Opinión

Del miedo a la acción: cuatro prácticas para crecer como emprendedor

Emprender suele ser un camino solitario. Y esa soledad trae consigo múltiples desafíos: tomar decisiones difíciles, asumir riesgos, y convivir con la incertidumbre cuando parece que el negocio “no avanza”.

Emprendedores y las ideas Foto: Freepik

Entre los desafíos que puede traer emprender, hay uno que puede ser especialmente paralizante: la sensación de no estar lo suficientemente preparado. El famoso síndrome del impostor. Esa voz interna que susurra que no merecemos los logros alcanzados y que, tarde o temprano, los demás descubrirán que “no sabemos lo suficiente”.

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Frente a esa inseguridad, muchos emprendedores se lanzan a formaciones, títulos y certificaciones. Y si bien la capacitación puede darnos herramientas valiosas, no alcanza por sí sola. Porque no existe una universidad donde “se aprenda a emprender”: ese aprendizaje ocurre en el terreno, enfrentando lo nuevo, equivocándose, ajustando, pidiendo ayuda y tomando decisiones sin respuestas obvias.

Cada negocio es único y no hay fórmulas mágicas. Pero sí existen prácticas que marcan la diferencia y que, en mi experiencia, son más transformadoras que cualquier curso.

1. Hacé mientras aprendés

Desde el primer día, emprender es enfrentarse a lo desconocido: lanzar un producto o un servicio, invertir en equipamiento, sistematizar, contratar al primer colaborador, tomar un cliente más grande de lo habitual.

Lo nuevo siempre genera temor y la sensación de “no estar listo”. La clave está en aceptar que nunca lo estaremos por completo. Siempre habrá ajustes pendientes, habilidades a desarrollar o aprender, pero el camino se construye en movimiento. La mejor universidad es la experiencia real: salir a la cancha aunque nada esté perfecto.

2. Mejorá sostenidamente la calidad

Buscar la perfección absoluta es frustrante y puede llevar a la inacción. En cambio, la mejora continua es alcanzable, concreta y motivadora.

En un mundo en constante cambio, ningún negocio llega a un punto final: lo importante es evolucionar. Para identificar dónde mejorar, pedí feedback a tus clientes y colaboradores, reconocé tus diferenciales y potenciá lo que funciona. Así, tu negocio se fortalece paso a paso, sin necesidad de perseguir un ideal imposible.

3. Conversá con tus pares.

La época en la que los emprendedores se miraban como competencia ya quedó atrás. Hoy la cooperación y la colaboración son activos estratégicos.

Participar en cámaras, asociaciones, grupos de emprendedores o redes profesionales permite compartir aprendizajes, desafíos y también oportunidades. Construir comunidad no solo alivia la soledad del camino: abre puertas a alianzas, clientes, proveedores y nuevas ideas.

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4. Aprendé de la experiencia de otros

Un mentor experimentado puede acortar curvas de aprendizaje. Los desafíos que enfrentamos al emprender se repiten con frecuencia, y contar con alguien que ya transitó esas etapas permite anticiparse y resolver más rápido.

Los consejos de quienes recorrieron antes ese mismo camino son, muchas veces, el recurso más valioso para crecer con confianza.

Los coach en liderazgo acompañan a muchos emprendedores de distintos sectores o industrias en este proceso. Estos cuatro principios son potentes aceleradores del crecimiento en todos los casos.

Experimenté la misma soledad e incertidumbre que otros profesionales al inicio de mi trayectoria como consultora y coach independiente. Fue esa experiencia la que me llevó, junto a mi colega Héctor Chaskielberg, a fundar una comunidad de coaches creada justamente sobre estos cuatro pilares. 

Los resultados hablan por sí solos. Día a día comprobamos que, cuando tenemos a quien recurrir para apoyarnos y aprender juntos, crecemos como profesionales y emprendedores. 

(*) Ivana Zapata es Senior Coach Ontológico Profesional, especialista en Liderazgo