“Ubuntu”: la filosofía africana solidaria que sigue Julian Weich
El reconocido presentador de televisión compartió su experiencia de vida y cómo la solidaridad se convirtió en su motor diario. A través de la filosofía Ubuntu, entiende que ayudar al otro también transforma al que da.
“A mí me cambió la vida desde el momento que entendí que ser solidario era parte de mi vida y que no era una actividad, sino que era una forma de vivir”, dijo Julián Weich en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190). Para explicar su filosofía, citó el concepto sudafricano de Ubuntu, que significa “yo soy porque tú eres”, y agregó: “Se usa mucho en todo lo que tenga que ver con la necesidad de ver al otro como uno propio y no como un ajeno”.
Julián Weich es actor y presentador de televisión, conocido por su extensa trayectoria en programas de entretenimiento familiar. En el año 1994 se convirtió en el primer embajador de buena voluntad de UNICEF nombrado en la Argentina. Desde entonces, lidera acciones solidarias y educativas.
Contanos qué cambios ves respecto de la actitud de la sociedad hacia la solidaridad.
En el caso de Argentina voy a hablar porque es lo que más conozco. El argentino es muy solidario, pero desconfía. Para ser solidario tiene que confiar, porque él siente que lo que él dona lo van a vender, lo van a perder, lo van a malusar. Entonces, la obligación y la responsabilidad de las fundaciones, o ONGs, o asociaciones civiles, es garantizarle al donante que está haciendo las cosas bien, y a veces no es fácil mostrar qué está haciendo. En el caso UNICEF, que es una organización que depende de la ONU, yo hace 33 años que colaboro con ellos y estoy muy tranquilo de saber que lo que hacen, lo hacen bien. Tal vez no sea el total de la solución al problema, pero es una gran solución a los problemas de los derechos del niño en nuestro país.
¿Y cómo viste que haya ido evolucionando el carácter de solidaridad de la sociedad argentina?
Yo creo que la solidaridad no tiene partido político. Así como tampoco el que lo necesita. Cuando ves un chico con sus derechos vulnerados, no te preguntás de qué partido es, porque es un chico. Y me parece que la gente que ayuda, ayuda. Algunos lo pueden hacer a través de la política, otros a través de las organizaciones, o sea, a través de los clubes deportivos, a través en forma individual. O sea, hay infinitas maneras de ayudar. Lo importante es que todo el mundo haga un poco o haga algo, porque no se trata de que pocos se hagan mucho, sino de que muchos o casi todos hagan un poco.
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Yo siento que con la crisis del 2002 hubo un cambio. Antes la persona con algún tipo de servicio mínimo como limpiar el vidrio de un auto en un semáforo era una molestia, hubo un cambio de subjetividad en aquel momento, muy claramente perceptible, ¿no? Mi pregunta es si, primero, coincidís conmigo de que en el 2002 hubo una predisposición hacia el otro, hacia la empatía, que generó la profunda crisis del 2002, y sí, después de eso, notás que hubo una regresión en ese sentido en los últimos años. Planero, persona que vive del estado, por ejemplo…
A ver, yo creo que hubo un cambio que duró poco. Fue como la pandemia. ¿Qué aprendimos de la pandemia? Nada. Pero cuando terminamos la pandemia dijimos: "Tenemos que salir aprendiendo de esta pandemia, lo que nos enseñan". Nos duró media hora. Es como salir de un velorio. Se te queda el celular sin batería a las 2 horas y te quiere matar. Entonces me parece que puede haber impactos, pero que duran poco y no se sostienen en el tiempo.
Yo veo que, al menos en el caso de la gente de la calle, todo el mundo tiene miedo. Sube el vidrio, dicen que le van a robar el celular. No están pensando que es una persona, que con un algo de plata le alcanza, o a veces ayudarlo preguntándole cómo se llama y cómo está, porque no solamente esas personas buscan dinero, sino que a veces buscan que se los vea, porque son personas invisibles para muchos. Pero me parece que no alcanza con ese cambio de actitud por determinadas situaciones, socioeconómicas del país, porque el tema es que sigue habiendo necesidad, sobre todo hablando en el caso de UNICEF, de los chicos.
Nosotros hacemos ahora la carrera de UNICEF por la educación el 9 de noviembre, para defender los derechos del niño a través de la educación. Y vos me decís: "¿Pero cómo los chicos no están todos en la escuela?" No, no están todos en la escuela. ¿No aprenden bien? No, no aprenden bien. ¿Y qué cambió entonces estos años? Y que siguen los chicos estando en la escuela, con suerte.
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No todos terminan el secundario. Uno de cada tres chicos entre los 20 y 24 años no termina el secundario, lo cual es muchísimo, y tenemos este problema presente todo el tiempo. Y no es que no lo ves, están adentro de la escuela los problemas a veces. Entonces me parece que estas crisis del 2002 o la pandemia o lo que nos pase como sociedad es como el festejo del mundial. Nunca vimos al país tan unido y del mismo lado. Duró lo que duró el festejo, después volvimos a hacer lo de siempre. Me parece que nosotros aprendemos, pero nos dura poco la lección.
Y a vos, en lo personal, ¿qué te cambió estos 30 años de UNICEF de hacer esta tarea, en el contacto con el otro, qué te transformó a vos?
A mí me cambió la vida desde el momento que entendí que ser solidario era parte de mi vida y que no era una actividad, sino que era una forma de vivir. Hay un término sudafricano que es Ubuntu, que quiere decir "yo soy porque tú eres". Es muy conocida la palabra, se usa mucho en todo lo que tenga que ver con la necesidad de ver al otro como uno propio y no como un ajeno.
