo que ha pasado en esta última elección es que ha habido un voto de confianza al Gobierno. Un voto de confianza que no es un cheque en blanco, porque claramente hay mucho malestar. Lo que todas las encuestas de opinión pública muestran es que hay enojo, que la plata no alcanza, que hay malestar con muchas políticas del Gobierno por su crueldad, insensibilidad, por el ataque al periodismo, por tantas cosas que no gustan. Pero, al mismo tiempo, esa misma sociedad está valorando positivamente la baja de la inflación y que haya un poquito más de previsibilidad.
Entonces, me parece que frente a esto, el peronismo tiene que plantear una solución superadora que signifique garantizar la estabilidad. En caso de lograrse finalmente bajar la inflación de manera sostenida, el peronismo va a continuar por esa senda, pero además le va a agregar todo lo que Javier Milei no está en condiciones de dar, que es justamente una mirada productiva, centrada en el empleo y en las posibilidades de progreso social.
¿Cómo se logra eso? ¿Cómo te imaginás un plan económico acordado dentro del peronismo y al mismo tiempo qué medidas debería plantear?
Lo que me imagino primero es un programa macroeconómico, que realmente tenga algunas definiciones básicas.
Aunque todavía no es oficial, el peronismo, hoy conducido por Cristina Kirchner, está elaborando un programa económico que tiene como base algo parecido al opuesto. Por ejemplo, rechazar la deuda argentina con el Fondo Monetario Internacional, en el porcentaje que supere lo que la cláusula del Fondo le permite endeudarse a cada país en función de su cuota, y que todo lo que esté por arriba de eso se refinancie sin tasa de interés y a larguísimo plazo. Eso implicaría una especie de default parcial con el Fondo Monetario, lo que plantearía nuevamente temor en los mercados, inclusive en la sociedad.
No te niego que ese tema existe. Hay sectores, incluso algunos con mucho peso por sus nombres, que plantean ese tipo de medidas, que van en la dirección contraria a tener una propuesta económica razonable, amigable y que genere credibilidad. Insisto, no solamente en los mercados, sino también en la sociedad en su conjunto. La sociedad no quiere que vuelva a haber inestabilidad, el default, que volvamos a tener una inflación que pueda llegar incluso a tres remarcaciones por mes.
En ese sentido, veo esas señales contrapuestas. Por un lado, está lo que vos decís, y es preocupante. Por otro lado, escucho cada vez más a economistas del peronismo, incluso algunos afines a Cristina, decir que el déficit fiscal, si no tiene financiamiento, no es posible. Entonces, que Argentina tiene que funcionar con equilibrio fiscal, cosa en la que estoy de acuerdo. Si tenés financiamiento a tasas razonables, está perfecto plantearse un escenario de financiamiento de infraestructura, obviamente con mesura, como hace todo el mundo, pero no es el caso de Argentina. Entonces, la discusión ya no es “equilibrio fiscal, sí o no”, sino que la discusión pasa a ser cómo se logra el equilibrio fiscal, porque no es que la manera en que lo hace Milei sea la única forma de tener equilibrio fiscal.
El equilibrio fiscal es la combinación entre tu programa recaudatorio impositivo, de ingresos y, por otro lado, tu programa de gastos. El gobierno de Milei está obsesionado con reducir gastos e ingresos fiscales, y estamos viendo un escenario donde la proyección es de ajuste permanente. No alcanza los recursos para el Garrahan, no alcanza para las universidades, se recorta a los jubilados, y la perspectiva hacia adelante es que esto va a empeorar, porque encima no hay una estrategia que busque mejorar los ingresos fiscales. Creo que estas son las cosas que hay que repensar, y creo que el peronismo puede tener una propuesta alternativa superadora a esto que plantea Milei, sin caer en una mirada vinculada al pasado.
En el kirchnerismo se cree que hay que rechazar una parte de la deuda externa y hacer una especie de default parcial de la deuda externa, algo parecido a retrotraernos a la situación previa al 2005. Esa parte del peronismo, el kirchnerismo, sigue pensando eso. Otra parte del peronismo quiere dar vuelta la página del kirchnerismo, pero no es la mayoritaria. Entonces, hay dos proyectos económicos en discusión: el que vos planteabas, respecto de que hay que resolver el problema financiero y lograr que se recupere la confianza con los mercados, y otro que es volver al pasado. Ese es el problema central del peronismo, y ese fue también el problema central durante el gobierno de Alberto Fernández. Vos y Martín Guzmán representaban esa búsqueda, mientras que el kirchnerismo creía que había que tener déficit fiscal. Esa fue, incluso, la división el día que el presidente del bloque, Máximo Kirchner, no aceptó el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). ¿Lo estoy planteando mal?
