Proyect Syndicate

Los ingredientes que faltan para la paz en Palestina

El expresidente turco advierte que el alto el fuego en Gaza promovido por Donald Trump no aborda las causas estructurales del conflicto y que, sin una solución justa basada en la dignidad palestina, la región seguirá atrapada en ciclos de violencia.

Las dos caras de la guerra en Gaza. El avance del ejército israelí hace que huyan cientos de miles de civiles palestinos, en medio del hambre y la desesperación. Foto: afp

ESTANBUL – Tras dos años de matanzas masivas por parte de Israel en una de las campañas militares más feroces, el alto el fuego en Gaza acordado en octubre fue un paso bienvenido. Pero incluso si se mantiene, es necesario abordar las causas profundas del problema para lograr una paz justa y duradera. De lo contrario, un nuevo derramamiento de sangre y sufrimiento en la región es inevitable.

¿Puede Trump lograr la paz "eterna" en Gaza?

Cabe destacar que el actual alto el fuego es un proyecto personal del presidente estadounidense Donald Trump, más que la continuación de décadas de esfuerzos internacionales para resolver el problema entre Israel y Palestina. El acuerdo no contiene las referencias necesarias a las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que contemplan una solución de dos Estados con las fronteras previas a 1967 y Jerusalén Este como capital del Estado palestino. Presentar este acuerdo como un “nuevo comienzo” genera el riesgo de crear la ilusión de una solución. Si bien la nueva Resolución 2803 del Consejo de Seguridad ha legitimado el plan de Trump, sus referencias a las legítimas expectativas palestinas siguen siendo insuficientes (a diferencia del borrador ruso).

Un peligro especialmente urgente es la normalización de los asentamientos ilegales israelíes en territorio palestino. Según un reciente informe de International Crisis Group, los asentamientos informales israelíes se multiplican y se transforman en poblaciones permanentes. Asimismo, la introducción de una “línea amarilla” en Gaza aumenta la posibilidad de una partición, con Israel ocupando de manera permanente más de la mitad del enclave. Existen demasiados motivos para sospechar de la verdadera intención israelí de retirarse de estos territorios.

No seamos ingenuos: el alto el fuego es apenas un comienzo. Tal como ha afirmado el secretario general de la ONU, António Guterres, los acontecimientos en Palestina no pueden analizarse aislados de su contexto histórico y actual. Muchos países europeos finalmente dieron el paso de reconocer al Estado palestino, en gran medida por la creciente presión interna. Aunque se trate de una medida superficial, señala un cambio importante en el enfoque global hacia la causa palestina. Israel sigue aislado debido a sus políticas extremistas, mientras que el sentimiento internacional a favor de una solución justa es hoy más fuerte que nunca.

La plataforma para la paz propuesta por el plan de Trump es nueva, pero el problema y sus respuestas principales han estado claras desde hace mucho tiempo. La invasión israelí y los asentamientos ilegales deben terminar, y la condición de Estado palestino debe alcanzarse con plena dignidad.

Para que el alto el fuego conduzca a una paz permanente, los Estados Unidos deben asumir el liderazgo para orientar a Israel en la dirección correcta. Resolver el principal conflicto de Medio Oriente sería un servicio inmenso a la humanidad. EE.UU. aumentaría su propio prestigio y garantizaría la seguridad y prosperidad de su aliado más cercano en la región.

Las preocupaciones existenciales de Israel también son comprensibles: está ubicado en pleno Levante, rodeado de países hostiles. Pero debería reconocer lo que muchos intelectuales y élites judías de todo el mundo comprendieron hace tiempo: Israel necesita relaciones normales con los palestinos y con sus otros vecinos. Si la alternativa es imponer un Estado de apartheid o despojar a los palestinos de su soberanía, el conflicto solo se aplazará y se amplificará, como ha ocurrido en el pasado.

Mientras continúe la invasión, también continuará la resistencia. Destruir a Hamás no garantizará la seguridad israelí, porque, sin una paz justa, otro grupo de ideas similares ocupará su lugar. La única solución es abordar la causa de la radicalización palestina, que comienza por permitir que los palestinos vivan con dignidad en su propia tierra.

La paz en Palestina tendría efectos que irían mucho más allá de la región. Gran parte del radicalismo en el mundo islámico se nutre de reivindicaciones vinculadas a la causa palestina. Si el conflicto se resolviera, tales reclamos perderían fuerza.

Al mismo tiempo, los palestinos necesitan ordenar su propia casa elevando líderes plenamente comprometidos con la democracia y el Estado de derecho. Solo este tipo de liderazgo puede representar verdaderamente al pueblo palestino como un interlocutor internacional legítimo. Esto se ha vuelto aún más importante desde el 7 de octubre de 2023. El liderazgo palestino debe ser creíble, legítimo y respetable.

Dado el nivel de destrucción y sufrimiento que enfrentan los palestinos, estos objetivos políticos no serán fáciles de alcanzar. La comunidad internacional debe ser comprensiva y apoyar los esfuerzos iniciales para crear un liderazgo aceptable. Israel también debe respaldar esos esfuerzos si quiere debilitar el rol de Hamás y alcanzar una normalización regional definitiva.

En 2006, como ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, fui el primero en recibir y reunirme con representantes de Hamás en Ankara tras su victoria electoral. Les aconsejé encarecidamente que adoptaran nuevas políticas y actuaran como una fuerza política elegida democráticamente: debían recurrir a la diplomacia, moderar sus tácticas de lucha y convertirse en los representantes reconocidos internacionalmente de los palestinos. Mostraron señales iniciales de estar dispuestos a hacerlo. También dije a mis homólogos israelíes y estadounidenses que la dirigencia recién electa en Gaza debía recibir una oportunidad. En cambio, fue marginada y sancionada de inmediato.

Hoy se presenta una oportunidad similar. Sigo convencido de que solo un liderazgo palestino democrático, que garantice buen gobierno, elimine la corrupción y rechace la violencia, podrá contar con el pleno apoyo de su pueblo y convertirse en su representante internacional legítimo. He hablado con figuras prominentes de todo Medio Oriente, y muchos han identificado al político palestino encarcelado Marwan Barghouti como un ejemplo de candidato prometedor. Pero Israel debe demostrar que realmente desea la paz liberándolo a él y a otros presos políticos.

El mundo está cansado de observar impotente la violencia y el sufrimiento en Palestina. El alto el fuego de Trump podría ser el primer paso hacia la paz, pero solo si evoluciona hacia un plan completo que reconozca y valore la lucha palestina de décadas. De lo contrario, el sufrimiento de los palestinos y la inseguridad de los israelíes continuará.

 

*Abdullah Gül es ex presidente de la República de Turquía.

Proyect Syndicate