A tres días del cónclave: léxico de un ritual medieval rodeado de misterios y fórmulas
En la imponente Capilla Sixtina, dentro del Palacio Apostólico del Vaticano, los 135 cardenales con derecho a voto y menores de 80 años elegirán desde el próximo miércoles 7 de mayo al sucesor del argentino Jorge Bergoglio.
Cardenales de todo el mundo se reúnen desde el 7 de mayo bajo los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo líder de la Iglesia católica tras la muerte del papa Francisco. Se trata de una cumbre que se remonta a la Edad Media, cuando la idea de elegir a un soberano era revolucionaria. Y al mismo tiempo, el ritual está cargado de mucho misticismo porque sus participantes juran guardar secreto de por vida.
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A continuación, el ABC del cónclave:
ANILLO DEL PESCADOR: El "anillo del pescador" es una sortija de oro macizo que llevan todos los papas con su nombre grabado en latín y que en la antigüedad servía para sellar documentos. Tras la muerte o la renuncia de un papa, el Vaticano raya el anverso del anillo, que sirve como sello, para impedir falsificaciones.
"ANNUNTIO VOBIS GAUDIUM MAGNUM: HABEMUS PAPAM!": "Les anuncio con gran alegría: ¡Tenemos papa!" es la fórmula en latín con la que el cardenal protodiácono anuncia la elección del nuevo sumo pontífice.
CAMARLENGO: Hasta la elección del nuevo papa, es temporalmente el máximo responsable de la Santa Sede, aunque debe informar de sus decisiones al colegio de cardenales. El actual camarlengo es el irlando-estadounidense Kevin Farrell.
CAPILLA SIXTINA: La capilla donde se lleva a cabo el cónclave está situada dentro del Palacio Apostólico del Vaticano y es conocida en el mundo entero por los magníficos frescos de Miguel Ángel.
CARDENAL PROTODIÁCONO: Es el encargado de anunciar públicamente el nombre del nuevo papa.
COLEGIO CARDENALICIO: El colegio cardenalicio o "Sacro Colegio" reúne a todos los cardenales de la Iglesia católica, tengan o no derecho a voto en el cónclave. El Sacro Colegio Cardenalicio está dividido en tres órdenes: obispos, presbíteros y diáconos.
CÓNCLAVE: La palabra cónclave viene del latín 'cum clavis' que significa "bajo llave" y es la reunión de los cardenales de todo el mundo para elegir a un nuevo papa. En 1970, Pablo VI fijó en 80 años la edad límite para poder votar. El cónclave se reúne en un plazo de entre 15 y 20 días tras la renuncia o la muerte del pontífice, pero puede adelantarse si todos los purpurados se encuentran ya en Roma.
CONGREGACIONES GENERALES: Son reuniones a puerta cerrada que preceden al cónclave, en la que los cardenales debaten sobre el perfil del próximo papa, entre otras cuestiones.
CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA: En 1996 Juan Pablo II promulgó la Constitución Apostólica 'Universi Dominici gregis' que detalla el proceso de elección del nuevo papa, desde la sede vacante, momento en que el Vaticano se queda sin pontífice, hasta la proclamación de su sucesor.
"EXTRA OMNES": El maestro de ceremonias litúrgicas pronuncia esta fórmula ("Todos fuera") para invitar a todos los que no participan en el cónclave a salir de la Capilla Sixtina.
FUMATA BLANCA, FUMATA NEGRA: Los cardenales votan mediante papeletas, que se cuentan antes de ser quemadas en una estufa. Si nadie obtiene la mayoría necesaria de dos tercios de los votos, se agrega una sustancia química para ennegrecer el humo que sale por la chimenea de la Capilla Sixtina.
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Una vez elegido el nuevo papa, se añade una sustancia química diferente para que el humo se vuelva blanco y anuncie la elección a la multitud que espera en la plaza de San Pedro. En ese momento las campanas de la Basílica de San Pedro y de toda Roma empiezan a redoblar.
"NOMEN": Es el nombre que elige el nuevo papa, en general en homenaje a un antiguo pontífice por el que suele sentir especial afinidad. Los más recientes fueron Francisco, Benedicto, Juan Pablo, Pablo y Juan. Se le yuxtapone un número.
