¿Análisis sin ayuno? La evidencia científica que cambia un ritual médico de décadas
Hacerse análisis de sangre comunes, sin pasar hambre previamente, es la nueva recomendación oficial. Numerosos estudios, incluso uno hecho en Argentina, confirman que, para buena parte de los análisis, con dos horas de ayuno basta y sobra para no alterar los resultados.
“Concurrir con al menos ocho horas de ayuno” solía ser el resumen de las indicaciones usuales para cualquier análisis de laboratorio. Así, era de rigor tener que madrugar y viajar hasta el lugar donde se tomaba la muestra de sangre, sin haber comido ni bebido nada, como preparación “usual” para un análisis común. Ahora este clásico del chequeo médico anual quedó superado.
Es que la nueva recomendación, validada científicamente, indica que ahora solo algunos exámenes particulares requieren de un largo ayuno previo. Pero la mayoría de los análisis usuales dan los resultados que necesita tener el médico, pero sin que el paciente tenga que dejar de comer la noche anterior. De hecho, suele bastar con dos horas de ayuno y así evitar llegar “débil” a la extracción de sangre, algo que asusta y pone ansioso a más de uno.
“Hace ya varios años que en laboratorios de países de Europa y de Estados Unidos se comenzó a hacer estudios de perfil lipídico de las personas sin pedirle al paciente que concurra con varias horas de ayuno previo. De hecho, en Dinamarca, se viene haciendo evaluación de perfil lipídico sin ayuno ya desde el 2009”, le contó a PERFIL la doctora María Eugenia Almagro, Directora Técnica de Labmedicina / Diagnóstico Maipú.
EXPERTA. La doctora María Eugenia Almagro, Directora Técnica de Labmedicina / Diagnóstico Maipú.
Según esta experta, “esta idea se pensó porque, de a poco, se fue acumulando evidencia científica que sugería que -para tener resultados certeros de muchos análisis- era indiferente que el paciente comiera previamente o no lo hiciera”.
Y, sin dudas, tener que concurrir a sacarse sangre en ayunas le sumaba una barrera y una dificultad extra, que es lo que “percibe” el paciente cuando debe realizarse estudios clínicos. “Por eso se analizó durante años si el ayuno era una condición realmente necesaria. Y al sacarla, se esperaba lograr que, sin ese requisito, la gente mostrara una mayor “adhesión” a realizarse controles periódicos”, contó Almagro.
En concreto, mientras en 2016 en Europa ya se llegaba a un consenso en el cual había recomendaciones sobre los análisis en los cuales no se requiere ayunar para la evaluación del perfil lipídico y otras determinaciones, en Argentina la recomendación se demoraba.
A partir de acumular evidencia, hoy en 36 países -entre ellos Estados Unidos, Reino Unido y Brasil-, modificaron sus protocolos y hoy ya recomiendan hacerse los análisis con un ayuno mínimo o incluso sin ayuno.
Mientras tanto, en Argentina se seguía con la idea antigua. De hecho, según Almagro, “hasta el 2018, se mantenía el requirimiento de que el paciente concurriera con doce horas de ayuno para hacerse perfil lipídico y ocho horas para el resto de los análisis”.
Primeros cambios
Sin embargo, de a poco la novedad que hace comenzó a permear. Entre 2018 y 2019, algunos lugares aislados, como el Hospital de Clínicas de la UBA, comenzaron a implementar esta idea y la Fundación Bioquímica Argentina abordó el tema.
En el 2023, la Asociación Argentina de Laboratorios de Alta Complejidad (ALAC) decidió hacer un estudio local para validar si realmente era posible recomendar ese cambio de paradigma y así beneficiar a los usuarios y pacientes de la Argentina.
De ese trabajo científico participaron una docena de laboratorios, que estudiaron y compararon los resultados de los resultados del perfil lipídico, glucemia y otros parámetros del hemograma de 129 personas que hicieron ayuno de ocho horas y luego desayunaron y se les volvió a tomar una muestra de sangre.
Un análisis de sangre podría detectar la demencia
“Se dividió a los pacientes en varios grupos y ramas y se compararon los resultados de los análisis de personas que desayunaron libremente, otros que tomaron un café con leche y dos medialunas contra los resultados obtenidos tras el ayuno tradicional previo de ocho horas”, rememoró Almagro.
Las conclusiones a las que llegaron fueron significativas: “no hubo cambios significativos en los resultados de los testeos cuando las personas tomaban un desayuno dos horas antes que cuando estaban en ayunas por ocho horas o doce horas”.
Según esta experta, “los únicos casos en que puede ser necesario mantener las ocho horas de ayuno es cuando los triglicéridos del paciente superan los 440 mg/dl. También en pacientes que inician tratamiento con drogas que producen aumento de triglicéridos, recuperación de pancreatitis por hipertrigliceridemia, hipertrigliceridemia severa con seguimiento en clínica especializada en lípidos. En esas situaciones particulares se solicitan otras pruebas de laboratorio adicionales que requieran ayuno o tomas de muestra por la mañana”.
Algo llamativo es que el perfil lipídico medido en estado postprandial (o sea, después de desayunar) refleja mejor el riesgo cardiovascular que si se lo hace en ayunas, ya que muestra el estado cotidiano del paciente y permite detectar remanentes de lipoproteínas aterogénicas”.
Más allá de la comodidad del paciente de no tener que pasar hambre, esta modalidad tiene otros beneficios: evita el ayuno prolongado, algo que puede ser riesgoso en -por ejemplo- los diabéticos, que podrían tener una hipoglucemia. También se simplifica mucho el cumplimiento en pacientes adultos mayores y en los más chicos.
Finalmente, adoptar esta modalidad debería ayudar a perder menos tiempo a la hora de ir a sacarse sangre. “Es que la posibilidad de realizarse estos análisis luego de un desayuno liviano o durante la tarde es algo que debería contribuir a descomprimir la congestión usual de pacientes que suele notarse cuando los laboratorios ‘desbordan' de gente durante las primeras horas de la mañana”, finalizó Almagro.