"Burro", "analfabeto": la hiriente "batalla de las comas" entre Martín Caparrós y Fernando Iglesias
Lo que empezó como una clase gratuita terminó en un duelo de egos con aroma a déjà vu. En la red social favorita del griterío digital, los signos de puntuación fueron apenas una excusa.
En las últimas horas, la red social X se convirtió en el escenario de un nuevo capítulo de la rivalidad entre el escritor y periodista Martín Caparrós y el diputado de Juntos por el Cambio, Fernando Iglesias. Lo que comenzó como un debate gramatical sobre el uso de comas entre el sujeto y el predicado de una oración escaló rápidamente a un intercambio de insultos, con epítetos como “burro” y “orgullosamente analfabeto”.
Esta “batalla de las comas” no solo expuso diferencias técnicas sobre la lengua, sino también las profundas grietas ideológicas y personales que separan a estas dos figuras públicas argentinas.
El enfrentamiento comenzó cuando Caparrós publicó un tuit en el que recordaba su paso por el diario Noticias, en la década del 70, y su admiración por el periodista Rodolfo Walsh: “Nunca fui peronista, pero recuerdo la emoción y el trabajo intensísimo de esos días y el orgullo de que Rodolfo, nuestro jefe y maestro, lo elogiara mesuradamente".
Un usuario de la red social le respondió: “Rodolfo Walsh, fue terrorista, no ?”. Ante esa respuesta, mal redactada, Caparrós retuiteó y contradijo al usuario: “No, Rodolfo Walsh fue un militante revolucionario. Y, sobre todo, alguien que sabía que jamás se pone una coma entre el sujeto y el verbo”.
Iglesias, conocido por su estilo combativo en redes, publicó un tuit que cuestionó a Caparrós. “El bruto de @martin_caparros, que la va de intelectual, sostiene que jamás se puede poner una coma entre el sujeto y el verbo”, escribió el diputado, e intentó utilizar su mensaje como ejemplo.
Según Iglesias, la coma en su oración era correcta, ya que delimita una oración subordinada adjetiva explicativa, una excepción a la regla general que prohíbe separar sujeto y verbo con una coma.
Caparrós no tardó en responder con su característica ironía. En otro tuit, señaló que Iglesias no hablaba de “una coma”, sino de “dos comas”, necesarias para encerrar la subordinada explicativa, y lo acusó de ser “orgullosamente analfabeto” por malinterpretar la regla gramatical.
Inmediatamente, otros usuarios se dividieron: algunos respaldaron al escritor, y argumentaron que la coma de Iglesias no separaba directamente el sujeto del verbo, sino que formaba parte de una construcción más compleja; otros defendieron al diputado, y destacaron que su ejemplo era técnicamente válido.
La discusión, sin embargo, trascendió rápidamente lo gramatical. Lo que podría haber sido un debate académico se convirtió en un cruce de acusaciones personales, un reflejo de la animosidad que ambos cultivaron durante años.
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Caparrós vs. Iglesias, una pelea de larga data
Este no es el primer enfrentamiento entre Caparrós e Iglesias, cuya rivalidad se remonta a varios episodios que captaron la atención de los usuarios de X. En septiembre de 2022, tras la muerte de la reina Isabel II, Caparrós criticó la cobertura mediática del evento, lo que llevó a Iglesias a tildarlo de “boluprogre tribunero” y a recordarle su participación en la Mesa del Hambre impulsada por el gobierno de Alberto Fernández.
En octubre de ese mismo año, discutieron por el libro de Mauricio Macri, Para qué, con Iglesias nuevamente aludiendo a la Mesa del Hambre y Caparrós acusándolo de “rencoroso” y “violento”.
Más recientemente, en abril de 2025, el cruce se dio por comentarios sobre Mario Vargas Llosa, con insultos como “panquecón” y “energúmeno”, que volaron de un lado al otro.
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La “batalla de las comas” no es sólo una disputa sobre puntuación, sino un microcosmos de la polarización que caracteriza el debate público en Argentina.
Caparrós, un intelectual de izquierda conocido por sus crónicas y ensayos, e Iglesias, un político de derecha con un estilo provocador, representan dos visiones antagónicas que chocan tanto en lo ideológico como en lo personal.
En X, donde los límites entre el argumento y el agravio suelen desdibujarse, sus intercambios encuentran eco en una audiencia que se deleita con la confrontación.
El debate gramatical, aunque interesante, quedó opacado por el tono hiriente de ambos. Mientras algunos usuarios celebraron la lección improvisada sobre subordinadas adjetivas, otros lamentaron que el foco se desplazara hacia los insultos.
Sin embargo, este tipo de enfrentamientos no es nuevo en la plataforma, donde las figuras públicas suelen usar el agravio como herramienta para captar atención.
Por ahora, la “batalla de las comas” parece haber quedado en un empate técnico: Caparrós e Iglesias defendieron sus posturas con vehemencia, pero ninguno cedió terreno. Lo que sí quedó claro es que, más allá de la gramática, esta rivalidad está lejos de agotarse.
NG/LT
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