Y yo soy solidario desde que tengo uso de razón. Lo puse en práctica a través de la televisión, tengo mi empresa con ciencia que dona el 50% de los dividendos a cuatro ONGs, colaboro con unas 20 o 30 ONGs por año y siento que es una manera de vivir, pero por el simple hecho de que me hace bien a mí y que me hace feliz. Entonces, yo no solo lo practico, sino que lo promuevo, porque cualquier persona que esté aburrida, deprimida o que no le encuentre sentido a la vida, que se ponga a ayudar y lo va a encontrar en 2 minutos.
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Cuando uno se ocupa de los problemas ajenos, en general los propios se achican. No quiere decir que desaparezcan, pero se achican y toman una dimensión un poquito más real. En cambio, cuando uno solamente se ocupa de sus propios problemas, cree que son los únicos, los peores y que no los va a solucionar nunca en la vida.
Casualmente vos hablaste en otra entrevista de tu propia lucha contra la depresión. ¿Cómo fueron esas señales de alarma?
Eso fue hace muchos años. Lo conté ahora porque surgió en la nota, pero fue como cualquier persona que se siente mal y que acude a un psicólogo, después acude a un psiquiatra, se lo medica, después se da cuenta que quiere salir adelante sin medicación, se habla con el psiquiatra, el psiquiatra dice: "Bueno, estoy de acuerdo, dejemos la medicación." O sea, fue el proceso que le puede pasar a cualquier persona que se siente mal.
La diferencia es que al contarlo a una persona conocida, que se lo ve siempre sonriendo por la tele y que, por estar en la tele, la de antes, todo el mundo cree que tiene todos los problemas resueltos. No, los problemas siguen estando como cualquier ser humano, con la diferencia que uno lo ve en la tele riéndose, entregando premios y teniendo un éxito entre comillas.
Mis mayores éxitos están fuera de la televisión. Están en mi vida, en mi presente, en mis hijos, en mi familia, en mi labor como embajador de UNICEF, no soy precursor, pero sí como defensor ferviente de los actos solidarios y de la capacidad que todos tenemos de ayudar. Después, si yo lo hacía contento o no, es un problema por ahí más personal, porque yo mientras estuve deprimido, triste o mal, yo seguía trabajando, seguía teniendo mis problemas de televisión, seguía haciendo el programa Un solo para los chicos, seguía siendo embajador. O sea, nunca abandoné ninguna actividad de todas las que hacía.
Pero bueno, eso fue un periodo de mi vida, el cual pasó hace 30, no sé hace cuánto fue, pero fue hace mucho. Pero no es algo distinto a lo que le puede pasar a cualquier persona. De hecho, cuando yo lo conté, mucha gente me dijo: "A mí me pasa lo mismo o me pasó lo mismo. La diferencia es que yo di una idea de cómo salir adelante, que es haciendo trabajo solidario. A mí me funcionó y yo lo recomiendo, pero bueno, depende de cada persona.
Así como correr genera endorfinas y genera un bienestar muy especial, correr, hacer deporte o alguna actividad física, el ayudar está comprobado científicamente que también genera eso, pero hay que hacerlo. No es hacer un cheque y mandarlo. Eso no es ser solidario, eso es ser bondadoso. Ser solidario es comprometerse a través de una ONG con una causa.
Cada uno tiene que encontrar la que le gusta. Te importan los abuelos, te importan los chicos, te importan la gente de la calle, te importan los huérfanos, te importan las guerras, te importan los refugiados. Lo que a vos te movilice, esa va a ser tu causa, esa va a ser la misión que tenés que realizar, sabiendo que lo sentís como algo propio, porque si lo hacés porque te mandan, no te va a causar ningún efecto.
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¿Cuál es tu propia relación con la religiosidad o con la espiritualidad?
Soy judío apostólico romano, que es una religión que inventé, que estoy solo, pero estoy abierto a todas las religiones, estoy abierto a todo lo que no se ve. Para mí, la espiritualidad es creer en lo que no se ve.
Rezar, mantrear, meditar, los hábitos. Así como en el fútbol existen las cábalas, que uno dice: "¿Pero vos te crees que poner el osito de peluche en esta posición va a hacer que tu equipo gane?" Sin embargo, uno cree en eso y lo hace. Después, puede ganar o perder tu equipo, pero vos lo hiciste convencido.
Ahora, fijate que, vos, si tu equipo pierde, pero hiciste tu cábala, vas a estar más tranquilo, porque dijiste: "Bueno, yo hice lo que podía, poner el osito al revés". Ahora, si no lo hiciste, te vas a sentir mal de no haberlo hecho y vas a pensar: "Mi equipo perdió porque yo no puse mi peluche al revés." La espiritualidad es lo mismo: te hace sentir más tranquilo y te da una herramienta que te ayuda, que te ayuda a pasar los malos momentos, los buenos momentos, te ayuda a ocupar tu cabeza de buenos pensamientos.
Para mí, meditar es cambiar pensamientos negativos por pensamientos positivos. Porque uno está todo el tiempo teniendo pensamientos negativos, porque se nos vienen. Uno, cuando está cruzando la calle, no piensa "no me va a atropellar nadie". Va pensando: "Me pueden llegar a atropellar, tengo que tener mucho cuidado."
Bueno, un poco por supervivencia piensa así, pero si uno se pone a dar cuenta que todos los pensamientos que se nos vienen en la cabeza generalmente son tirando a negativos, uno los puede cambiar por positivos. Y eso es una manera activa de meditar y funciona, porque cuando uno lo practica se te vuelve un hábito y ya es más difícil que te invada un pensamiento negativo.