Yo te diría que sos optimista si creés que hay dos proyectos. Tal vez haya más de dos proyectos. Hoy, la verdad, lo que está faltando justamente es una buena síntesis. Es decir, el peronismo permanece unido, pero está unido como esa vasija que se rompió y que está pegada con poxipol, hasta incluso se notan los trazos que están pegados o atados con alambres. Es una unidad más de ficción o de marketing que de realidad. En ese sentido, creo que el peronismo necesita una discusión interna que logre una síntesis.
Se necesita una síntesis donde todas las partes cedan un poco porque entienden que hay un proyecto superador que los incluye a todos. Si no, se dividirá en por lo menos dos sectores distintos. Creo que es imposible sostener un proyecto porque lo que hemos visto en la última campaña es que no hubo propuesta. En la campaña de octubre en general predominaba una mirada de que Milei se caía solo, que el plan económico venía muy mal, que la gente estaba muy enojada. Cosas que, en parte, eran ciertas, porque no es que nada de eso sea irreal. Ahora, también es cierto que la gente mira para adelante, y entonces, ante la ausencia de una propuesta superadora, se prefirió aferrarse a este hilito de esperanza que significa la mejora de la estabilidad. Es necesario que el peronismo encuentre esa síntesis o, si no, que se sincere esta división y genere alternativas que le puedan dar mayores esperanzas al electorado.
Y finalmente, ¿esas dos visiones no fueron, de alguna manera, las que hicieron fracasar el gobierno de Alberto Fernández?
Sí, sin duda. Las internas del gobierno de Alberto Fernández fueron a cielo abierto. Prácticamente no hubo nada que se quedara en cuatro paredes, eran todos los días discusiones públicas, o cartas de Cristina (Kirchner). Eso le hizo un daño enorme a ese gobierno, al país y al propio peronismo. La gente lo tiene en el recuerdo fresco y no lo quiere repetir. Entonces, entre una unidad de cotillón que no es creíble, porque no hay cinco dirigentes que puedan decir más o menos el mismo relato, eso marca un problema de credibilidad.
Pero creo que también se va imponiendo la fuerza de la realidad. En el peronismo hay una cuestión de representatividad, y va a haber una exigencia de los diferentes sectores de dar una propuesta clara y superadora. Me parece que es muy evidente el valor que tiene la estabilización, y ese tiene que ser un mensaje de construcción para el peronismo.
En ese sentido también me quiero aferrar a las señales que hay de cambio dentro del peronismo. La propia Cristina ha hablado en alguna de sus cartas de la necesidad de construir un Estado más eficiente, más eficaz. Algunos economistas vinculados a ella ya están hablando de que no se puede vivir con déficit fiscal si no hay financiamiento. Esto hace un tiempo no pasaba. Hace un tiempo el mensaje de ese sector era, por ejemplo, que Brasil es un país con déficit fiscal y con baja inflación. Entonces, la conclusión era que la inflación no tiene nada que ver con el déficit fiscal. Y sí, si tenés financiamiento a tasas accesibles, podés tener déficit fiscal y eso no va a tener ningún efecto inflacionario. Ahora, en un país como Argentina que agotó todas las fuentes de financiamiento, que durante un tiempo largo tuvo que recurrir a la emisión monetaria como única fuente de financiamiento del déficit y encima desacumulando reservas, está claro que esa configuración macroeconómica te lleva a un régimen de alta inflación. Me parece un gesto importante de madurez empezar a modificar esta forma de pensar.
Creo el próximo paso es empezar a tener en cuenta que los mercados son importantes. Al FMI le podés plantear un montón de cosas. Podés renegociar y podés discutir el programa. El propio Milei lo ha hecho recientemente, con una forma bastante particular, pero lo que no podés hacer es decir que no vas a pagar, que vas a pedir una refinanciación que no está en ninguna reglamentación del Fondo, porque no va a ocurrir eso en la práctica. Lo que vas a generar es una zozobra en los mercados y estás planteando una relación supuestamente simétrica cuando no lo es. No es verdad que Argentina es un jugador internacional importante frente a la comunidad internacional. Argentina es un país del tercer pelotón de relevancia, y es un incumplidor serial en materia de deuda, con lo cual no es relevante su opinión. Entonces, tenemos que ser realistas en estas cosas y priorizar un pragmatismo que permita conseguir resultados tangibles para el pueblo argentino y no fantasías ideologistas.