PAPA: El papa, obispo de Roma, "es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad así de los Obispos como de la multitud de los fieles", según el 'Lumen gentium', uno de los principales textos del Concilio Vaticano II. "Papa" viene del griego y significa "padre". Entre otros, el líder de la Iglesia católica ostenta el título de Santo Padre, Vicario de Cristo, Sucesor de Pedro o Primado de Italia.
PAPABLES: Los papables ('papabili', en italiano) son los cardenales que se cree que tienen más posibilidad de ser elegidos pontífices.
RESIDENCIA DE SANTA MARTA: Desde 2005, los cardenales se alojan durante el cónclave en esta residencia, dentro del Vaticano, donde el papa Francisco decidió instalarse.
SALA DE LAS LÁGRIMAS: Justo después de haber aceptado el cargo, el papa se aísla en una pequeña habitación aledaña a la Capilla Sixtina, la Sala de las Lágrimas, para desahogarse ante la magnitud de la misión que tiene por delante.
SEDE VACANTE: El período llamado "sede vacante" empieza con la muerte o la renuncia del papa y termina con la elección de su sucesor.
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Los 135 cardenales electores --menores de 80 años-- se trasladan a la residencia de Santa Marta en el Vaticano, donde se alojarán durante todo el cónclave. En la mañana del primer día, los purpurados participan en una misa solemne en la basílica de San Pedro.
Por la tarde, ataviados con el hábito coral, se reúnen en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico y, en procesión hacia la Capilla Sixtina, invocan la asistencia del Espíritu Santo. Bajo la bóveda pintada por Miguel Ángel, los cardenales prestan juramento con la mano sobre el Evangelio.
Según un ritual heredado de la Edad Media, el maestro de ceremonias pronuncia la frase "extra omnes" (todos fuera). Las personas que no participan en la elección abandonan la sala y, a continuación, se cierran las puertas. El objetivo es que los cardenales eviten las influencias exteriores.
Por sorteo, tres cardenales son designados "escrutadores", otros tres "infirmarii" como encargados de recoger el voto de los purpurados enfermos y tres más como revisores para comprobar el recuento.
Sentados juntos, los cardenales reciben papeletas rectangulares con la inscripción "Eligo in Summum Pontificem" ("Elijo como Sumo Pontífice") en la parte superior, con un espacio en blanco debajo.
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Los votantes escriben el nombre de su candidato a mano, "con caligrafía lo más irreconocible posible", y doblan la papeleta. En teoría, está prohibido votarse a uno mismo.
Cada cardenal se dirige por turnos al altar, sosteniendo su papeleta en el aire para que sea bien visible y pronuncia en voz alta el siguiente juramento en latín: "Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido".
Deposita su papeleta en un plato y la desliza en la urna frente a los escrutadores, se inclina ante el altar y vuelve a su sitio. Los cardenales que, por su estado de salud o edad avanzada, no pueden acercarse al altar, entregan su voto a un escrutador, que lo deposita en la urna en su lugar.
Una vez reunidas todas las papeletas, un escrutador agita la urna para mezclarlas, las transfiere a un segundo recipiente y luego otro los cuenta. Dos escrutadores anotan los nombres, mientras que un tercero los lee en voz alta y perfora las papeletas con una aguja en el punto en el que se encuentra la palabra "Eligo". Los revisores verifican a continuación que no se cometieron errores.
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Si ningún cardenal obtuvo dos tercios de votos, los electores proceden a una nueva votación. Salvo el primer día, se prevén dos por la mañana y dos por la tarde hasta la proclamación de un papa.
Las papeletas y las notas tomadas por los cardenales se queman en una estufa cada dos rondas de votación. La chimenea, visible por los fieles desde la plaza de San Pedro, expulsa humo negro si no se logró escoger a ningún papa y una fumata blanca en caso de una elección. Tras tres días sin lograrse el nombramiento de un pontífice, la votación se suspende para un día de oración.
El cardenal elegido deberá responder a dos preguntas del decano: "¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?" y "¿Cómo quieres ser llamado?". Si responde sí a la primera, se convierte en papa y obispo de Roma.
Uno por uno, los cardenales expresan un gesto de respeto y obediencia al nuevo papa, antes del anuncio a los fieles.
Desde el balcón de la basílica de San Pedro, el cardenal protodiácono anuncia "Habemus papam". A continuación, aparece el nuevo pontífice e imparte su bendición "urbi et orbi" (A la ciudad y al mundo).