Cada vez crece más la tendencia de llevar a la pantalla obras literarias, tanto en la televisión como en el cine. Normalmente se suelen elegir novelas o cómics pero KABINETT, la plataforma digital colaborativa fundada por Eduardo Costantini, decidió plantearse el desafío de intentarlo con un poemario.
La obra elegida fue La Huida, el libro de poemas publicado en 2008 del mutifacético Julio César Crivelli, presidente de la Cámara Argentina de Construcción y también presidente de la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes.
Crivelli presenta un cortometraje que explora las facetas de la imaginación y el intelecto, y cómo estas facultades construyen la realidad. Se trata de una reinterpretación visual de su denso monumento literario, que se estrena de forma exclusiva en la plataforma digital de arte y películas este 6 de marzo.
En diálogo con PERFIL, Crivelli explicó cómo encaró este particular proyecto y cuáles fueron sus principales fuentes de inspiración.
—¿Cómo dio La Huida el salto de libro a cortometraje?
—Convertir las palabras en imágenes es complicado, sobre todo las que están en un poema que no indican objetos de la realidad, sino que son metáforas que se refieren a supuestos emotivos o imaginativos que son muy difíciles de describir. Un poeta lo que trata es de provocar imaginación y conmoción en el lector, transferir cosas que no son objetos de la realidad que se puedan describir con imágenes, así que es un lío. Se trató de hacer un relato donde está una voz en off que va diciendo partes de los poemas que están en la Huida y hay una serie de acciones que pueden tener alguna coherencia en una pareja. Esa es la manera en la que se trató de representar los poemas. De algún modo la inseguridad, el desconocimiento frente al misterio, la duda, la incertidumbre frente a lo que sucede. Quizás lo que el cortometraje intenta transmitir es eso, la absoluta incertidumbre frente a lo que sucede.
— El libro se publicó en 2008 pero era un trabajo de muchos años que englobó en una sola obra. ¿Cuál fue la selección que hizo usted para decidir cuáles eran los poemas que iban a incorporarse o no a la obra final?
— La realidad es que la selección no tuvo un índice temático, fueron elegidos los que a mí me parecían entre comillas mejores o más logrados. Sin embargo, después cuando yo los leí y cuando los leyeron otras personas tienen un índice temático, hubo una elección inconsciente que va haciendo que los poemas tengan una coherencia y que se refiere a la descripción de la metáfora, del acto creativo (...) en términos poéticos a través también de varios personajes que generan actos creativos, yo tomé algunos que me apasionan y este es el hilo sistemático que tiene el libro también es el hilo del cortometraje.
—Con el cortometraje tuvo que hacer otra selección aún más escueta.
—Hubo que recortar muchísimo, el cortometraje dura alrededor de 20 minutos y los recortes fueron de partes de cada uno de los poemas. Se dividió en tres partes que se llaman Génesis, Laberinto y Destino. La Huida como cortometraje intenta ser todo una gran metáfora.
"Convertir las palabras en imágenes es complicado, sobre todo las que están en un poema"
—¿Cómo fue que llegó a la propuesta de pasar de algo escrito y todo lo que usted ha ido haciendo, que sobre todo ha sido más literario o relacionado con el arte, a algo visual y cinematográfico?
—Yo siempre tuve una enorme curiosidad por las imágenes. En las palabras soy más protagonista, pero las imágenes como coleccionista y amante del arte son algo que desde muy joven he tenido mi conciencia, mi mirada y que me provocan muchísimo en la vida, así que para mí la conexión entre la palabra y la imagen está dentro de mí. Pero lo que disparó el asunto fue Eduardo Costantini que me propuso hacer un cortometraje con el libro y ahí vino el desafío de ver cómo se hacía un cortometraje con un libro de poemas, con una novela es bastante fácil, se necesita un guión y ya está terminado. Pero un libro de poemas no tiene un hilo conductor de cosas que suceden, sino que son metáforas.
—Entonces fue como un doble desafío, por un lado incursionar en el mundo audiovisual y por el otro lo que representa pasar de poemas escritos a imagen.
—Fue una experiencia muy rica, porque la realidad es que yo nunca había experimentado de ninguna manera con imágenes ni pintando ni dibujando, así que fue súper interesante. Yo me fijé mucho en Blow Up [Deseo en una mañana de verano] porque es una película muy vieja ya a esta altura que sí es una metáfora sobre el misterio. Cuando uno termina de verla no sabe ni siquiera si todo eso sucedió y el protagonista tampoco sabe si esto sucedió. Y Blow Up junta las imágenes de un modo metafórico, no significante.
—Esa fue su principal fuente de inspiración.
—Fue la idea de que otro había hecho lo mismo. Y también el cine mudo porque no tiene un argumento explícito, no hay palabras.
—Depende de qué cine mudo.
— Pero el muy primitivo no había nada, la idea del cine mudo donde no existe un argumento explicado por alguien. Eso fueron ideas sobre la técnica, o sea alguien había hecho esto de pasar imágenes poéticas a visuales. Después venía el desafío de pasar estas imágenes poéticas a imágenes visuales.
Así fue como surgió el cortometraje que desde este miércoles está disponible en KABINETT. Su fundador, Eduardo Costantini, atestigua las imágenes fascinantes de la película y aspira a continuar colaborando con Crivelli en los próximos años.