¿Cuál es el problema del programa del actual Presidente?
El programa está a la vista desde desde el primer día. Es un es un plan que es una receta viejísima en Argentina que consiste en atrasar el tipo de cambio y generar un dólar barato como herramienta de estabilización de ancla para el resto de las variables de la economía y para bajar la inflación. Es una receta que se aplicó a fines de los 70 con (José Alfredo) Martínez de Hoz, en los 90 con (Carlos) Menem y (Domingo) Cavallo y que se aplicó hace poquito con con (Mauricio) Macri y (Luis) "Toto" Caputo en 2015 fundamentalmente.
En general, esos programas tienen el mismo problema: terminan generando problemas de sobre endeudamiento porque hay un desequilibrio en la balanza de pagos cuya única forma de resolver en el corto plazo es tomando deuda. Además, generan un problema serio en materia de producción y empleo porque la apertura económica y el dólar barato son un combo muy malo para la producción nacional, con lo cual se reduce la cantidad de empleos y estamos proyectando el año que viene una pérdida de unos 2.000 empleos industriales por mes como base. La cosa va a empeorar, no va a mejorar y genera problemas obviamente en el mercado de trabajo.
El Gobierno dice que esta vez es diferente porque lo están haciendo con equilibrio fiscal. Y no es así, porque el equilibrio fiscal te puede reducir la tensión sobre el mercado monetario, pero el atraso cambiario no te evita los problemas de balanza de pagos, como sucedió, por ejemplo, el caso de Chile en los 80, que con un una política muy parecida y con superávit fiscal fue a una crisis de deuda y tuvo una de las peores recesiones que se conocieran.
Todo esto está clarísimo. La diferencia también en este marco es que este es un gobierno que ha tenido una crisis cambiaria cada seis meses. La primera la tuvo hace un año y lo salvó el blanqueo de 20.000 millones de dólares. La segunda la tuvo en marzo de este año y lo salvó el acuerdo con el FMl. Y la tercera fue después de julio, cuando se acabaron se acabaron los dólares de la cosecha y hubo un una fuerte suba del tipo de cambio, y ahí Scott Bessent y Donald Trump lo salvaron. Entonces, decir que un plan económico es sólido, solvente y exitoso cuando cada seis meses tiene una crisis cambiaria y necesita un prestamista de última instancia o algo extraordinario como un blanqueo para salvarse, muestra a las claras que este es un plan que no funciona.
Decían que después de las elecciones iban a hacer cambios, pero no. La mirada que tenemos es que nada va a cambiar. El Presidente va a seguir insultando a pesar de su promesa de que iba a dejar de insultar y lo hizo esta semana, y el ministro de Economía va a seguir con este esquema de bandas cambiarias y buscando que el dólar vuelva nuevamente a ser un dólar barato.
Y esto lo que va a generar es una estabilización medio de cotillón con dificultades de sostenimiento y al mismo tiempo un problema muy grave en los sectores productivos. La respuesta ante esto no debe ser quedarse sentado esperando el fracaso de Milei, sino justamente plantear una solución superadora que no sea volver al pasado, sino que sea darle más sostenibilidad a esta a esta baja de la inflación y por sobre todas las cosas tener un plan productivo y de empleo, como ocurre en todo el mundo. Esta estabilidad de cotillón evita estallido pero no logra reelección.
En Brasil está Lula da Silva con el plan Nova Indústria Brasil que está funcionando muy bien. En México, la presidenta Claudia Sheinbaum lanzó este año el plan México, un plan productivo. No estoy hablando de cosas que hacen países que nada que ver con Argentina, te hablo de dos países vecinos de América Latina. Milei va a contramano de lo que ocurre en el mundo.
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¿Por cuánto tiempo se sostiene esa estabilidad de cotillón?
Lo que tiene el ministro Caputo es una una gran habilidad para seguir sacando chiches de la bolsa del payaso del cotillón. Tiene chance de seguir manteniendo esta estabilidad. Claramente hoy lo que tiene atrás es una fortaleza que no se había visto en otros tiempos de la Argentina, y es nada más y nada menos que al gobierno de Estados Unidos. La pregunta es si va a darle 20.000 millones de dólares cada seis meses, como estuvo ocurriendo en los últimos tiempos, si Argentina se queda sin dólares. Bueno. Yo lo veo difícil.
