La galería Herlitzka + Faría presenta "Ellas", una muestra colectiva que reúne obras de artistas mujeres pertenecientes a la galería y que podrá visitarse hasta finales de febrero de 2020.
Se trata de un conjunto heterogéneo de trabajos realizados entre la década de 1960 y la actualidad que atraviesa una diversidad de técnicas, soportes, estilos y tendencias. A la vez, las 16 artistas pertenecen a diferentes generaciones.
"Por un lado tenemos artistas como Narcisa Hirsch, que tiene 93 años, y la más joven, Candelaria Traverso, tiene 28" señala Mauro Herlitzka, coleccionista y director de la galería, en diálogo exclusivo con PERFIL.COM.
La muestra toma el nombre de otra realizada hace diez años en el Centre Pompidou de Paris -momento en que modificó el guión de su colección permanente- que presentaba obras modernas y contemporáneas con la idea de sacar las artistas mujeres del plano secundarios en la historia del arte al que estaban relegada para darles el rol principal con un lugar legítimo por derecho propio.
Diez años después se ha avanzado en la conquista y reconocimiento de derechos aunque aún falta mucho por recorrer para llegar a una verdadera situación de igualdad en materia de género. Diversas agrupaciones señalan la enorme diferencia en cuanto a cantidad de obras expuestas en los museos y espacios de arte donde el porcentaje de las realizadas por mujeres es ínfimo.
La muestra Ellas no intenta convertirse en una exposición que apunte simplemente "a cubrir un cupo" sino que revaloriza el trabajo de grandes artistas consagradas -entre ellas, cinco ganadoras del premio nacional a la trayectoria, Noemí Escandell, Delia Cancela, Narcisa Hirsch, Elda Cerrato y Marta Minujín- y el de otras emergentes.
Por otra parte, la galería busca que la muestra sea dinámica. Por esa razón durante los meses que dure Ellas algunas obras podrán ser descolgadas y reemplazadas por otras, pero siempre con el cuidado de mantener un guión que pueda conjugar el diálogo entre todos los trabajos expuestos.
Los visitantes tendrán la oportunidad de ver diseños textiles realizados por Delia Cancela en los años noventa que fueron utilizados como originales para ser estampados por la industria de la moda en Europa. Así, su obra establece otro punto de reflexión sobre el rol de la mujer como sostén económico, artista y creadora.
En ese sentido destaca la serie Capiteles de Claudia Casarino, un conjunto de serigrafías realizadas con la tierra colorada del suelo paraguayo -de donde es oriunda- sobre la tela con que se confeccionan las coronas que usan las mujeres de ese país para apoyar sobre su cabeza las canastas y recipientes en los que transportan agua, naranjas, chipá o ropa para lavar, entre otras cosas.
Cada una de las imágenes hace referencia a las actividades de economía y subsistencia que recaen sobre las mujeres del Paraguay.
También se relaciona con la industria textil la obra de Candelaria Traverso. La artista interviene grandes piezas de arpillera sintética que son originalmente utilizadas para transportar ropa de segunda mano que llega a América Latina desde oriente para ser revendida en ferias regionales.
De este modo toma un objeto que trae la carga propia del hábito ya vestido y lo despersonaliza para elaborar a partir de allí tapices con diseños que remiten a la cultura prehispánica de los Andes.
La sala principal incluye tres grandes trabajos de Marta Minujín en los que explora la relación entre el color, la luz, la geometría y el movimiento. Para ello se vale de la proyección en video de la imagen de una obra sobre sí misma, de manera que a la vibración óptica causada por la yuxtaposición de colores saturados se suma el movimiento real, sutil pero perceptible.
También experimenta con los colores Karina Peisajovich a partir de su investigación sobre la refracción y descomposición de la luz. Con tomas fotográficas la artista captura los colores que se generan cuando un rayo de sol atraviesa el bisel de un vidrio o un prisma. De este modo la luz se convierte en su paleta.
Junto a los trabajos de Minujín se destacan obras de Elda Cerrato y Susana Rodríguez.
La primera de ellas aborda una problemática propia de nuestro país relacionada con las migraciones internas que traen como consecuencia una enorme densidad demográfica en los centros urbanos y el despoblamiento de las zonas rurales.
A la vez cuestiona la situación de desigualdad social y económica que marca profundas diferencias en las posibilidades de acceso a una vivienda.
En lo que se refiere a Susana Rodríguez se presenta una serie de obras de principios de los ochenta que se vinculan con un feminismo provocador y donde aparecen expresiones de violencia y deseo, la piel desnuda o encorsetada en mallas metálicas en composiciones fragmentadas. El conjunto puede ser una sucesión de imágenes que plantean una continuidad o un modelo para armar y desarmar.
Quizás pueda hallarse alguna relación en la instalación de Marcela Astorga en la que interactúan el hierro y el cuero, un material vinculado a la industria y otro orgánico que lleva a pensar en la piel. La unión entre ambos pone al espectador en alerta.
Una obra de la década del ‘70 de Ana Payró -artista argentina nacida en 1897 y una de las precursoras del arte abstracto de nuestro país- aporta un elemento de carácter histórico a la muestra.
Las esculturas primarias de Noemí Escandell desarrolladas en los ‘60 están conformadas por elementos geométricos modulares y se exponen junto con los dibujos de época realizados por la artista.
Frente a esa escultura se expone la obra ganadora del Primer Premio Pintura de la Colección Fortabat creada por Alicia Herrero. Se trata de poner en perspectiva la influencia de temas como la economía y las finanzas sobre la existencia del ser humano a partir de un lenguaje propio de las matemáticas.
Desde otro punto de vista, Margarita Paksa es testigo de la década de 1990, una época en que nuestro país tenía un gobierno neoliberal y se hacía culto al poder y el dinero con una exhibición casi obscena y vulgar de la riqueza. A partir de las imágenes de los billetes realizó una serie de obras en las que manifiesta en forma explícita la fragilidad y el carácter efímero del honor y la gloria que vienen asociados al dinero.
Anna Bella Geiger es una reconocida artista multidisciplinaria brasileña. En su obra Brasil nativo, Brasil alienígena toma escenas de indígenas en el Amazonas y las recrea en el ámbito urbano. De este modo cuestiona la idea de identidad nacional que se tiene en el Brasil. En ese sentido es un tema que también toca de cerca a un país atravesado por culturas diversas y muy diferentes entre sí como la Argentina.
Mirtha Dermisache trabaja sobre la escritura, el lenguaje y el mensaje. En sus obras toma lo que en el diseño editorial se conoce como “mancha tipográfica” y le da un sentido artístico al quitarle la dimensión semántica.
La obra Mauritia de Dolores Zinny es parte de un proyecto diseñado por el dúo Zinny & Maidagan para el Humboldt Forum de Berlín en que una gran palmera de bronce recorrería las paredes del vestíbulo del edificio en forma horizontal hasta que la copa se encontrara con la raíz.
Narcisa Hirsch es una de las artistas visuales más representativas de la Argentina en lo que se refiere a realización de video y cine experimental. Se presenta una selección de seis videos realizados entre 1967 y 1972
Los trabajos que forman parte de la muestra Ellas fueron seleccionados en función de ser obras significativas en el corpus de cada artista y las posibilidades de diálogo de cada una con el resto de las obras. Si bien algunas formaron parte de muestras anteriores hay otras que se exponen por primera vez.
La muestra Ellas se puede visitar en la galería Herlitzka + Faria, Libertad 1630, CABA, de lunes a viernes de 11.30 a 19.00 hasta fines de febrero de 2020
