Se calienta la campaña en Europa para elegir a un nuevo presidente de la Comisión Europea, pero un gran inconveniente ensombrece el proceso: no hay ninguna garantía de que el contendiente ganador obtenga el cargo.
La batalla alcanzará una etapa crucial este jueves cuando los Demócratas Cristianos de Europa elijan a Manfred Weber de Alemania o a Alexander Stubb de Finlandia como candidato para presidir la rama ejecutiva de la Unión Europea, sucediendo a Jean-Claude Juncker, que asumió ese puesto en 2014.
Bienvenidos al experimento de democracia parlamentaria de la EU, en el cual la incertidumbre de las elecciones legislativas se combina con dudas acerca de si los líderes nacionales cederán poder y colaborarán. Lo que está en juego es el liderazgo de la comisión, el motor político del bloque, luego de las elecciones para el Parlamento Europeo de mayo.
“Este proceso no es necesariamente un indicador confiable de quién será el próximo presidente de la comisión”, dijo Janis Emmanouilidis, director de estudios del European Policy Centre de Bruselas. “La pura política de poder y los intereses nacionales tendrán un rol importante”.
Las principales familias políticas de Europa intentan replicar la democracia parlamentaria nacional designando candidatos para presidir la comisión con sede en Bruselas y permitir que los partidos con los mejores resultados en las elecciones legislativas de la UE reclamen el puesto. El Parlamento de la UE, que enfrentará una votación del 23 al 26 de mayo, supervisa la comisión y aprueba a su equipo de conducción.
El sistema se utilizó por primera vez en 2014, pero aún no se sabe si sobrevivirá, sobre todo en una era de fuerzas populistas insurgentes. Se lo apoda “Spitzenkandidat” por la palabra alemana que significa cabeza de lista.
“Fue y sigue siendo un experimento”, dijo Emmanouilidis. “Esta vez hay más incertidumbres, como por ejemplo si alguno de los Spitzenkandidaten podrá reunir el apoyo de la mayoría en el próximo Parlamento de la UE”.
El proceso no es vinculante y los jefes de gobierno de la UE mantienen el derecho establecido por el tratado de proponer a alguien para presidente de la comisión después de “tener en cuenta las elecciones para el Parlamento Europeo”.
Pensando en sus propios poderes, el grupo de jefes de gobierno o de Estado de la UE ha dicho que no habrá una vinculación automática entre el experimento del Spitzenkandidat y la elección del próximo titular de la comisión.
Más allá de dejar potencialmente de lado a políticos calificados, esta situación ha dado como resultado que el grupo de quienes se han lanzado al ruedo esté compuesto en gran medida por personas que están dentro de la UE. Los socialistas presentan al vicepresidente primero de la comisión, Frans Timmermans de Holanda, en tanto dos de tres miembros del partido Verde incluidos son parlamentarios de la UE.
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Dentro de ese contexto, el candidato de los Demócratas Cristianos que surja este jueves después de una votación secreta en Helsinki será, en teoría, un favorito. Esto se debe a que el partido, el mayor del Parlamento de la UE con casi 30 por ciento de los miembros, probablemente siga siendo la facción más importante aunque su porcentaje de escaños se reduzca en las próximas elecciones.
Es probable que Weber, líder de los Demócratas Cristianos en la asamblea de la UE aventaje a Stubb, un ex primer ministro finlandés. La razón es que Weber ha ganado el apoyo de unos 20 partidos nacionales que pertenecen a la alianza política de la UE, conocida también como Partido Popular Europeo.
No obstante, para que Weber suceda a Juncker al frente de la comisión, los líderes de los países miembros de la UE deberían abandonar su vieja práctica de elegir a alguien de sus propias filas para el cargo. Además, Alemania tendría que renunciar a la probabilidad de poner a un ciudadano alemán en la cima de una de las otras instituciones fundamentales de la UE.