El Gobierno el año que viene tiene algunos elementos a favor. Hay unos 25 proyectos del RIGI que están arrancando. Es un ingreso de dólares que va a dinamizar un poquitito algunos sectores productivos, muy concentrados en energía y minería. Están focalizados en solamente cinco o seis provincias. Es el eje Neuquén-Río Negro por energía y es la cordillera de San Juan hasta Salta para la minería. En esas provincias vamos a ver algunos efectos positivos vinculados a la construcción de estos proyectos y en el caso de energía de oleoductos y y infraestructura energética, pero el efecto en las grandes ciudades va a ser muy limitado.
Lo que vamos a ver es un programa económico donde la gente no va a percibir mejoras tangibles más allá de la mejora en el crédito que puede aparecer. El empleo va a seguir teniendo una reacción muy pobre, y del punto de vista financiero veremos zozobra permanente con algunos momentos particulares donde haya que recurrir a estos conejos de la galera, donde claramente el equipo económico financiero se ha especializado en los últimos tiempos.
Imaginás a Milei y a Caputo llegando a 2027 con estos conejos que puedan seguir sacando de la galera, manteniendo una estabilidad de cotillón, pero como fue la convertibilidad en 1998, mostrando los efectos negativos en el ingreso, en el empleo, en la producción y en el consumo. Imaginás una sociedad hacia 2027 que busque una alternativa superadora, o sea, no un estallido ni una reelección. ¿Eso es lo que vos estás viendo?
Ese es un escenario muy probable, pero esto es Argentina y pasan todo el tiempo eventos inesperados. Hubo un momento donde Milei quedó muy comprometido tanto por los escándalos de los audios de (Diego) Spagnuolo, más la derrota en la provincia de Buenos Aires y ahí parecía que al Gobierno le temblaban sus cimientos. Es Argentina, hay que ser cauteloso. Ahora, el escenario que vos planteás me parece perfectamente posible.
Cada vez menos parangones o puntos de comparación con la convertibilidad de los 90. Básicamente porque en los 90 hubo un auge muy importante de la inversión en general y la inversión extranjera que abarcó un montón de sectores. No solamente hubo inversiones en los 90 en energía y minería, sino también mucha inversión en servicios en las grandes ciudades. Se construían nuevos shopping centers, nuevos supermercados y empresas de telefonía. Había un un verdadero crecimiento en los servicios que hacía que se viera también una mejora sustantiva en algunos sectores de clase media de las grandes ciudades. Por supuesto, era un crecimiento dual. Había personas a las que les iba mejor y después al mismo tiempo sectores industriales que entraban en crisis y despedían gente. Entonces, tenías las dos realidades, gente que le iba muy bien, gente que le iba muy mal y el que le iba muy mal en algún punto pensaría que ya le iba a tocar. Yo no veo esa situación proyectada a la Argentina de Milei.
Los sectores a los que les va bien están contados con los dedos de una mano, como energía y minería como una promesa que todavía no arrancó, pero creo que va a arrancar el año que viene. También el sector financiero y pare de contar. En la industria el escenario es bastante duro. Salvo excepciones puntuales, veo una situación muy crítica, con un aumento muy fuerte de las importaciones. Veo aparte también un escenario internacional distinto. Lo que ha avanzado China en materia de producción y productividad en los últimos años ha sido fenomenal. Entonces, hoy veo un montón de gente yendo a comprar insumos y hasta plantas enteras a China. Los efectos que tiene este proceso de apertura que hace Milei sobre las capacidades productivas y el consumo en Argentina son realmente muy limitados. Esto se va a ver con mayor claridad en los próximos meses y creo que va a acelerar la búsqueda de una alternativa.
Eso le permitió a la convertibilidad durar diez años y recién que se notara a partir del octavo año o del séptimo año sus efectos secundarios. Acá estaríamos hablando de que duraría solo cuatro años. Es decir, que en cuatro años llega al punto en que la convertibilidad llegó en ocho porque carece de esto que sí tuvo la convertibilidad. ¿Se lo puede explicar así también?
Sí, coincido. Es otro escenario internacional, otra estructura económica y social de la Argentina y otras oportunidades. En ese sentido, la cabeza de Milei está muy focalizada en un mundo que no existe. No comparto el plan, pero tendría algún sentido de fundamentación en los 90, o a comienzo de los 2000. Hoy me parece que está operando a contramano del mundo. No veo ningún país, ni siquiera de la región, que esté pensando las cosas de esta manera.
TV/MU
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