La calle

Protesta y circulación: por qué es el choque de dos mundos

El derecho a manifestarse y el derecho a transitar colisionan de lleno en la Argentina. No hay que naturalizarlo. Pero la salida inevitablemente debe ser dialogada.

Corte por piquetes en el Puente Pueyrredón Foto: Agencia Telam

El derecho a la protesta es parte de la democracia de los argentinos. Hay derechos como el de protestar que son marca registrada en un país que tuvo gobiernos de facto, dictaduras militares, conflictos y tensiones. Recuperar la democracia en 1983, fue de movilizaciones, las cacerolas de la clase media fueron en 2001. Por otro lado, tiene el derecho a la protesta un rango constitucional y tratados internacionales que lo privilegian y reconocen unidos a la democracia.

Y el derecho a circular tiene una importante historia, ya se instala en la constitución de 1853, la primera constitución escrita. Ese derecho a circular nos refiere a transitar por el país, ríos navegables, mar, ciudades y sus rutas con mercaderías y productos, es más comercial el derecho a circular de las personas o laboral. El tema es que ambos derechos son legítimos, el problema es cuando uno se enfrenta al otro. Tengo derecho a protestar y tengo derecho a circular.

Ahí se da el choque de dos mundos. Cuando se debe circular donde se protesta y coincide el lugar, comienza un disputa por el espacio que actúa en modo enfrentamiento. El mejor ejemplo es la avenida 9 de julio. Ahí se disputa el que reclama y el que circula. Ahora bien, la idea es cumplir un protocolo, ya que son derechos adquiridos por ser ciudadanos. Pero no a la manera de bando militar, sino de un modo dinámico para que se pueda expresar la protesta social callejera.

Dicen que todo es cuantitativo o cualitativo, si concurren 5000 o un millón de ciudadanos a una protesta. Con 5000 pueden criminalizar sus protestas; con un millón, tenés la revolución Francesa. Es decir, todo es la medida de la protesta y la medida de la circulación. Cuando dos derechos colisionan se debe actuar digo el gobierno con autoridad y prudencia, no reprimir o sancionar como primera solución. Diálogo siempre diálogo entre el pueblo y la autoridad competente.


(*) Abogado, escritor, Universidad de Belgrano - UBA