La agencia oficial de estadísticas de Rusia está mostrando gran optimismo bajo su nuevo jefe, Pavel Malkov, quien asumió el cargo en diciembre. El lunes, la agencia reportó que en 2018 la economía del país había crecido al ritmo más acelerado desde 2012. Tras una revisión de datos que eliminó la recesión de 2016, las cifras recientes parecen muy sospechosas, hasta para algunos economistas de gobierno.
El 20 de diciembre, se le preguntó al presidente Vladimir Putin en una rueda de prensa por qué las estadísticas económicas de Rusia parecían más optimistas que lo que sugería la vida real de las personas y si los datos eran confiables. Putin admitió que las estadísticas no eran "perfectas" y que era necesario mejorarlas. Apenas cuatro días después, se solicitó la renuncia a Alexander Surinov, director de Rosstat -la agencia oficial de estadísticas- y Malkov, antiguo funcionario del Ministerio de Economía, fue nombrado en remplazo. El 24 de diciembre, el ministro de Finanzas, Anton Siluanov, comentó que la calidad de los datos de Rosstat era "terrible" en algunas áreas, como ingresos de las personas (el cual cayó en cuatro de los seis meses anteriores) e inflación (la cual era más alta que los pronósticos del gobierno durante la mayor parte del año).
Antes de que finalizara la primera semana de Malkov en su nuevo cargo, Rosstat emitió una gran revisión de los datos del PIB de 2016 y 2017. Se corrigió la caída de 0,2 por ciento de la producción en 2016 a un crecimiento de 0,3 por ciento, asegurando que la recesión tras la fuerte caída de los precios del petróleo en 2014 y la introducción de las sanciones occidentales contra Rusia solo duraron un año. Rosstat corrigió al alza igualmente la cifra de crecimiento de 2017, pasando de 1,5 por ciento a 1,6 por ciento.
El lunes, Rosstat emitió los datos de crecimiento 2018: 2,3 por ciento para el año. Estas cifras superan cada uno de los 36 pronósticos revisados por Bloomberg. El porcentaje más alto era de 2,1 por ciento pero era un caso aparte. El consenso es de 1,7 por ciento.
La razón probable es un salto en la estimación de Rosstat frente al aumento de la actividad de la construcción. La agencia inicialmente pronosticó un aumento de 0,5 por ciento para el periodo entre enero y noviembre, pero la revisión del pronóstico en enero marcó un aumento de 5,3 por ciento para todo el año. Este repunte arregla una incongruidad anterior de las estadísticas rusas: Rosstat había reportado un fuerte aumento en la inversión en el tercer trimestre del año que no encajaba realmente con una construcción estancada.
Existe una razón inocua que explica el alza en la construcción: Novatek PJSC terminó su instalación de gas natural licuado de US$27.000 millones en la península de Yamal al noroeste de Siberia. Rosstat registró gran parte del proyecto en 2018 aunque la construcción real del mismo se haya realizado antes. Sin embargo, la credibilidad de las cifras de Rosstat es cuestionable.
El 2 de enero, Alexei Kudrin, quien dirige la entidad supervisora de presupuestos, la Cámara de Cuentas, y quien actuó como ministro de Finanzas antes de Siluanov, tuiteó que el PIB de Rusia probablemente habría subido 1,5 por ciento. Aún después de que Rosstat emitiera su optimista pronóstico de 2,3 por ciento el lunes, otro prominente economista de gobierno, Andrei Klepach, del banco estatal VEB, estimó igualmente una expansión económica de 1,5 por ciento para 2018. "No confiaría en nada más por ahora", comentó Klepach a la agencia estatal de noticias TASS.
Esté justificado o no el pesimismo de Kudrin y Klepach, Rosstat tiene tendencia a suavizar las cifras. El índice de aprobación de Putin está abajo y las cifras del primer ministro, Dmitry Medvedev, están aún peor. Por primera vez desde 2013, una pluralidad de rusos dicen que el país va por mal camino. Mientras Putin busca maneras de impulsar su popularidad y reducir la probabilidad de protestas masivas, parecen opciones atractivas despedir a Medvedev y dar un giro al impopular gabinete, y hasta de pronto iniciar investigaciones por corrupción contra altos funcionarios economistas.
A Putin le gustan las estadísticas y se enorgullece de su capacidad para mantener muchos datos económicos en su mente. Al presentar buenas cifras con las que puede jugar, se asegura de que el gobierno sobreviva.
Las recientes revisiones y los pronósticos de crecimiento 2018 son totalmente audaces. Aunque las semillas fueron plantadas bajo Surinov, no será fácil para Malkov, el joven profesional que lo sucedió, publicar datos decepcionantes después de esta explosión de optimismo. Ha prometido modernizar la Rosstat y traerla completamente hacia la era digital. Sin embargo, una de las reglas principales de esta era digital es que entra basura y sale basura. En la Rusia actual, trabajar con basura podría ser mejor para la supervivencia que registrar fielmente lo que sucede en la economía.
En cualquier caso, los economistas que siguen a Rusia de cerca deben estar particularmente atentos a las manos de Rosstat.